Según varios agentes de inteligencia estadounidenses, Turquía está acumulando importantes fuerzas militares en la frontera turco-siria, desde la caída del régimen de Bashar al-Assad, cerca de la ciudad de Kobane. Según el Wall Street Journal, el contingente movilizado estaría formado por varios miles de milicianos, comandos del ejército turco y numerosas unidades de artillería. Según fuentes estadounidenses, una “invasión podría ser inminente”.
Mientras que el Ejército Nacional Sirio (ANS), apoyado por Turquía, ha lanzado una serie de incursiones contra posiciones ocupadas por fuerzas kurdas desde el colapso del régimen de al-Assad, el régimen turco parece estar preparándose atacar desde el norte.
Derrotados en Tall Rifaat el domingo 8 de diciembre, los combatientes kurdos tuvieron que abandonar Manbij el lunes tras un acuerdo entre Estados Unidos y Turquía. Desde el 10 de diciembre, Kobané está sitiada mientras que Deir-ez-Zor cayó el día 11.
En una carta dirigida a Donald Trump, comentada por el WSJ, Ilhan Ahmed, miembro de la administración de las regiones kurdas, indica que una invasión turca tendría "consecuencias catastróficas" y pondría en peligro a "200.000 civiles kurdos en la ciudad de Kobane".
Siguiendo el modelo de la invasión de 2019, Turquía podría intentar ampliar la zona de amortiguación a lo largo de la frontera de 800 kilómetros que la separa de Siria y, en palabras del gobierno turco, "completar el corredor de seguridad". Con el objetivo inmediato de aniquilar a las fuerzas kurdas e impedir la formación de una región kurda autónoma que podría alimentar el deseo de autodeterminación de la minoría kurda en Turquía. El régimen turco pretende aprovechar la oportunidad que ofrece la caída de Bashar al-Assad para ampliar su control del territorio sirio y fortalecer sus posiciones regionales.
No hay indicios de que Washington no vaya a abandonar a los kurdos a su suerte. Como señala Gilles Dorronsoro, profesor de La Sorbona, "Erdogan no cederá y Estados Unidos se encuentra en un período de transición sin una política clara. Sabemos que los drones turcos llevan años atacando al PKK en Siria, sin que los estadounidenses hayan encontrado nada malo en ello. En realidad, las regiones kurdas no son una prioridad para ellos, en la medida en que la lucha contra el Estado Islámico se desarrolla en las regiones árabes". Si las YPG pudieran beneficiarse del apoyo de Estados Unidos contra el Estado Islámico, Washington podría preferir adaptarse a la política de su aliado turco, miembro de la OTAN. Una prueba más del peligro mortal de colaborar con el imperialismo.
Tras el fracaso de las negociaciones para un acuerdo de alto el fuego entre los kurdos sirios y Ankara, bajo la égida de Estados Unidos, el pasado viernes, la concentración de tropas turcas en la frontera es sumamente preocupante y augura lo peor para el pueblo kurdo.
Mientras las diversas facciones que derrocaron a Bashar al-Assad intentan extender su control sobre todo el territorio sirio, las potencias regionales están aprovechando el caos regional para promover su agenda reaccionaria. Israel, al sur, tomó el control del Monte Hermón y una nueva parte del Golán, mientras atacaba a Siria más de 500 veces. Mientras Rusia intenta negociar el mantenimiento de sus bases militares con las nuevas autoridades, Turquía quiere reducir a polvo las regiones autónomas kurdas y extender su control sobre Siria. Frente a Turquía, Rusia y la colonización israelí, la movilización de las masas populares de la región, independientemente de las facciones explotadas por las potencias que intentan aumentar su control sobre la región, es más necesaria que nunca para evitar una catástrofe que está todavía no es inevitable. |
