El pasado domingo hubo decenas de voluntarios en la puerta de mi tienda, recogiendo donaciones que los clientes recién compraban en solidaridad con Valencia. En un momento de la mañana, uno de los voluntarios se acercó a preguntarnos si sería posible que les diéramos bolsas para guardar las donaciones, a lo que el responsable de la tienda se negó, alegando que la política del supermercado no permite regalar bolsas. Una de las voluntarias, enfadada, le espetó al responsable que “les estamos haciendo el agosto a la tienda” y, ciertamente, ese día se vendió tanto como en Navidad.
Ante la tragedia de DANA, trabajadores de todo el país muestran solidaridad con el pueblo valenciano y se unen a iniciativas de recogida de alimentos y otros útiles.
Entre esas iniciativas, las mesas de recogida en las puertas de supermercados resultan increíblemente efectivas. Para los supermercados, esto significa un índice de ventas excepcionalmente grande y unos beneficios desorbitados.
Recordemos el papel criminal que las grandes empresas han tenido en la tragedia de DANA, con casos como el de Inditex o Mercadona forzando a sus trabajadores a continuar su jornada.
Días después, con la tragedia de la que son responsables desenvolviéndose a vista del país entero, las consecuencias se las come una vez más la clase trabajadora mientras las grandes empresas se cruzan de brazos y miran crecer sus beneficios. Se contraponen así los gritos de ciudadanos indignados al dirigente de Mercadona Juan Roig con compras masivas en esos mismos supermercados.
La solidaridad es vital en este momento, pero si no va acompañada de una dimensión crítica con los culpables de esta tragedia, no va a poder estar a la altura. Somos trabajadores, y en muchos casos precarios, y nuestros recursos económicos son muy limitados.
Si se trata de buscar el camino para continuar los esfuerzos solidarios, desde luego éste tampoco va a pasar por un gobierno que vuelca sus ayudas en las empresas y continúa unas políticas de ERTEs que que son nuevamente una ayuda más para el empresario que para el trabajador. El peligro de que nuestros esfuerzos se queden en un acto caritativo es real, pero podemos prevenirlo.
Para dotar a esta oleada masiva de solidaridad de capacidad real para enfrentar la catástrofe de DANA es necesario darle una dimensión de clase y ofensivo que culpe al gobierno y las empresas; y que tome en sus manos la planificación y desarrollo de un plan que ponga recursos públicos y privados en manos de los necesitados, según su necesidad y de manera democrática.
Por eso, llamamos a la creación de comités locales coordinados a nivel provincial y autonómico para que realicen, entre otras medidas, la muy necesaria incautación de productos de primera necesidad. |