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18 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Educación superior
A 50 años de la fundación de la UAM domina precariedad para profesores temporales
Emiliano Olvera

Se han cumplido 50 años de la universidad ¿Qué reflexión abre sobre su función social? ¿Cómo podemos pensar una universidad para el pueblo pobre y trabajador, así como mejorar las condiciones de la comunidad: estudiantes, docentes y trabajador@s?

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La Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) está cumpliendo 50 años de su fundación. Fue en 1974 que inició operaciones una de las escuelas de enseñanza superior y posgrado de mayor nivel y prestigio en México y en latinoamerica. Así, las autoridades dieron pie a una serie de festejos que incluyó actividades culturales (festivales, música, exposiciones, obras de teatro, etc.) y académicas (conferencias, coloquios, publicaciones), lo que dejó en evidencia el impacto social que la UAM ha tenido en la sociedad mexicana.

De sus aulas han egresado grandes personalidades de mundo intelectual, político y social de nuestro país. Al mismo tiempo, el estudiantado siempre se ha mostrado como caja de resonancia de la situación nacional, movilizándose a favor de las mejores causas del pueblo de México (en apoyo del movimiento obrero de Ecatepec, ayudando en el rescate de víctimas del sismo de 1985, recibiendo a miembros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, entre muchos otros ejemplos).

A 50 años de nuestra Universidad, como integrantes de la comunidad, tenemos la oportunidad de abrir una reflexión sobre las problemáticas, perspectivas y retos que tiene como institución, incluso más allá de sus propios muros, pensando en la labor política y social que puede cumplir.

Profesores y profesoras temporales: entre inestabilidad laboral y los bajos salarios

Entre la comunidad nos encontramos una serie de sectores: estudiantes, docentes y trabajador@s quienes podemos definir el rumbo de nuestra universidad.

Uno de los grandes actores que sobresale y puede convocar a la reflexión, que además cuenta con una gran fortaleza y tiene un potencial histórico es el Sindicato Independiente de la Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM), el cual ha sido baluarte en la defensa de los derechos laborales de sus agremiados gracias a la democracia interna que prevalece y a que es un sindicato único, es decir, agrupa a trabajadores y profesores. Asimismo, siempre se ha mostrado solidario con diferentes luchas, no sólo sindicales, sino toda aquella que reivindique los derechos de las grandes mayorías y en defensa de la educación pública y gratuita.

Y uno de los temas centrales que puede abrir como actor político y sindical es la situación de las y los trabajadores, en especial de docentes quienes nos encontramos contratados por tiempo determinado o conocidos popularmente como “temporales” por lo dramático de nuestra situación.

Lo anterior es necesario hacerlo valer, sobre todo ante las autoridades que se han dedicado concentrar privilegios económicos en beneficio de unos cuantos funcionarios, (a quienes se les conoce como la casta dorada), en detrimento de las necesidades de trabajador@s, docentes y estudiantes. El desprecio de las autoridades se ha visto traducido en una precarización de las condiciones de vida de los que laboran en la UAM y en decaimiento de las condiciones de estudio de las y los estudiantes.

En 1982 el sindicato perdió un laudo (sentencia) ante la patronal. Los jueces ordenaron separar el ámbito “académico” y “laboral”, pues, según la resolución jurídica, el ingreso de los docentes debía ser por concurso y por “méritos”, lo que dejo fuera al sindicato de la negociación colectiva. Hay que aclarar que este laudo no es definitivo, es posible revertirlo, pero pasa necesariamente por que la clase trabajadora retome sus métodos de lucha y por mostrar siempre desconfianza ante las autoridades y sus “promesas”.

En el fondo, el laudo es ilegal e ilegítimo. Primero, porque un académico cumple con todas las características que define a la relación laboral según la Constitución y la Ley Federal del Trabajo: hay un vínculo de subordinación, a cambio de un salario en un centro de trabajo, con un horario determinado y la materia de trabajo (impartir catedra) que perdura en el tiempo de manera indeterminada. Es ilegitimo, porque al evitar la intervención sindical obligando a los docentes a negociar en lo individual con la autoridad, le da a esta última condición ventajosa contra el académico que queda al capricho del patrón universitario.

El contubernio entre los jueces del trabajo y los funcionarios universitarios ha derivado en toda una serie de abusos y precarización en contra de la docencia universitaria, pues los profesores temporales no tienen estabilidad en el empleo, deben concursar cada trimestre para ser recontratados, y en caso de que no se han del agrado de la comisión valuadora, son omitidos de manera discrecional. Asimismo, son los que sufren los salarios más bajos, sobre cargas de trabajo (muchas veces dan más clases que las que marcan sus contratos por el mismo salario, pues no se pueden negar ya que podrían no ser recontratados), maltrato por parte de sus jefes etc. Sin olvidar que la mayoría de las maestros y maestros cuenten con posgrados y son investigadores consolidados, pero esto omitido impunemente.

Unidad de los trabajadores contra los abusos de las autoridades

A raíz de lo anterior, la inconformidad se dejó sentir al interior de los muros de la universidad, por lo que el reclamo por mejores condiciones de trabajo fue tomando fuerza. Para aliviar la tensión, la rectoría asumió el acuerdo 06/2024, el cual, básicamente, comprometió a las autoridades a emitir concursos preferenciales para dar plazas definitivas a los académicos que cumplieran una serie de requisitos. Al principio, muchos de los docentes que vienen laborando desde hace muchos años en pésimas condiciones vieron una luz de esperanza, no obstante, pronto se vieron las limitaciones del compromiso de las autoridades.

Primero, porque rectoría no mostró ninguna disposición de cumplir con el acuerdo 06/2024 bajo el argumento de que no hay suficientes recursos. Empero, omitieron decir que si no hay dinero es porque la mayoría se queda en los altísimos salarios de la casta dorada que ronda los 200 mil pesos al mes, más toda una serie de prestaciones dignas de auténticos millonarios.

Asimismo, también se escucharon voces que señalaban que, aun suponiendo que la rectoría emitiera los concursos preferenciales, los requisitos (tener al menos 4 años laborados en la UAM, 9 trimestres consecutivos en el mismo departamento, entre otros) deja fuera a la mayoría de los profesionales que han impartido clase en la Metropolitana, por lo que el problema de la precarización no se resuelve, sino que solo sería un paliativo más.

Ante este panorama, una posible salida es que el SITUAM encabece la lucha por la basificación de todos los profesores y profesoras temporales, echar abajo el laudo de 1982 que separa la cuestión académica de lo laboral y que exija mejorar las condiciones tanto de los trabajadores como de los académicos de tiempo completo.

Para conseguir este objetivo, es menester que desde la estructura sindical se llame a una campaña masiva de afiliación de todos los maestros y maestras que aún no se hayan unido al sindicato, que se convoquen asambleas departamentales en donde se explique la necesidad de organizarnos y que, sólo por medio de la lucha y movilización conjunta es posible conquistar todas las demandas, pues por la buena fe de las autoridades no se obtendrá ningún derecho en beneficio de la base.

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