En 1985 Ximena Cruzat y Eduardo Devés publican todos los escritos de prensa de Luis Emilio Recabarren considerado el principal gestor y dirigente del movimiento obrero de principios del siglo XX. Esta obra –reeditada el año pasado– destapa de mano propia no sólo cuál fue el pensamiento de esta figura, sino que también ayuda a pensar el presente y el futuro de los trabajadores en Chile. Sobre Recabarren sabemos de 640 textos de prensa y escritos de distinto tipo que realizó desde Iquique hasta Concepción, y viajes a Argentina y Europa, a través de su larga vida al servicio de organizar política e ideológicamente a la naciente clase trabajadora chilena.
Un 19 de diciembre de 1924 se suicida a los 48 años de edad. Se cumplen 100 años y la izquierda, los dirigentes sindicales y la intelectualidad vuelve a hablar del líder obrero. Cajista autodidacta, primer pensador y organizador obrero de Chile y uno de los primeros marxistas de América Latina, fundó numerosos periódicos e imprentas obreras con la idea de la “emancipación de los trabajadores por ellos mismos”, promoviendo la autoorganización de los trabajadores en mancomunales, sociedades, sindicatos y huelgas. Fundó el Partido Obrero Socialista (1912) y el Partido Comunista de Chile (1922). Una figura tan importante que a lo largo del siglo XX y sobre todo hoy, tiene distintos usos e interpretaciones.
La visión salazariana: Municipalismo popular autonomista
El historiador Gabriel Salazar, premio nacional de Historia, rescata la figura de Recabarren desde su rol en el mundo social-popular. Dice algo cierto: que no se le puede ligar a los políticos nacionales tradicionales como Alessandri o Aguirre Cerda [1]. Fue claramente un resultado orgánico de los trabajadores y sus capas dirigentes en la búsqueda de responder a la realidad local. Sin embargo, la lectura de Salazar pretende disminuir la faceta política del dirigente obrero. El historiador Salazar rechaza la interpretación política de Recabarren por considerarlo ligada a una memoria del “Estado-populista” conocido como régimen presidencialista chileno que se forjó a mediado de los 30 hasta 1973. Es decir, un Recabarren más antiguo y menos institucional forjó a los sindicatos y a los partidos de izquierda que se integrarían al nuevo régimen burgués. En tiempos de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX Chile tenía otro desarrollo económico y también su régimen no integraba a la nueva clase obrera. Se trata de un Estado restrictivo, no "ampliado" a las nuevas clases populares y en donde los trabajadores no tenían “ciudadanía política”. Un país cuyas bases eran económicamente dependiente del capital extranjero, cuya mayoría era población rural y tenía a la hacienda como principal contradicción de clase. Junto a esto la naciente clase obrera, disruptiva y “con olor a pólvora”, comenzó a hacer tambalear el régimen oligárquico-parlamentario.
Ante este escenario, Salazar destaca que la labor de Recabarren no fue la de pretender que los obreros y el pueblo fueran base de maniobra de la clase dominante, sino que tuvieran inteligencia y organización. En ello destaca su labor de fundador de organizaciones obreras como mancomunales, sociedades, cooperativas cuyo centro es principalmente la resolución inmediata de condiciones de vida. Según Salazar, Recabarren evoluciona de una visión “parlamentarista” a una posición de “pueblo inteligente”. Una suerte de vía evolutiva a la liberación o “emancipación” de los trabajadores a través de la razón y la acción. Una suerte de “política popular ahora”. Apoyándose principalmente en los tiempos del Recabarren del Partido Demócrata, es decir, en donde aún no había distinción de los conceptos de democracia, socialismo o anarquismo, sino más bien en los socialistas de esa época que no se habían radicalizado como hicieron hacia los años ‘20.
Hacia 1904 Recabarren estuvo muy ligado a la organización de obreros en Tocopilla. Según Salazar, Recabarren tras consumar todas las críticas “parlamentarismo-populismo-estatal”, sólo tenía una salida lógica: desarrollar el poder local autónomo de la base popular ("socialismo tocopillano"), pero con la siguiente proyección estratégica: "adueñarse de la administración local y general del país". Esto, según el historiador, lo condujo a sopesar el potencial político del Municipio.
Sobre este punto en particular hay reflexión suficiente y pruebas que indican que, en realidad, el pensamiento de Recabarren no es el mismo en el tiempo y fue evolucionando. Pero además, no es un pensamiento que separe política local de nacional, ni menos que desligue los problemas locales del funcionamiento global de la economía capitalista y del Estado burgués chileno. Al contrario, el pensamiento recabarrenista giró en torno a proyectos e ideas globales, desde una clase social determinada y con una cada vez más pronunciada idea anticapitalista y comunista. Sergio Grez, historiador chileno, insistiendo siempre en los “porfiados hechos”, no solo cita todos los escritos de Recabarren sino que pone hincapié en cómo los viajes a Argentina, Europa y Rusia influenciaron notablemente su pensamiento además de participar directamente de la formación y debates del Partido Socialista Argentino.
Algunas interpretaciones indican que Salazar crea este aparente dirigente social obrero libre de ideologías “extranjeras” para esconder una crítica a los partidos de la Unidad Popular para así contribuir a una corriente del movimiento social en lógica autonomista. Como sea, la interpretación de este historiador descansa en la ambiguedad o en el tránsito que tuvo el pensamiento de Recabarren que fue mutando acorde el desarrollo de la organización, politización y radicalización del movimiento obrero chileno, al calor de los principales acontecimientos nacionales y mundiales de principios de siglo XX.
La lectura reformista: Recabarren para una política institucional-popular
La interpretación reformista no es una visión única, sino que engloba varias lecturas. Por un lado está el arco comunista-socialista, construido por el Partido Socialista y el Partido Comunista. Los primeros se quedaron con la generación que formó Recabarren, los segundos purgan el “recabarrenismo” en un inicio (por considerarlo demasiado pequeño burgués y reformista) y luego lo “santifican” como creador del movimiento obrero y su partido [2]. Al respecto, el historiador Jaime Massardo en su libro “La formación del imaginario político de Luis Emilio Recabarren” [3] publicado por primera vez en 2008 describe cómo el legado de Recabarren cayó por largos años en un silencio, descalificación y condena. Sólo después de esto, tanto socialistas como comunistas, crearon a un santo maestro a partir de una “hagiografía” de él, que implicó cierta “castración” y enmascaramiento. Esto se debió principalmente a la fuerte influencia del estalinismo en los jóvenes partidos comunistas del mundo, en donde se promovió la purga y el trastorno de las bases de esos partidos hacia una política de colaboración de clases y mantención del Estado soviético. El PC sepultó por un tiempo largo a Recabarren.
Esa disputa por Recabarren trajo los mismos resultados: una lectura reformista del líder. Ésta pone el énfasis en que el pensamiento recabarrenista es: 1) una combinación no excluyente de actividad sindical libre y participación política y 2) una mirada clasista, no diversa, sino que de clase. Al respecto la historia oficial comunista (Ramírez Necochea o Ljubetic) destaca precisamente esos ejes. En ellos tampoco hay cambio de carácter, estrategia ni orgánica entre el POS y el PC del siglo XX. En esta lectura, reivindicar la emancipación obrera y la agitación de masas por el socialismo no era excluyente con establecer alianzas con la clase dominante ni participar en el sistema político. Quitan el filo revolucionario del pensamiento recabarrenista y crean un apóstol del frentepopulismo, entendido como una estrategia que propone la colaboración de clases entre los trabajadores y los burgueses (o su sector progresista). Estrategia en la cual se formaría y desarrollaría el PC chileno desde 1934, en donde se adhiere por completo a este dogma. Pero como en tiempos antiguos la clase trabajadora no tenía “conquistas” como la legalidad de los sindicatos, el partido se podía permitir la combinación de “acción directa” más “juego institucional”. En este sentido, el Partido Comunista chileno no fue fundado por Recabarre, sino que por otra corriente de pensamiento, abiertamente frentepopulista y también más estalinista, quienes usaron su ex líder como “fetiche”.
A esta interpretación se le adhiere la lectura “sindical” que hacen las centrales sindicales actuales de Chile, quienes ven en Recabarren un “padre” que peleó de la mejor manera en su época pero hoy sólo hay que dedicarse a temas salariales reproduciendo la despolitización y fragmentación de los sindicatos en Chile también quitando toda faceta política, revolucionaria y comunista del líder obrero chileno.
Esta interpretación también es compatible y complementaria con la estrategia “municipalista” de la izquierda. En un seminario a 99 años de la muerte de Recabarren el ex alcalde de Recoleta Daniel Jadue dijo que sus ideas municipalistas populares son las mismas de Recabarren, como si los servicios municipales que compiten en el mercado fueran lo mismo que la asociatividad obrera de inicios del siglo XX, libre, autoorganizada y en clara independencia respecto al Estado.
La importancia de Massardo en la discusión es que permite realmente historizar toda la evolución del pensamiento de Recabarren en un “largo viaje de ideas redentoras” que van desde el anarquismo, el socialismo europeo e incluso el pensamiento cristiano. Ubicándolo principalmente como una fenómeno político latinoamericano, destaca la influencia del anarquismo y la cultura libertaria que en él representaba una suerte de “jacobinismo” chileno, que lo hizo militar varios años en el Partido Demócrata en donde los conceptos de democracia y socialismo no estaban claramente delimitados. Colindaban ideas libertarias con ideas republicanas en su pensamiento. En esos pasos le siguieron ideas internacionalistas y antimilitaristas tras los hechos de 1914, así como también estrategias federalistas muy marcadas en donde desarrolla la importancia de unificar a todas las organizaciones de trabajadores en una sola federación nacional (luego hacia la siguiente década conceptualiza su estrategia de “toma del poder por parte de la FOCh”). En cada momento fue rompiendo/superando con sus ideas anteriores, ya sea por debates en la prensa con interlocutores concretos de la época, tales como dirigentes obreros con otras ideas, periódicos de otro país o bien con un político de la clase adversaria.
El pensamiento recabarrenista también estuvo muy marcado por su mirada clasista. Motorizado principalmente por las transformaciones económicas en Chile, cuya economía al estar siendo colonizada por el capital extranjero transformó a los viejos artesanos (cuyo referente fue por años el Partido Demócratico). Aquí jugaron un papel importante las luchas democráticas de artesanos y obreros desde la disolución de la Sociedad de la Igualdad hasta la formación del Partido Demócratico. Pero los obreros eran otra cosa: despojada de todo seguro social, la joven clase obrera no tenía mediaciones ni conquistas al interior del Estado, así se la trató inicialmente con los ritmos de la plusvalía absoluta, fermento de lucha de clases que aprovechó Recabarren y su clase social.
En este marco, Recabarren es quien mejor vio el surgimiento de la clase obrera chilena como un nuevo actor revulsivo emergente y peleó no solo por darle ciudadanía sindical y política (lo cual lo acerca a la socialdemocracia europea de principios de siglo), sino también la concibió como la clase productora capaz de dirigir y gobernar la sociedad en una perspectiva anticapitalista. Pero a diferencia de la socialdemocracia europea, adoptó una posición antibelicista durante la primera guerra mundial, y no solo eso, sino que se hizo comunista apoyando fervorosamente la revolución rusa (a diferencia de los antibelicistas centristas tipo Kautsky). Esto ya lo diferencia claramente del devenir de la socialdemocracia europea y sus expresiones reformistas latinoamericanas.
Recabarren y su búsqueda por el comunismo
La segunda década del siglo XX abrió años convulsivos tanto en Chile como en el mundo. Tras la experiencia de participación política y luchas de clases (integrando la asociatividad como la acción directa) del Partido Obrero Socialista, el partido y Recabarren comienzan una rápida radicalización ideológica que los hizo enfrentar temas como el Estado, la guerra imperialista y la cuestión del poder. En este periplo Sergio Grez insiste en que jugaron un papel trascendental en su pensamiento la influencia del socialismo de la segunda internacional. Por ejemplo, el socialismo belga: su viaje a Bruselas para entrevistarse con el Bureau Socialista Internacional de Bruselas lo acercan hacia ideas del “socialismo científico” y la táctica belga del gremio, las cooperativas y la lucha política en el parlamento, en la municipalidad y en la calle [4].
Para Grez el pensamiento recabarrenista es el fundador de la cultura obrera ilustrada la cual vive su naufragio con el golpe de Estado contrarrevolucionario de 1973. En el itinerario de Recabarren destaca sus dos exilios en Argentina el primero en 1906 y el segundo en 1916 en el cual da una pelea por el socialismo dentro del Partido Socialista Argentino buscando que se unieran a las ideas de la segunda internacional. Una anécdota sobre esto: en los archivos de la tercera Internacional Comunista Recabarren es referenciado como “el argentino” por su permanente viaje y relación con los líderes obreros de dicha nación. Con esto descarta la visión autonomista de Salazar de un dirigente “puramente endógeno”.
En 1907, aún en el Partido Demócrata, ya se declara como socialista y sostiene en sus escritos que “la completa emancipación de la clase trabajadora, es la abolición completa de todas las clases sociales y su conversión en una sola forma de trabajadores dueños del fruto de su trabajo, honrado e inteligente”. El viaje a Bruselas le hizo sacar en limpio cuatro elementos fundamentales del pensamiento socialista de Recabarren: 1) los socialistas se proponen poseer por la clase trabajadora el poder estatal, 2) transformar la propiedad privada en social, 3) la organización de la sociedad sobre la base de la federación económica garantizando al productor el total del producto de su trabajo y 4) la satisfacción por la sociedad de todas las necesidades impedidas por edad o padecimiento, sumado a la idea final de que “la emancipación de los trabajadores se conquistara por medio de la abolición de todas las clases sociales”. Entendiendo esto como una idea genuinamente comunista en Recabarren.
Es aquí donde podríamos ubicar en Recabarren una idea más anti-capitalista contra la propiedad privada, la organización en clases sociales y el Estado.
Sin embargo, en él habitó también una idea “evolucionista” de socialismo. Propio del pensamiento de la época, hay un fuerte componente de evolución de la historia y marcha ininterrumpida al progreso. En donde la razón y la voluntad juegan un papel trascendental donde hay un “punto de llegada” y un “camino” el cual se se transita con mayor velocidad se consiguen los cambios históricos. ¿Este evolucionismo es la explicación del “obrerismo” de Recabarren? Su omisión de los trabajadores del campo (salvo en una mención en 1904) hace pensar que comulgaba con un socialismo que veía en el pasado un lugar a abandonar en el trayecto de los cambios y el progreso. A fin de cuentas, eran los obreros los nuevos actores sociales. Esto influenció mucho la fundación del POS y también es la base ideológica de la dimensión cultural del socialismo de Recabarren, creyente en la libertad individual y el convencimiento personal en el futuro. “La humanidad marcha hacia su perfección”, decía en 1907.
Esta visión, según Massardo, se basa en una ausencia de lectura de la praxis del movimiento obrero europeo que tenía muestras suficientes para comprobar la falsedad de la teoría evolucionista, pues más bien la historia funcionaba con contradicciones y retrocesos. Quizá resulta más preciso dar cuenta que esta fe evolucionista y de desarrollo inevitable hacia el socialismo era un sentido común de la socialdemocracia europea, que se puso en cuestión a partir de la primera guerra mundial. Las corrientes revolucionarias dentro de la socialdemocracia como las representadas por Rosa Luxemburgo, Lenin o Trotsky, fueron las que cuestionaron este evolucionismo, siendo el bolchevismo la expresión más consecuente de esta ruptura.
En efecto, con la guerra de 1914 las luchas políticas en el movimiento socialista mundial se agudizan. En 1922 Recabarren viaja a Moscú y conoce a la naciente Unión Soviética, el primer estado obrero del mundo. En esa experiencia está presente en un Congreso de la tercera internacional comunista y escucha a León Trotsky sentado a metros de Antonio Gramsci. En su escrito “La Rusia obrera y campesina” Recabarren cita el discurso textual de Trotsky referido a los problemas de hegemonía y las distinciones entre países “occidentales” y “orientales”. En los primeros el proletariado tiene más dificultades para tomar el poder pero posee mayores medios para permanecer en el poder a través de su hegemonía de clase. En los segundos el proletariado tiene más facilidades para tomar el poder pero posee menores medios para permanecer en el poder.
Sin embargo, este problema de la hegemonía y la alianza con las capas subalternas como el campesinado –debate agudo en el marxismo ruso–, no fue asimilado por Recabarren. Como político de la naciente clase trabajadora, tuvo una impronta "obrerista" producto del optimismo o idealización que se tenía del surgimiento de la clase obrera en Chile.
Creemos que poco se ha hablado de cómo esto podía ser en sí mismo una debilidad estratégica crucial: que Chile era una estructura eminentemente rural y por tanto no es posible crear hegemonía sin liberar también a los campesinos. Durante el siglo XIX más del 70% de la población era rural. Y recién en la década de los ‘30 la población urbana superó a la rural manteniéndose varias décadas en un porcentaje similar (por lo menos hasta la contrarreforma agraria y el neoliberalismo de los ‘80). En Chile se daba un desarrollo desigual y combinado donde se planteaban tareas democrático burguesas que implicaba la alianza de los trabajadores con el campesinado pobre contra la oligarquía y burguesía chilena y su nexo con el capital extranjero.
Aunque se trata de un debate que requiere de un estudio completo, creemos que el problema de la hegemonía en el pensamiento de Recabarren puede dar luces sobre su apropiación del marxismo. Junto con esto, hay otro problema crucial que surge en su búsqueda del comunismo: el problema de la toma del poder. En lo que respecta a Chile, Recabarren llegó a plantear que la clase trabajadora debía convertirse en fuerza dirigente de la sociedad chilena o “conquistar su dirección intelectual y moral” antes de la toma del poder. El partido por medio de la acción política promueve el valor de la libertad individual y del convencimiento personal y la función legitimadora de la conciencia. Llega a su formulación más clara de socialismo: los trabajadores deberán, en la lucha por satisfacer sus necesidades, en la lucha por defender sus intereses, transformarse, por la fuerza misma de las cosas, en la fuerza dirigente del proceso social y político que se desarrolla antes de la toma del poder político y será esa misma clase trabajadora “obreros y empleados de ambos sexos”, “organizados en la Federación Obrera de Chile, la que deberá ejercer después ese mismo poder”. Se trata según Massardo de una lucha por conquistar la hegemonía, por conquistar la conducción de la sociedad chilena para generar un proceso destinado a romper con la condición subalterna del mundo obrero y popular.
En una etapa de sindicalismo libre y un Estado más represivo que de “consenso”, el recabarrenismo fue el resultado de la experiencia de los trabajadores y artesanos chilenos por la "redención" de la clase, con influencia del socialismo europeo y sobre todo ruso. Sin embargo Recabarren interrumpe trágicamente su vida en 1924 cortando la posibilidad de desarrollo de esa debate y por tanto de una última evolución hacia el bolchevismo. En Recabarren no hubo mayor desarrollo de la estrategia revolucionaria, por lo mismo, su reciente aproximación a la cuestión del poder y la hegemonía se combinaba con una salida socialista evolutiva carente de momento revolucionario.
Este factor estratégico ausente trajo muchas confusiones y oscilaciones al PC chileno, sobre todo cuando el Estado chileno comenzó su crisis con intervenciones de militares en la política y donde aparece la reforma constitucional como desvío de la crisis revolucionaria de 1919 y 1924 (no olvidemos que el PC chileno terminó colaborando en 1925 con la reforma de Alessandri). Es por esto que otra veta de investigación es cómo respondió el “recabarrenismo” (o lo que quedó de él) a los test ácidos de la lucha de clases de los ‘30 en Chile, momento plagado de oscilaciones y ambigüedades.
Después en los años ‘30 el movimiento marxista comenzó a acuñar el concepto de centrismo como aquellos fenómenos políticos de la clase obrera que oscilan entre la reforma y la revolución. ¿Sería Recabarren una expresión de este tipo de fenómeno centrista? Al parecer sí, como lo fueron decenas de partidos que fueron influenciados por el marxismo europeo y ruso. Sin embargo queda claro que muchos usos e interpretaciones que se le han adjudicado son más bien lecturas poco científicas que no usan la historia como ciencia social, transformando a Recabarren en una imagen inofensiva quitando toda su faceta revolucionaria entre los trabajadores de Chile y América.
En síntesis, tomando todo este marco para una nueva interpretación del pensamiento o ideario del dirigente chileno, que ya es impresionante por todo lo que llegó a dar, quizá su principal debilidad sea el pensamiento estratégico sobre cómo tomar el poder. De ahí sale el problema de pensar concretamente cómo sería la hegemonía del proletariado en un país todavía mayoritariamente campesino y semicolonial, el problema de la liberación nacional, la insurrección, la posición frente a los nuevos fenómenos burgueses populistas como Alessandri y los primeros intentos de cooptación y formación de un estado ampliado. Todos problemas difíciles que el marxismo debía abordar para que los partidos comunistas tuvieran razón de ser en el nuevo escenario. El PC post Recabarren –ya habiendo pasado su momento ultraizquierdista en los años ’20– lo “resolvió” finalmente con una estrategia frente-populista. Devenir que significó enterrar la reflexión estratégica sobre el gobierno obrero, la toma del poder, la hegemonía y el comunismo como un objetivo estratégico a realizar.
Es tarea de los marxistas darle continuidad a los elementos más progresivos de Recabarren, abordando de frente sus ambigüedades, debilidades y vacíos con las nuevas herramientas surgidas en el marxismo como la teoría de la revolución permanente (considerando que Chile era un país profundamente atrasado y semicolonial), la hegemonía en Gramsci, etc. Y eso permite recrear una continuidad entre Recabarren y el marxismo revolucionario en la actualidad.
A 100 años de la partida de Luis Emilio Recabarren queremos hacer un homenaje a lo mejor de sus ideas para transformarlas en presente y futuro a través del estudio honesto del pasado pero también buscando obtener las mejores lecciones para los trabajadores y sus partidos. |