Moyano y Martínez, Daer y Santamaría, Venegas y Roberti. Azopardo y Balcarce. Sciolistas, macristas, massistas. Las cúpulas sindicales firmaron un documento “camino a la unidad”, se propusieron para garantizar al ajuste y plantearon sus exigencias. ¿Qué unidad necesita el movimiento obrero?
Hay que reconocer que la puesta en escena salió casi perfecta. Detrás de la misma mesa estaban los hombres que durante los últimos años cruzaron dardos y evitaron la misma foto. Cuando sonaron los flashes posaban juntos Gerardo Martínez y Hugo Moyano, Gerónimo Venegas y Víctor Santamaría, Armando Cavalieri y Juan Carlos Schmidt, Rodolfo Daer y José Luis Lingieri, Alberto Roberti y Andrés Rodríguez. Oficialistas y opositores. CGT Azopardo, CGT Balcarce y 62 Organizaciones. Sciolistas, macristas y massistas.
Fue una de esas imágenes que prepara el sindicalismo peronista, meticulosamente, cuando quiere dar un mensaje.
Antonio Caló y Ricardo Pignanelli, que compiten por quien se arrodilla más ante el gobierno, faltaron a la cita. “No queremos condicionar a nadie” dijeron. Antonio aprovechó la tarde libre para ir al acto de La Cámpora. Los pibes para la liberación le reservaron un lugar privilegiado, aunque el hombre esté imputado por lavado de dinero con fondos de sus afiliados.
Más allá de los anuncios, la unidad todavía no está sellada. Los 12 años de kirchnerismo, con sus alianzas y rispideces con las cúpulas, concluyó con una de las mayores fragmentaciones sindicales de la que se tenga memoria. Cinco centrales. La responsabilidad corre por cuenta de los dirigentes, claro. Fueron ellos los que privilegiaron sus propias disputas y los alineamientos con los políticos tradicionales.
De concretarse la unidad, será una unidad de las cúpulas, pero tendrá un significado político importante. Aunque no representan a todos los trabajadores, como los millones de trabajadores en negro, expresarían en forma distorsionada la recomposición de la clase obrera en los últimos años. Entre los gremios que se reunieron hoy representan a cerca de 8 millones de asalariados.
¿Servirá la unidad para desplegar la potencialidad de esa fuerza social?
El mensaje de la foto autografiada
Fueron los mismos voceros sindicales, entre ellos el socio de la Sociedad Rural Andrés Rodríguez, los que se encargaron de aclarar los objetivos: “la unidad sindical será imprescindible para contener el descontento social que derivará del ajuste económico que consideran inevitable” (Infobae). A nadie sorprendió. Es lo que vienen dejando trascender en las últimas semanas.
Con la movida de este miércoles el sindicalismo peronista buscó dejar claro que, gane quien gane, van a tener que tenerlos en cuenta. Pero también cuáles son sus demandas.
El documento firmado por todos los presentes - que publicamos al final de esta nota - enumera los puntos que la burocracia no quiere negociar. ¿La eliminación del impuesto al salario? Frío. ¿El pase a planta de los contratados? Helado. ¿Que no haya despidos ni suspensiones? Congelado. Las principales “demandas del Castelar”, que no promete ser un documento fundacional en la historia del movimiento obrero argentino, son puramente corporativas: “asegurar el financiamiento del Sistema de Salud para todos los trabajadores” y “sostener el modelo de sindicatos nacionales por actividad”. En criollo: la plata de las obras sociales y la vigencia del modelo sindical peronista.
Esta última parece una de las cláusulas innegociables. Defender un modelo que se puede resumir en: sindicatos regimentados por el Estado, bases obreras regimentadas por las cúpulas, cúpulas alineadas con las distintas fracciones del peronismo.
Por suerte para la burocracia, los candidatos presidenciales ya aprobaron ese punto del pliego. Como contó esta semana el periodista Ricardo Carpena, “para garantizar la paz social, Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa eligieron devolverle al sindicalismo peronista los privilegios de siempre” (Clarín).
Reunificación y después
Si Daniel Scioli logra triunfar en las elecciones presidenciales, es posible que las cúpulas sindicales se reunifiquen tras él. Ambos se necesitan y el candidato oficialista ya ha dado muestras de que se apoyará más que los Kirchner en el aparato peronista tradicional y sus “corporaciones”.
Lo que no está dicho es si podrán “contener el descontento social que derivará del ajuste”. Primero, porque un sector de los trabajadores podrá votar a los candidatos peronistas con la ilusión de conservar algo de la que han conquistado, pero no están dispuestos a entregar esas conquistas. Las fuerzas obreras todavía están intactas para poder enfrentar esos planes.
Pero además, porque hay un sector importante de la clase trabajadora que ha hecho una experiencia con el peronismo en el poder, que se ha expresado por ejemplo en los últimos paros generales. Es dentro de esa experiencia que ha crecido la influencia de los sectores combativos que tienen su referencia política en el Frente de Izquierda. Fue el sindicalismo de izquierda el que levantó las banderas en defensa del empleo, del salario, contra la precarización y la prepotencia patronal, cuando las cúpulas miraban para otro lado.
Pronuncionamiento
Nicolás del Caño, el candidato presidencial del FIT, protagoniza uno de los mejores spots de esta campaña electoral. En la primera escena, se ve a un burócrata sindical en su lujoso despacho, rodeado de sus matones. Teléfono en mano, el hombre habla con un empresario:
Tranquilo, si hay que ajustar vamos a garantizar el orden de la empresa.
La escena refleja lo que millones de trabajadores perciben de los burócratas sindicales. Pero además adelantaba lo que confirmaron los dirigentes que se reunieron en este miércoles.
Entonces Nico remata con una denuncia y una propuesta:
Las demás listas tienen compromisos con los sindicalistas traidores. Sólo el Frente de Izquierda lucha para recuperar los sindicatos para los trabajadores.
La recuperación de los sindicatos, las comisiones internas y los cuerpos de delegados es el camino para recuperar la unidad de la clase obrera, echando a los traidores.
Una gran votación al Frente de Izquierda será un mensaje a los ajustadores y un gobierno más derechista. Pero también de que miles de trabajadores quieren construir una alternativa a la burocracia sindical.