“Ahí se trabaja con sulfúrico, con plomo, y había cuestiones de equipos que estaban en forma insegura y eran tan deplorables las condiciones de trabajo que corría peligro la integridad física de los trabajadores”, denunciaban en julio representantes del Sindicato Químico.
Lejos de atender los reclamos obreros, que fueron tomando las primeras medidas de fuerza, la empresa comenzó con las represalias: sanciones, descuentos indebidos y despidos. Primero fueron 8, después 16 y ya totalizan 34.
Una medida antisindical clarísima. El gobierno provincial, encabezado por Rogelio Frigerio (PRO) ha dejado correr la prepotencia de la empresa, que ni siquiera participa de las “mesas de diálogo”.
En estos meses, los trabajadores se han mantenido firmes en su lucha. Junto con las medidas adentro, los despedidos permanecen en la puerta de la planta en protesta, junto al sindicato. Exigen que se regularicen las condiciones laborales, se reviertan los despidos y se establezca una negociación efectiva con la empresa.
Es importante lograr la solidaridad de parte de otros trabajadores y trabajadoras químicos, así como de otros gremios de la zona que viene sufriendo ataques, como hemos visto en Diarco (Concordia), Tres Arroyos (Concepción del Uruguay), estatales, entre otros sectores. |