Hoy se conmemoran 100 años de la muerte del líder obrero, Luis Emilio Recabarren Serrano, a sus 48 años murió un 19 de diciembre de 1924. Figura clave en la formación de la identidad obrera, de la conciencia de clase, de un movimiento obrero “con olor a pólvora” que se forjó en la lucha contra las fuerzas armadas, en las matanzas obreras, de la autoorganización en las mutuales, mancomunales, sociedades de socorro mutuo, de resistencia, levantado periódicos, formando clubes e instituciones culturales y partidos políticos obreros para su organización.
El panorama político, social y cultural a inicios del siglo XX mostraba abiertamente la opulencia en la que vivían la aristocracia y la clase alta, mientras que la clase trabajadora y los sectores populares solo percibían miseria. Un Chile donde apenas el 2,5 % de la población podía sufragar y ser considerada ciudadana. Cabe recordar que para ser ciudadano la Constitución establecía que había que ser varón, mayor de 25 años, saber leer y escribir y además tener un bien raíz, con estos límites los ciudadanos no llegaban a 35.000 hombres. Un pais del latifundio, del peon, del inquilino, que migró con rapidez a las zonas industriales atraídos por mejores salarios. La incorporación de las provincias de Tarapacá y Antofagasta tras la Guerra del Pacífico, junto con la explotación de la industria salitrera, impulsó una súbita y poderosa expansión económica. Este auge también provocó un aumento significativo del proletariado, que en apenas diez años creció un 50 %.
La bonanza económica también estuvo vinculada a la mal llamada “pacificación” de la Araucanía que llevó al norte el trigo del despojo mapuche, y en la zona sur al comercio de lana de oveja a Inglaterra, liderado por la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, responsable además del brutal genocidio Selk’nam, amparado por el estado. Chile transitaba hacia una economía capitalista moderna, acorde a la revolución industrial en Inglaterra, con una dinámica de desarrollo desigual y combinado, pues aún tenía algunas estructuras económicas más atrasadas, como la hacienda en el campo, donde vivía el 70% de la población. Era un país gobernado por una oligarquía, déspota, que apoyaba el desarrollo del capitalismo.
El movimiento obrero se forjó en la solidaridad, buscando responder a las urgencias de la supervivencia, las mejoras laborales y la lucha social. Se diferenciaba en las organizaciones obreras y las corrientes ideológicas del socialismo, anarquismo y marxismo internacional. Recabarren lo tradujo a su manera, su pensamiento fue evolucionando, entre el sentir y el hacer marcado en el compromiso de la emancipación social.
Fue fundador del Partido Obrero Socialista (POS), luego de militar desde los 18 a los 35 años en el Partido Demócrata de Chile, con quienes rompe en 1912. Al formar el POS declaró: “El Partido Demócrata en su acción durante toda su existencia se ha unido a los partidos de la clase capitalista y enemigos del progreso de los trabajadores”. Su ruptura con la democracia burguesa ya había sido esbozada en 1907, a través de una serie de artículos titulados Democracia y socialismo, publicados en el periódico La Reforma. Allí señaló:
“He estudiado de nuevo ambos programas: el demócrata y el socialista, ¡y cuán enorme es la diferencia! El programa demócrata aparece pálido, insignificante, probando con sus expresiones la poca capacidad moral e intelectual de los obreros de Chile. Sólo contiene un programa de reformas por realizar sobre las instituciones existentes, ampliándolas, suavizándolas, democratizándolas, pero dejándolas siempre lo que son: instituciones coercitivas de la libertad dominadas por la burguesía.
La democracia proclama reformar instituciones, democratizarlas. El socialismo proclama la desaparición de las instituciones inútiles y el reemplazo de algunos por otros completamente distintos, socializándolas”. [1]
El universo ideológico de Recabarren se construyó a través de sus escritos, folletos y viajes a Argentina, Europa y la Unión Soviética. En 1922 afirmó que pudo “ver con alegría, que los trabajadores en Rusia tenían efectivamente en sus manos toda la fuerza del poder político y económico”. [2] Buscó activamente vincularse con el movimiento socialista internacional y organizar a las y los trabajadores bajo la premisa de que “la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos” tomando el legado de Marx. En este proceso, la construcción de una identidad de clase fue central. Al respecto, afirmó en 1907: “Si empujamos a la clase obrera a actuar por su bienestar, no obtendrá tan buenos frutos como si actúa empujada por su propia conciencia. Queremos primero formar esta conciencia antes de ilusionar con idealidades posibles o imposibles”. [3]
Luis Emilio Recabarren fue un activador cultural que disputó el sentido común y la conciencia política de las y los trabajadores, enfrentándose a las ideas dominantes y al determinismo social. Su objetivo era romper con la condición subalterna del mundo obrero y popular, demostrando que la realidad podía transformarse. Para ello, articuló la prensa obrera, las instituciones, la acción gremial, las cooperativas, la lucha parlamentaria y el partido político para ello.
“Yo creo que donde no hay cultura no puede haber verdadero bienestar. Mientras la clase gobernante restrinja el desarrollo de la cultura, impedirá a la vez la felicidad a que tiene derecho el pueblo” [4]
Recabarren reconocía que la cultura era un instrumento de opresión utilizado por las clases dominantes. Por ello, sostenía que el arte y la cultura debían estar al servicio del mejoramiento social de las y los trabajadores, mostrando la realidad que enfrentaban y los caminos de organización necesarios para transformarla.
En un contexto donde la gran mayoría de la población era analfabeta —la Ley de Enseñanza Primaria Obligatoria no se promulgó hasta 1920—, las expresiones artísticas y culturales del movimiento obrero adquirieron una relevancia crucial como herramientas educativas y de concientización.
El teatro fue una forma en que el pueblo se expresó y comunicó, convirtiéndose en protagonista y poniéndose en escena como un actor relevante. Un teatro creado por y para la clase trabajadora, que se convirtió en un espacio de identificación e interpretación. Las oficinas salitreras y las sedes sindicales contaban con sus propios teatros, filarmónicas, biógrafos, bibliotecas, escuelas y coros obreros, generando una verdadera Escena Obrera, no sólo teatral, sino también una escena artística, social y política en conjunto. Se realizaban jornadas de encuentro, arte y discusión en las casas socialistas, conocidos como “sábados rojos”, que incluían teatro, música y charlas o conferencias de Recabarren u otros dirigentes, donde se forjó lo que Eduardo Devés llamó la “cultura obrera ilustrada”.
Recabarren escribió dos obras de teatro: Redimida (1914), que fue puesta en escena por el grupo "Arte y Revolución", activo entre 1913 y la década de 1930, entre las actrices estaba Teresa Flores, su compañera, que además de dirigente política y sindical era actriz de los cuadros de teatro; y Desdicha Obrera (1921), publicada por la imprenta El Socialista. En sus obras, las mujeres fueron protagonistas, reflejando la lucha que Recabarren asumió, al mismo tiempo que ofreció un fuerte cuestionamiento a la iglesia y el clero. Recordemos el episodio en que se negó a jurar por Dios en la Cámara de Diputados en 1906: “Yo he venido a este recinto en virtud de la voluntad popular y no tengo por qué invocar el nombre de una divinidad en la cual no creo, para que esa divinidad sea testigo de mis promesas”. [5] El anticlericalismo fue una idea central en su obra y legado, al igual que la crítica a la cárcel clasista, pues en varias ocasiones estuvo preso. En Desdicha Obrera, los símbolos presentes se vinculan con su ideología y obra: la dignidad obrera frente a los abusos de los patrones, una actitud optimista hacia una sociedad sin explotación, y el horizonte socialista como norte. El personaje protagonista, Rebeldía, finaliza la obra con estas palabras:
“Rebeldía: ¡Ah... indiferencia humana, despierta por fin...! Interésate por la suerte ajena.Vivir en la indiferencia no es digno del ser humano… (con valentía) ¡El mundo será bueno un día! ¡Nunca lo he dudado! El maximalismo lo hará bueno. La clase obrera unida le dará el bienestar. Entonces no habrá tumbas de esta clase. ¡Viva el porvenir de la civilización! ¡Viva al maximalismo!”. [6]
El aporte de Recabarren, con todas sus contradicciones, es inmenso. Instaló las ideas del marxismo, fue un precursor del pensamiento socialista y articuló un discurso de antagonismo de clase. Develó la farsa de la democracia burguesa abogando por la independencia política de la clase trabajadora. Contribuyó a la fundación de los partidos socialistas en Latinoamérica, fue antimilitarista, anticapitalista, fundó la Federación Obrera de Chile, la FOCH, bajo principios clasistas. Fue el primer diputado obrero electo, candidato a la presidencia de forma independiente, fundador del POS que luego cambió su nombre a Partido Comunista de Chile integrándose a la Internacional Comunista. Sin embargo, hay ideas que no apropia completamente, con el desarrollo de la estrategia revolucionaria y la toma del poder, la alianza con los campesinos que constituían la gran mayoría de la población, por eso hay quienes dicen que tenía una impronta más “obrerista". Desde ahí deviene el problema de pensar concretamente como serían la hegemonía en un país mayormente campesino y semicolonial, las tareas liberación nacional, la insurrección, la posición frente a los nuevos fenómenos populistas y burgueses como el Alessandrismo y los primeros intentos de cooptación y formación de un Estado ampliado. Estas ambigüedad llevaron a mucha oscilaciones en los años 20, desde el giro ultraizquierdista del PC que tildaron a Recabarren de pequeñoburgués, o luego la adopción de la estrategia de frente popular, que buscó responder a esas ambigüedades con una estrategia de conciliación de clases y alianza con burguesía nacional.
Recabarren respondió a un “espíritu de época”, donde habito muy presenta una idea “evolucionista” al socialismo, esto influenció mucho la fundación del POS y también es la base ideológica de la dimensión cultural del socialismo de Recabarren y de la “rejeneración del pueblo” donde puso un gran acento, de una clase obrera con una moral ejemplificadora, combatiendo los llamados males sociales como el alcoholismo, machismo, etc. No actuó como un iluminado ajeno a la clase obrera, por el contrario su conciencia nace en contacto estrecho y directo con el mundo del trabajo, por ello impactó tan profundamente en el movimiento obrero en todas sus dimensiones, se trata de definitiva en una praxis de clase, aspecto en el cual reside el eje de la vigencia de su pensamiento.
Posteriormente a la muerte de Recabarren por un largo tiempo se omite su figura, los partidos comunistas abandonaron la teoría de la lucha de clases por una estrategia de conciliación, que involucra separar la revolución por etapas, una etapa democrática burguesa, y por tanto hay que hacer una revolución con sectores de la burguesía nacional, supuestamente antiimperialista, y en otros casos con gobiernos abiertamente de colaboración como el caso de la Concertación. Por su parte, el Partido Socialista que era una partido de trabajadores, con una estrategias más o menos reforma, que un sector se radicalizó en los 70 en los Cordones Industriales, pero que con el golpe militar y la transición pactada se convirtió en un partido burgués, del progresismo neoliberal. En ambos casos de avanzar con reformas dentro del capitalismo, de un capitalismo con rostro humanos, y en este caso bastante neoliberal. Esto implicó sepultar los aspectos más revolucionarios y progresivos de Recabarren, como la idea de la independencia política, del socialismo como pelea, de la FOCH y la toma del poder.
A cien años de la muerte de Recabarren, la clase trabajadora ha cambiado profundamente. Hoy, los sindicatos están más integrados al Estado, y sus dirigentes se adaptan a las legislaciones y burocracia que limitan su capacidad de lucha y su imaginario por una alternativa socialista. Hoy, las ideas de anti capitalismo y socialismo han sido reemplazadas por la estrategia de la conciliación y el acuerdo con sectores de la burguesía, del mal menor allanando el camino para la derecha y sus ideas. El neoliberalismo ha fragmentado a la clase trabajadora, volviéndola más heterogénea, racializada, inmigrante, feminizada y precaria. El plan laboral de José Piñera impuso el multirut y la subcontratación, la fragmentación, “divide y reinarás”, con derechos como la huelga efectiva y la negociación colectiva severamente reducidos. Se ha domesticado de tal forma el movimiento obrero que las peleas son mínimas, con al decir de Recabarren, lo que hacen es suavizar las instituciones existentes.
Recabarren, sin embargo, dejó un legado que trasciende las luchas sindicales. Durante la Matanza de la Escuela Santa María de Iquique en 1907, los obreros, enfrentados a la represión les dijeron a los trabajadores bolivianos, peruanos, que se fueran, ellos se negaron y respondieron “Con los chilenos vinimos, con los chilenos morimos”, “no somos bolivianos, ni peruanos, somos obreros”. Las banderas en las salitreras no eran solo chilenas, esa era la unidad del movimiento obrero con olor a pólvora. Esta unidad no solo representaba una lucha gremial, sino una lucha por la humanidad. Es esa misma unidad la que necesitamos hoy frente a un contexto cada vez más reaccionario, como lo demuestra la nueva ley de migraciones que busca dividirnos con su enfoque xenófobo e individualista o la respuesta de repudio ante el genocidio en curso en Palestina. La clase trabajadora ha aumentado exponencialmente las últimas décadas, es la clase productora, la que mueve el mundo y que unida es invencible. Aquí entra un debate muy actual, ¿la unidad con quién? ¿Independencia de clase o conciliación de clases?
La rebelión de octubre volvió a esta encricijada, puso sobre la mesa grandes demandas sociales: educación gratuita, fin de las AFP, salud sin listas de espera, y una Asamblea Constituyente libre y soberana. Sin embargo, desviaron al camino institucional la gran fuerza social con el acuerdo de "Paz y Nueva Constitución", negociaron con los sectores de la burgesía y salvando al gobierno responsable de violaciones a los DDHH.
El reflujo ha golpeado a amplios sectores y ha pasivizado las movilizaciones. Las y los dirigentes frecuentemente culpan a la base, de la despolitización, del individualismo, de la poca participación, lo cual es lo menos Recabaarrenista en algún sentido. Recabarren no se quejaba del bajo nivel cultural de la clase obrera, sino que hacía un fuerte combate de ideas a los aspectos más atrasados orientado a la pedagogía política, lo de la cultura, los periódicos, etc, ponía toda su energía para fomentar estos espacios, en volver sujetos políticos a las y los trabajadores.
Recabarren luchó contra el atraso cultural, contra el alcoholismo, el poder de la iglesia, el machismo y el individualismo, confiando siempre en la fuerza organizativa de los trabajadores. Parte de su legado actual es levantar una alternativa de izquierda de las y los trabajadores, independiente del gobierno, que se proponga la lucha por otra socialidad.
Esta es la disputa en el campo que realizamos desde las casas socialistas que levantamos junto al Partido de Trabajadores Revolucionarios, Casa marx en Santiago y Valparaíso, la Casa Desierto Rojo en Antofagasta, fomentando instancias sociales, culturales, artísticas, politicas, de debate, de encuentro, de formación, de ocio, promoviendo la organización y diseminando ideas marxistas. Se trata hoy de dejarnos remover y estremecer nuestro quehacer para ampliar el imaginario político en la lucha por el socialismo.
“Mañana no existirá la tiránica explotación del hombre por el hombre. Y
entonces todas las miserias, todas las ruindades, las injusticias, todas las
infamias habrán desaparecido” [7] |