V8, Ricardo Iorio, el barrio de Chacarita, su familia, los obstáculos, el legado, la industria, presente y futuro, reencuentros y deudas: entrevista abierta con el cantante fundacional de la cultura heavy argentina. Entre este viernes y el lunes toca con su banda Primal en CABA, San Miguel, La Plata y Morón.
Los discos en los que Beto Zamarbide selló su voz se van agigantando con el paso del tiempo: entre V8 y Logos acredita una discografía esencial para entender al heavy argentino, auténtica cultura popular resistente al paso del tiempo. Su registro marca líneas fundacionales en ese género tan afecto a cierta argentinidad obrera y suburbana: fue el primer cantante que se animó a tomar la centralidad del escenario con autoridad, algo que el rock aún no concedía en los tempranos 80’s. Solo Pil Chalar y Federico Moura lo antecedieron, aunque por apenas meses de diferencia.
Muchos años después de todo esto, cuando el metal criollo ya tenía su historia y la escena era dominada por estertores de V8 (desde Giardino y Rowek en Rata Blanca hasta el post Hermética de Iorio), Zamarbide decide mudarse a Miami. Su retiro de la cotidiana del jevi argento lo fue erigiendo como una leyenda viva pero lejana, casi un misterio. Durante muchos años no se tuvo noticia alguna sobre el que fuera cantante de V8.
Recién entrado el nuevo milenio fue que Beto recobró el entusiasmo para volver a la música. En 2006 reaparece con Logos, primero con un nuevo disco (Plan mundial para la destrucción), luego con un show en Obras. Más adelante, en 2013, vuelve a la Argentina en plan solista para conmemorar los 30 años de Luchando por el metal, debut de V8 y disco insigne de la cultura metalera argentina. Entre esas presentaciones se produjeron los reencuentros con Walter Giardino y especialmente con Ricardo Iorio, un ida y vuelta entre el Groove de Zamarbide y el All Boys de Almafuerte que se maceró con un viaje del cantante a Sierra de la Ventana para recomponer aquella vieja amistad.
Lejos de pretender atarse al paso, más bien Beto pareció darse el gusto de recuperar aquel repertorio emblemático para traerlo al presente. Luego de eso, apareció Primal: su primera banda tras la disolución de Logos y su interregno solista. Un epónimo disco debut en 2016 con la novedad de escuchar a Zamarbide en inglés.
Formada por argentinos como él mismo o el baterista Jorge Iacobellis y estadounidenses como Glenn Rogers y César Ceregatti, Primal desarrolló desde entonces su base en EEUU. Aunque viene seguido a Argentina. Este año, por ejemplo, armaron dos giras por acá, ambas para mostrar las canciones de Humachine, su álbum de 2023. La primera fue en abril, la segunda es ahora: el viernes 06 en Uniclub, el sábado en La Cumbre del Metal de XLR, San Miguel, el domingo en el Teatro Favaloro de La Plata y el lunes cierra con un show íntimo en Vade, Morón.
En diciembre del año pasado, cuando ya tenía planeados sus dos viajes a Argentina para este 2024, Beto Zamarbide ofreció una entrevista abierta en el marco de una actividad de la carrera de Comunicación de la UBA. Desde Miami, el cantante protagonizó por la plataforma Zoom una charla de más de dos horas en las que habló sobre su presente pero también se entregó a recordar su vida y obra.
Este editado de 37 minutos sintetiza en un ritmo vertiginoso el camino que el propio Beto recorrió sobre su historia. En primer lugar describe Primal, el proyecto que lo trae para tocar en el AMBA entre el viernes y el lunes. Pero luego comienza a rebobinar y recorre toda su carrera. Desde su Chacarita natal como punto de encuentro con Ricardo Iorio hasta el aporte de Walter Giardino a la sonoridad de El fin de los inicuos, el último disco de V8. También la influencia fundamental del folclore y un análisis muy interesante sobre el devenir del rock como cultura popular y como producto de mercado. “¿Puede volver a desarrollarse otro movimiento cultural que vuelva a cantar la realidad de la clase obrera?”, pregunta alguien que levantó la mano en la charla. Zamarbide da una respuesta de tres minutos que vale la pena revisarla en este video.
