La teoría marxista entró en crisis en la última década del siglo XX debido a la caída del muro de Berlín y la Unión Soviética; por lo cual, por un periodo de quizás veinte años el marxismo debió recomponerse y construir un nuevo principio crítico que permitiera hacer frente al nuevo sentido común neoliberal. En la actualidad, en cambio, asistimos a una recuperación y renovación del marxismo, producto de la crisis del 2008, y que ha tomado fuerza en los últimos cinco años. Las últimas dos crisis, de nuevo, han mostrado la incapacidad del sistema capitalista de administrar y distribuir de manera efectiva los recursos del planeta, y han vuelto a mostrar su gran habilidad para generar altos grados de desigualdad, pobreza y barbarie. Han provocado una situación en la que menos del 1% controla más de la mitad de la riqueza mundial. A pesar de esto, los movimientos sociales contemporáneos no se caracterizan por ser movimientos necesariamente anticapitalistas.
Es en este contexto que el marxismo contemporáneo se ha visto forzado a renovarse. Una peculiaridad del marxismo contemporáneo es que debe mostrar que este sistema económico es el origen de los conflictos en contra de los cuales los movimientos sociales luchan en la actualidad, a pesar de su diversidad. Esta renovación pretende también mostrar que las luchas sociales contemporáneas comparten un horizonte de justicia común, un objetivo conjunto que permita trascender su fragmentación. Esto ha llevado al marxismo a pensar con mayor fuerza el horizonte post-capitalista así como a postular un nuevo principio crítico que le permita operar. Echeverría forma parte de esta generación de marxistas que, en un contexto cerrado, de censura y de normalización de la ontología neoliberal, deberán reconstruir la crítica del marxismo al capitalismo.
Eso se debe a que, por una parte, el mismo capitalismo se transformó de manera pronunciada, y en segundo lugar, a contracorriente, debido a que el pensamiento crítico de Marx era considerado como poco “académico”. Para Echeverría, de lo que se trata es de volver a definir el discurso crítico, así como el núcleo de su posibilidad. Esto con la finalidad de actualizar el discurso como un contradiscurso. A continuación, detallamos lo que, desde nuestra perspectiva, significa para Echeverría el discurso crítico de Marx.
En primer lugar, el filósofo ecuatoriano caracteriza la teoría de Marx como un discurso que es esencialmente negativo. Su objetivo fundamental es minar la lógica del discurso normativo, del discurso que busca justificar el dominio. Para ello, destaca dos aspectos con los cuales se define esta tarea: la primera, del joven Marx, la de realizar en términos teóricos la “encomienda comunista” (Echeverría, 2017, 21). Tarea que implica, en esa medida, adoptar una postura política radical: que consiste en “reconocer la posibilidad de inminente del fin del ser humano” (Echeverría, 2017, 21). Lo que ahora se impone con mucha mayor fuerza.
El segundo aspecto consiste en el reconocimiento de la tesis central del Marx de El capital: el hecho de que todas las contradicciones, los conflictos y desgracias de la sociedad actual se reducen a una contradicción crucial y fundacional: la del valor de uso frente al valor, o la forma de reproducción “social-natural” frente a la forma de reproducción “social-abstracta” del valor que se valoriza (Echeverría, 2017, 24). En los términos del filósofo de Riobamba, el discurso crítico, en tanto que contradiscurso, debe contraponer la lógica de la forma de reproducción humana, a la lógica de reproducción capitalista, es decir, la reproducción de la forma social-natural a la reproducción acumulativa del capital (Echeverría, 2017, 24).
Con base en este reconocimiento, Echeverría se propone sistematizar el pensamiento de Marx a partir de un eje que lo guía: el carácter crítico de éste está centrado en la necesidad de redefinir el “ámbito de lo humano,” en tanto que “dimensión política”. De tal manera que todo discurso teórico que se pretende crítico, apropiado para el discurso de lo común, debe necesariamente plantearse la tarea de comprender la auténtica dimensión de la politicidad humana (Echeverría, 2017, 253). Este es, así, el objetivo de la lectura que Echeverría hace de El capital y de la obra de Marx en general.
En este sentido, la importancia de la obra culmen de Marx, El capital, se halla en que en ella se inaugura el discurso crítico de la modernidad capitalista. En su obra construye un discurso anticapitalista, que debe siempre ser “un discurso negativo, un discurso crítico, que ensalce el principio reprimido del capital: los usos espontáneos que se configuran en él” (Echeverría, 1998). Se trata, señala, de una obra que se monta sobre teorías positivas y normativas para fracturarlas, pero también para insertar en éstas un principio auténticamente humano, espontáneo, reprimido por la lógica racionalizante del capital (Echeverría, 1998).
Para ello, en primer lugar, el filósofo ecuatoriano analiza la metodología de Marx, de la cual destaca una actitud barroca. En este libro, Karl Marx modifica, una y otra vez, la forma de su discurso para lograr quebrar el relato de los economistas políticos. Por ejemplo, suele introducir elementos ornamentalistas para fortalecer su argumento, como serán extractos de Shakespeare o de la Biblia; insertará largos informes y crónicas de las condiciones de trabajo y el impacto de las técnicas del capital a este proceso con un ritmo muy distinto al del análisis de la teoría del valor, en la que destacan los argumentos lógicos que permiten desvelar la irracionalidad del discurso de los economistas. La forma del discurso, siempre variante, permite mostrar que la resistencia al capitalismo puede constituirse en un primer momento a través de la apropiación del discurso y la expropiación de la lógica tradicional. Así, a grandes rasgos, Marx logra apropiarse en un nivel discursivo de la dimensión política de lo humano, sin concederla a la racionalidad instrumental.
Por otra parte, este método le permite formular su ataque más importante: la imposibilidad de acceder a una forma material de lo político. Para Marx, el capital construye la socialidad a través del dinero, como nuevo dispositivo de socialización, que impide la conformación de un sujeto comunitario. Se trata de una era en la que el sujeto social se ha atomizado, se replica a sí mismo en un sinfín de pequeños propietarios privados (trabajadores-consumidores) que sólo pueden reconstituirse como unidad social a través de la mediación del intercambio mercantil. Cada mercancía es a la vez un dispositivo de socialización y de reproducción, que en cada intercambio nos impide constituirnos como sujetos políticos. Es quizás ésta la crítica más importante del discurso ideológico (Marx, 2008). En otros términos, el capitalismo no es una sociedad de propietarios privados libres, es, más bien, una sociedad en la que los seres humanos son solo personificaciones o representaciones económicas, nunca sujetos políticos o morales (Marx, 2008, 8).
Siendo un discurso negativo, uno se preguntará, entonces, dónde está la fuerza revolucionaria del discurso crítico de Marx. Kojin Karatani sostiene que en El capital no encontramos un camino claro para el movimiento revolucionario (Karatani, 2020). No encontramos tampoco una propuesta política. Lo que encontramos en El capital es un estudio sobre la necesidad del capitalismo de autorreproducirse, y de sus crisis recurrentes, la labor política nos toca a nosotros. Frederic Jameson, por su parte, considera que El capital nos presenta una paradoja, porque no llega a una conclusión política, ya que tampoco hallamos en él una teoría que ofrezca siquiera el esbozo de un futuro socialismo. Lo que descubrimos es solamente la idea de dicho futuro: como la asociación de productores libres, y otro indicio del movimiento revolucionario: “la expropiación de los expropiadores” (Jameson, 2014, 141-42).
En cambio, para Echeverría, la fuerza revolucionaria de la obra de Marx no se halla en la construcción de un discurso político-normativo, sino que radica en la introducción de la categoría del valor de uso, como el espacio propio de la politicidad humana (Echeverría, 2017). Una categoría fundamental que implicó la reintroducción de un elemento despreciado por la tradición económica. Ante todo, la contrastación del orden natural con el orden capitalista fue lo que le permitió a Marx fracturar sistemáticamente la lógica instrumental y cuantitativa.
Así, por ejemplo, en el primer libro de El capital, Marx refiere a la forma natural en los siguientes términos: “Las mercancías vienen al mundo revistiendo la forma de valores de uso o cuerpos de mercancías… Es esta su prosaica forma natural. […] sólo poseen la forma de mercancías en la medida en que tienen una forma doble: la forma natural y la forma valor.” (Marx, 2008, 51). En otra obra, insiste una y otra vez en que la riqueza se origina no sólo del trabajo humano, sino también y fundamentalmente, de la naturaleza; y en El capital, de nuevo, insistirá en que la representación mercantil de la riqueza, como forma natural y forma valor es la primera contradicción del sistema de valorización del valor.
A lo largo de este trabajo, retomará la idea de forma natural (compuesta fundamentalmente por el valor de uso y por el proceso de trabajo concreto que lo produce) para referir a la configuración material de la mercancía, siempre en contraposición a la forma valor de la misma. Se presenta así como un presupuesto material en el análisis económico de Marx, que opera como criterio que permite fracturar los argumentos realistas que sostienen que el capitalismo es a la vez inevitable y deseable por su capacidad de producir una riqueza infinita. Se trata así del instrumento que le permite confrontar la lógica realista y romantizadora de la modernidad capitalista.
Marx y el neoliberalismo
En la actualidad, frente a la crisis climática, a la crisis de cuidados, a la crisis de la vivienda y a la destrucción producto del militarismo, es esencial insistir en la inoperancia de la forma económica contemporánea como un sistema no sólo de acumulación de capital, sino de destrucción cíclica y despojo. A este respecto, consideramos que Echeverría ensaya dos posibilidades en las que puede pensarse el discurso crítico de la izquierda frente a la barbarie: en primer lugar, la estrategia barroca como una posibilidad de recuperar nuevas formas en las que es posible recomponer las relaciones comunitarias frente a su resquebrajamiento. En segundo lugar, la recuperación de la lógica de la forma natural como estrategia de fractura del discurso capitalista y de un horizonte de justicia comunitario.
La crisis contemporánea es mucho más profunda que de la que fue testigo Marx. Y Echeverría ya lo había constatado desde sus primeros textos, en los que sostiene con recurrencia la necesidad de reformular el marxismo para confrontar la actualidad. Se caracteriza por un nuevo modelo capitalista de acumulación basado en el despojo y la renta tecnológica, el cual, más que caer recurrentemente en periodos de crisis, se halla sumido permanentemente en ésta. Además, viene acompañado de un discurso ideológico que en su momento tuvo una fuerza inusitada, y que actualmente se manifiesta en los nuevos neofascismos. En Latinoamérica, resulta a la vez evidente que la crisis toma una forma mucho más violenta. Su inicio data de los años ochenta, por lo que se ha extendido al menos cuarenta años, y se ha agudizado en los últimos quince por la crisis ambiental y humana que se deriva de las prácticas extractivistas de distinto orden. Ahora, de acuerdo con el análisis de Echeverría, todos estos aspectos constatables en su mayoría desde los años noventa eran indicios de una crisis civilizatoria de la propia modernidad (Echeverría, 2011).
En una entrevista sostiene: “esto ya verdaderamente lo han dicho los expertos y conocedores, esto del calentamiento global, por ejemplo, no es más que una pequeña muestra de todo lo que está sucediendo en referencia a la destrucción de la naturaleza en bien de la valorización del valor, en bien de la destrucción del capital” (Echeverría, 2011: 173). Estas crisis varias son en realidad resultado del agotamiento del principio de reproducción del sujeto automático capitalista. El día de hoy somos testigos de la incapacidad del propio capital de aportar una forma renovada de sí mismo, y al mismo tiempo, de la incapacidad de la política moderna de plantear una organización de otra índole.
Frente a la devastación provocada por la crisis económica de los últimos decenios, la política no parece contribuir o alcanzar los cambios necesarios para detener la crisis ambiental y humana; más bien contribuye enérgicamente al “colapso”, a través de nuevas dinámicas de destrucción (Echeverría, 2011, 172). Se trata de una crisis civilizatoria a la que han nombrado “neoliberalismo” y que se caracteriza como una: “Época de genocidios y ecocidios inauditos que, en lugar de satisfacer las necesidades humanas, las elimina; que, en lugar de potenciar la productividad natural, la aniquila” (Echeverría, 1998, 35). De aquí que, para el filósofo ecuatoriano, sea necesario, por un lado, volver a pensar los términos del discurso crítico, reformular los principios que deben definir al marxismo como pensamiento anticapitalista, de nuevo insistir en el auténtico espacio de lo político, y, por último, sea necesario volver a explorar las sujetidades anticapitalistas.
Para ello, el autor de Valor de uso y utopía recupera la estrategia de Marx. Por una parte, reconstruirá el discurso negativo para comprender la lógica del dominio del capitalismo contemporáneo. Así, formulará el concepto de blanquitud y la teoría de la americanización de la modernidad. La blanquitud será definida como el proyecto genocida del capital, que en su núcleo es racista, segregacionista y destructivo. En segundo lugar, reflexionará nuevamente respecto al lugar que ocupa lo natural en la configuración de la vida subsumida al capital. Y lo cito: “Sólo la reconstrucción del concepto crítico radical del valor de uso puede mostrar la falta de fundamento de aquella identificación del marxismo con él. Productivismo occidental, el progresismo economicista del capitalismo…” (Echeverría, 1984, 34). Asimismo, insistirá en el corrimiento del capital de la renta de la tierra a la renta tecnológica, proceso que provoca la sistemática devaluación de la naturaleza.
Por último, uno de los temas centrales de la obra de Echeverría girará en torno a la importancia de recuperar e insertar en la vida humana el principio del valor de uso/forma natural y a la perspectiva política del futuro. Por lo cual, se trata no solamente de reflexionar en torno a la noción de metabolismo y la relación de los seres humanos con el ambiente natural, sino de construir políticas de resistencia y de reproducción social que busquen recuperar una sociedad guiada por la reproducción simple, una sociedad guiada por el valor de uso. Se trata, así, de una estrategia para una praxis humana de otro orden.
Una praxis de la forma social natural, que promueva su telos, que reconstruya su lógica en el discurso, que recupere relaciones sociales basadas, por ejemplo, en la ayuda mutua y la reciprocidad. A este respecto, la teoría del ethos barroco, la cual ha sido el blanco de muchas críticas que se le han hecho a Echeverría por “culturalista”, es no obstante fundamental para el presente. Nos ofrece buenos indicios para pensar horizontes post-capitalistas y para pensar en nuevas sujetidades en el interior de una sociedad en la que solo juegan las “personificaciones económicas” (Marx, 2008, 8). Es crucial retomar estos elementos, como ethos barroco, mestizaje y reciprocidad, como principios renovados y de recomposición, para una “asociación de productores libres”.
Bibliografía
Echeverría, Bolívar, (1976) “Discurso crítico. Discurso de la revolución”. Política y Sociedad. Serie: Ciencias sociales. pp. 33-48.
Echeverría, Bolívar, (1984) “La forma natural de la reproducción social”. Cuadernos políticos. 41. pp. 33-46.
Echeverría, Bolívar, (2017), El discurso crítico de Marx, México, FCE/Itaca.
Echeverría, Bolívar, (2001), Valor de uso y Utopía, México, Siglo XXI.
Echeverría, Bolívar, (2010). Modernidad y Blanquitud. México, Era.
Echeverría, Bolívar, (2011). Crítica de la modernidad capitalista. La Paz: Vicepresidencia del del Estado Plurinacional de Bolivia.
Echeverría, Bolívar, (1998), La modernidad de lo barroco, México, Era.
Karatani, Kojin. (2021). Transcrítica. Sobre Kant y Marx. México, FFyL/UNAM.
Jameson, Frederic (2014). Representing Capital. A reading of Volume I. Londres, Verso.
MARX, Karl. (2008) El capital, crítica de la economía política, el proceso de producción de capital, V1/LI, traducción de Pedro Scaron, México, Siglo XXI. |