Un libro publicado por Ediciones IPS recoge la experiencia de lucha obrera en Donneley-Madygraf de un modo que combina el testimonio directo de los protagonistas con el propósito de elaboración reflexiva sobre un recorrido de lucha y construcción colectiva.
La historia del movimiento obrero argentino en las últimas décadas está en parte signada por un amplio predominio de conducciones burocratizadas. A las que se oponen núcleos combativos y aún clasistas, con el espíritu de lucha y la lealtad a los trabajadores como activos principales.
Es un combate desigual. Los partidarios de una conducción independiente de los trabajadores tienen siempre a las cúpulas burocráticas en contra, las que casi siempre cuentan con el sostén de las patronales y de los organismos estatales que actúan en el campo laboral.
A despecho de esa situación de desventaja, se han desarrollado experiencias de organización independiente, que procuraron un funcionamiento democrático en los propios lugares de trabajo como punto de partida. La tradición argentina de cuerpos de delegados y comisiones internas no se ha perdido, en contraposición a los esfuerzos patronales y gubernamentales para revertirla.
En algunos casos el desarrollo de la organización autónoma y combativa se amplió más allá de los lugares de trabajo. Hasta dar lugar a la formación de agrupaciones de oposición. Permitió recuperar algunos sindicatos, sobre todo pequeños, del dominio de las direcciones conciliadoras y no democráticas. Quizás el sindicato del neumático (SUTNA) es el caso más saliente de los años recientes.
Los delegados, las comisiones internas, las coordinadoras de solidaridad impulsaron con éxito en algunas ocasiones el sostenimiento de conflictos prolongados, incluso su reiteración. Y produjeron saltos cualitativos en el nivel de organización y conciencia de los trabajadores involucrados.
Han llegado a generar condiciones para que la combatividad e inteligencia colectiva desplegadas en la acción sindical se eleve al campo político y proyecte el conflicto localizado hacia los enfrentamientos en el conjunto de la sociedad.
Donnelley, después Madygraf
El libro que nos ocupa le da la palabra a los trabajadores en primera persona. Los propios autores son trabajadores de la fábrica y en la narración articulan sus voces con la de otros protagonistas. Cuentan sus experiencias, sus opiniones y sentires acerca de las mismas.
No por ello el libro se circunscribe al terreno testimonial. La obra denota un trabajo de investigación y análisis, un ejercicio de elaboración sobre una secuencia de varios años. Proliferan las anécdotas, que no son “notas de color” sino momentos significativos de una maduración, con avances y retrocesos, siempre en dirección a un punto más alto. Y si bien el Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS) tiene incidencia tanto en el conflicto mismo como en la narración histórica que es materia de la obra, no hay una cerrazón partidista. Los trabajadores independientes son mayoría. Y no acatan sino que discuten y deciden.
Aparecen también limitaciones en las posibilidades de los trabajadores y en la subjetividad. La tendencia al aislamiento y al individualismo, las reticencias a la solidaridad, el miedo a perder el trabajo tiene su parte. Su superación requiere un esfuerzo sostenido y colectivo.
El tratamiento del libro está acotado a una fábrica. Una empresa del rubro gráfico, de propiedad extranjera, Donnelley. Pero ésta a su vez es representativa de todo un ciclo de luchas. Que abarcó a otras fábricas, del mismo gremio (World Color) y de otros (Lear, Kraft, Pepsico, Gestamp, los petroleros de Las Heras, etc.). Por lo general asentadas en el funcionamiento asambleario animado por la firmeza frente a los patrones. Y la búsqueda del crecimiento del potencial de las luchas obreras. Que en algunos casos dieron lugar a episodios de combatividad más prolongados e intensos que el de esa empresa.
Un rasgo significativo es que las luchas que se relatan y examinan en su sentido y perspectivas transcurren bajo gobiernos “kirchneristas”. Así la sola existencia de paros y otras medidas de fuerza, de tomas de fábricas, se contrapone a cierto sentido común. Nos referimos a la creencia de que ante benévolos gobiernos peronistas los trabajadores “no necesitan luchar”. O en otra versión tendenciosa, el desarrollo combativo “le hace el juego a la derecha”.
El poder obrero
Claro que el rasgo distintivo de la ex Donnelley y actual Madygraf es que en su caso la combatividad dio lugar a una empresa dirigida por sus propios trabajadores. Obreros y obreras construyeron poder de modo progresivo y concluyeron haciéndose con el control pleno de la fábrica. Un mentís práctico a la creencia de que los patrones son indispensables para dirigir la producción y administración en las plantas. O, peor, a la de que los empresarios son los únicos que “dan trabajo” y el sendero excluyente de trabajadores y trabajadores es ser explotados a cambio del pago de un salario.
Se coloca en la senda de otras experiencias de décadas anteriores, entre las cuales la constitución de FaSinPat, sobre la base de la antigua Zanon es el más difundido. Y mantiene su vigencia e influencia hasta hoy.
Este es un trabajo que ilumina a una lucha obrera que no se detuvo en las reivindicaciones económicas más habituales en cuanto a salarios y condiciones de convenio. Y se remontó hacia una defensa integral de la fuente de trabajo.
Incluso mediante la adquisición de nuevos roles a partir del cambio de la situación de propiedad de la empresa. La que fue precedida por una “huída” de los empresarios que contribuyó a sellar la victoria obrera. Y con ella a una modificación de las relaciones de poder en favor de los trabajadores. Y su materialización en forma de democracia de base, articuladora de una responsabilidad y apropiación colectiva, solidaria y clasista. Que supo además construir un arco de apoyos y alianzas. Que abarcaron a una activa comisión de mujeres cuyo rol se trata con amplitud en la obra. Y a diversos tipos de técnicos y profesionales que dieron su aporte en diferentes etapas. Y se involucró en otros campos de lucha, por fuera del terreno sindical. Un itinerario de ampliación de miras, de politización.
La relevancia de un texto
Es muy auspicioso que un libro de este carácter se publique y difunda hoy. En tiempos en que desde el poder se propaga la evaluación de que las luchas de los trabajadores son algo del pasado. Máxime si tienen propósitos que vayan más allá de la discusión de salarios y algunas disposiciones básicas sobre jornada y condiciones de trabajo.
En esa lógica, la organización obrera está siempre al borde de la ley, amenazada por el castigo por atentar contra la propiedad privada. No por azar menudean desde la conducción estatal las normas y proyectos destinados a impedir tomas y bloqueos. Y a declarar “esenciales” a la mayor cantidad y variedad de actividades posibles, a fin de obstaculizar el ejercicio del derecho de huelga.
El gran capital quiere retomar el pleno control de los lugares de trabajo y remover cualquier obstáculo a sus ganancias. Quisiera erradicar todo lo que le recuerde que tiene enfrente un potencial capaz de enfrentarlo. En el presente o en un porvenir cercano.
Hoy asistimos a la exaltación de la acción individual y de pequeño grupo. De la salvación personal como único horizonte plausible, y sólo en ámbitos mercantilizados. Con la desesperación como correlato difícil de eludir cuando esa “salvación” no se produce. Ya que la desigualdad, la falta de oportunidades, la inestabilidad e insuficiencia de los ingresos van en aumento. Esas no son meras construcciones discursivas, sino correlato de las características del capitalismo de esta época.
En tiempos en que las conducciones gremiales mayoritarias se definen cada vez más como instituciones apaciguadoras al servicio de cualquier gobierno, que funcionan además como unidades de negocios, trabajos como este toman un relieve aún mayor.
En contraposición, las conducciones democráticas trasmiten ejemplos de coherencia ética y desapego de la lógica del beneficio personal. De la que se distinguen en la práctica cotidiana y en la posesión y ejercicio de valores.
Las características predominantes en el sindicalismo constituyen una de las grandes hipotecas que pesan sobre los hasta hoy menguantes componentes democráticos del régimen social y político en Argentina. Combatir a la burocracia es un imperativo no sólo sindical sino político.
Pensar en una transformación de vasto alcance en nuestro país es hacerlo además en la ruptura del yugo político-sindical que ciñe a amplios sectores de la clase obrera.Y es asimismo reflexionar acerca de las nuevas condiciones en las que se desenvuelven los trabajadores argentinos. Muchxs de ellos insertos en relaciones laborales de tipos no fáciles de compatibilizar con la organización sindical tradicional.
Un libro como Trincheras de libertad contribuye a que la comprensión y adaptación crítica a las realidades novedosas pueda desplegarse desde posiciones que no aspiren a coexistir con el capitalismo sino a su liquidación. Que no acaten la subordinación de una minoría de “conductores” y una masa de “conducidos”. Y que partan de la ajustada valoración del poder de los trabajadores y hagan consciente que sólo es una apariencia de omnipotencia patronal que Estado, empresarios y burócratas tratan de sostener y expandir.
La elaboración de este trabajo y su publicación por IPS no constituyen sólo un emprendimiento editorial sino la continuidad y proyección de una lucha y construcción modélica. Este volumen se detiene poco después del paso de la planta al control de los trabajadores. Esperemos que nuevos tramos de la historia relaten y elaboren la experiencia en un orden “sin patrón”. |