En estos días los grandes medios y encuestadoras hablan de una recuperación de la “imagen” del gobierno de Milei y datos económicos positivos. Además de "olvidarse" de la fragilidad estructural de la economía y una acumulación inflacionaria que sigue siendo alta, esconden que parte de esos datos, como el famoso “equilibrio fiscal”, está construido sobre un saqueo a los bolsillos populares.
Un dato concreto y contundente es la pérdida salarial de los trabajadores y trabajadoras, públicos y privados. Así lo calculó el centro de estudios económicos MATE, Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía, compuesto por economistas.
Según su informe de noviembre, cada asalariado/a del estado perdió, en promedio, casi 3 millones de pesos en sólo 10 meses de mandato. Si lo proyectamos al año que se cumple esta semana, vamos a estar en más de 3,5 millones, como mínimo. Si bien la caída se ralentizó estos meses, nunca dejó de caer (están congelados) pero mucho menos se recuperó lo perdido.
Según los datos, se trata de 2.991.339 pesos, muy superior a lo perdido en los primeros 10 meses de Macri, 1.542.722 pesos; y a lo perdido en los primeros meses de Alberto y Cristina Fernández, 454.937 pesos. El ranking confirma que hubo diferentes grados de ajuste, pero que la norma fue atacar las condiciones de vida.
Los números así pueden parecer fríos. ¿Pero qué pasa si decimos que significan que les robaron 21 canastas alimentarias en esos 10 meses? El INDEC define la Canasta Básica Alimentaria como “los requerimientos normativos kilocalóricos y proteicos imprescindibles para que un varón adulto de entre 30 y 60 años, de actividad moderada, cubra durante un mes esas necesidades (adulto equivalente)”. O sea les robaron algo tan elemental como la comida de casi dos años. Ni hablemos de los otros gastos, transporte, servicios. Pero les sacaron el pan de la boca.
Milei se ensañó con las y los estatales. Y no solo Milei, también muchos gobernadores e intendentes que enfrentan reclamos de municipales, estatales, personal de salud y docente. Porque todos trasladaron el ajuste hacia abajo. Pero los salarios privados también cayeron. Según el MATE, con datos oficiales, en los primeros diez meses quienes trabajan para empresas privadas perdieron 1.011.445 de pesos. En este caso, Macri le ganó a Milei, porque les había hecho perder $1.210.163 y Alberto y Cristina Fernández $241.780.
En su batalla cultural, que también es material, este recorte es parte de lo que Milei llama “la pelea por el equilibrio fiscal”. Un relato que busca justificar el recorte a los haberes y medicamentos de los jubilados, a las universidades, a los comedores y a la clase trabajadora, para recaudar fondos para el FMI y los beneficios a los empresarios.
Esa batalla cultural y material tiene otros actores. Por un lado, el peronismo y sus conducciones sociales y sindicales. Han denunciado con buenos datos este ajuste, pero no lo han enfrentado ni un poquito. Han anunciado el “fascismo” pero dialogan con él y hasta negocian reformas políticas. Han hablado de resistencia pero se han dedicado a pasivizar la bronca que hay por abajo.
La traición de la CGT (del ruralista Andrés Rodríguez) es el ejemplo más contundente. La reciente jornada de la CTA, que jura que "la patria no se vende" y llama a la “unidad contra el hambre, la justicia social y la soberanía”, es otro. Distinto en las formas pero con el mismo resultado. Más si tenemos en cuenta que ese robo de 3 millones por salario ha recaído sobre todo en los bolsillos de estatales, docentes y enfermeras, gremios que dirige.
Ninguna pelea seria por evitar el avance del plan de Milei.
El otro actor es la izquierda y los ectores combativos. Han denunciado ese saqueo, como antes enfrentaron el ajuste de Macri y el de Fernández-Massa-Fernández. Y han estado en la calle, desde el 20 de diciembre, mostrando un camino de lucha pero también una salida para que la crisis no la pague el pueblo trabajador. Ha sido parte de esta primera etapa de resistencia, junto a miles de luchadores y luchadoras. Contra la Ley Omnibus, la Ley Bases, la privatización de Aerolíneas, las huelgas docentes, los despidos en el Estado y las empresas, las marchas de jubilados y la rebelión estudiantil, cuando las conducciones universitarias faltaron a la última cita.
Porque mientras muchos traicionan, otros hacen “eventos” o rosquean las listas electorales, desde el PTS y el Frente de Izquierda estamos construyendo la fuerza política de la resistencia de las y los trabajadores, de la juventud, contra todos los que transan con Milei. |
