El marxismo está regresando a las universidades y es que la lucha de clases nunca se fue.
Estas jornadas Por un futuro comunista se están replicando en simultáneo durante octubre en Brasil, Chile, Argentina y el Estado Español siendo una iniciativa de la Asamblea de Intelectuales Socialistas en Argentina, aquí en México son organizadas por la revista Ideas de Izquierda México y la red internacional de diarios de La Izquierda Diario, que impulsamos militantes del Movimiento de Trabajadores Socialistas.
Pretendemos que estas jornadas sean un aporte para discutir algunos de los grandes problemas contemporáneos y, a partir de la reflexión y la crítica, poner en el centro del debate ideológico y político cuáles son las alternativas emancipatorias y que tiene para ofrecer en ese sentido el marxismo.
Hablamos de un marxismo que se recrea en el marco de nuevos acontecimientos y de las transformaciones del mundo, pero también de los procesos de lucha que las clases trabajadoras y populares, la juventud o el movimiento de mujeres vienen protagonizando. Un marxismo que, además, retome la perspectiva estratégica que apuesta a cambiar el mundo de raíz como la vía para enfrentar la catástrofe a la cual lleva el capitalismo a la humanidad.
Eso supone, también, debatir en torno a las estrategias políticas puestas en juego en la realidad actual. Por una parte, aquella que pretende limitarse a mejorar, en clave progresista, una realidad basada en la explotación y la opresión de las grandes mayorías buscando administrar un capitalismo dependiente. Y, por supuesto, también queremos discutir con las posiciones conservadoras y de derechas que han crecido en el último tiempo en América Latina, Europa y Estados Unidos, sosteniendo de manera ultra reaccionaria los sentidos comunes más rancios del capitalismo. La nueva derecha suele decir que “ganó” la batalla cultural, nosotros decimos que esta batalla apenas inicia.
Y es que estamos aquí para cuestionar la idea de que el futuro sólo puede ser capitalista, convencidos de que la humanidad se merece otro futuro al que nos ofrece este sistema de explotación y que es momento de levantar las ideas del socialismo y de la revolución.
El capitalismo está en crisis y su crisis nos lleva a la guerra. Mientras estamos aquí, en Ucrania la guerra sigue tensando el conflicto entre Rusia y la OTAN, al tiempo que el genocida y repudiado mundialmente Estado de Israel se esfuerza por llevar la guerra a todo medio oriente manteniendo una política de exterminio sobre el pueblo palestino.
El capitalismo nos lleva a la destrucción del planeta, sin importar las advertencias de científicos y ambientalistas, la dinámica capitalista de buscar la ganancia sobre todas las cosas, producto de este interés de las grandes corporaciones que buscan valorizar su capital en el corto plazo, estamos viendo como las consecuencias del cambio climático y el calentamiento global golpean cada vez con más fuerza.
El capitalismo nos lleva a la barbarie, a la distopía de un mundo con una desigualdad creciente donde el uno por ciento más rico concentra cada vez más riqueza, donde se ocupa la ciencia y la tecnología para incrementar la ganancia de las empresas, mientras la precariedad, el desempleo y el hambre siguen siendo una realidad en nuestra sociedad contemporánea.
Vivimos por otro lado el ascenso de fuerzas políticas derechistas que, con retóricas nacionalistas y xenófobas, buscan estigmatizar a migrantes que huyen de la pobreza en búsqueda de oportunidades. La nueva derecha en el mundo, intenta aparecer como algo disruptivo buscando emular el pasado y con valores conservadores y reaccionarios buscan llegar a la juventud prometiendo un modelo de futuro donde el “sálvese quien pueda” se agudiza en un contexto de crisis.
La idea de Walter Benjamin de la revolución como freno de emergencia adquiere más vigencia que nunca.
Sin embargo, así como hemos visto el ascenso de la nueva derecha en diferentes países, también hemos visto el estallido de múltiples y masivos procesos de rebelión. Esto es algo que muchas veces pasa de largo sobre todo en la academia, pero que para los marxistas representa una enorme potencialidad. Huelgas generales, insurrecciones populares, caída de gobiernos, el poder de la clase trabajadora se hace sentir desde el lejano Bangladesh con los estudiantes a la cabeza, pasando por Sri Lanka donde las masas hace poco hicieron renunciar a un presidente fiel seguidor de la receta del FMI, llegando a países europeos o americanos en revueltas contra el racismo, en defensa de derechos sociales o, más recientemente, en la forma de un enorme movimiento juvenil en apoyo a Palestina.
Sin embargo, si hablamos de que es necesario bregar por la recomposición del marxismo, hay que discutir las lecciones de las experiencias del siglo XX y particularmente de la degeneración de revoluciones muy importantes, entender que una cosa es el marxismo y otra, muy distinta, es el estalinismo, una concepción burocrática del socialismo donde no existe la autoorganización de la clase trabajadora, como denunció en su momento León Trotsky.
Y es que el comunismo significa una sociedad sin clases sociales, sin explotación y sin Estado. Todo lo opuesto a la caricatura estalinista que azuza la derecha. Por su parte, el socialismo es una sociedad de transición a este sistema el cual aún no ha conocido la humanidad. Así, es fundamental clarificar por qué tipo de socialismo hay que pelear. Quienes organizamos estas jornadas, consideramos que el socialismo está lejos de ser un régimen totalitario de un Partido Único con burócratas privilegiados, el socialismo será una sociedad donde el pueblo trabajador tomará las decisiones de qué y cómo producir tomando en cuenta las necesidades sociales y utilizando los adelantos de la ciencia y la técnica al servicio de la humanidad, buscando producir además en armonía con el medio ambiente y la naturaleza. Para lograr este futuro comunista la lucha está en el presente.
Los comunistas, por otro lado, buscamos terminar con la escisión entre gobernantes y gobernados, apuntando a una sociedad donde logremos el autogobierno de los productores, a través de consejos democráticos donde sea el conjunto del pueblo trabajador el protagonista.
Con el objetivo de abonar a la discusión de otro futuro posible, de plantear la necesidad de la toma de conciencia y organización en la juventud y en la clase trabajadora es que impulsamos estas jornadas. Por su parte, para llevar adelante esta lucha de forma consecuente, creemos que es clave construir un gran partido revolucionario retomando las lecciones de la generación de marxistas que vio las posibilidades de la revolución pensando la necesidad de construir una alternativa política emancipatoria.
Los trabajadores somos la inmensa mayoría, movemos las fábricas, los hospitales, el transporte, las escuelas, las oficinas o las minas, los capitalistas son una pequeña minoría muy bien organizada, es momento de organizarnos para hacerles frente. Es la clase trabajadora la que puede levantar un programa que le dé respuesta a las demandas del conjunto de los sectores populares, forjando así una poderosa alianza con los pobres del campo y la ciudad.
Porque estamos convencidos de que en el futuro la humanidad volteará a ver este periodo histórico como la prehistoria de la humanidad, donde teniendo lo necesario para garantizar terminar con el hambre o reducir la jornada laboral, la pobreza y la precariedad se extienden.
Los comunistas no somos los que creen en utopías, pues la verdadera utopía es creer que el capitalismo tiene un futuro que ofrecer. Porque si la humanidad tiene futuro este futuro será comunista. |