El sábado 28 de diciembre en el Estadio Cubierto Malvinas Argentinas, el Tano Marciello conmemoró a la banda que lo tuvo al frente junto a Ricardo Iorio y marcó su huella en la historia: Almafuerte. Acá te contamos los detalles.
Fue el sábado 28 de diciembre y desde temprano por la tarde el Estadio Cubierto Malvinas Argentinas se preparaba para vestirse de gala. Con aroma a festejo y fragancia de nostalgia por el tiempo pasado, con la jarrita de fernet pasando de mano en mano y unos coros que resuenan “Iorio es lo mas grande del Heavy nacional”, el metal resplandecía en las inmediaciones de la calle Gutenberg.
Al costado del ferrocarril, millares de almas se agrupaban para hacer la previa al costado de las vías del ferrocarril. Habrá sido el punto geográfico del mundo con mayores niveles de remeras de V8, Hermética y ni que hablar de Almafuerte y Iorio per cápita más grande del mundo.
Pasadas las 21hs entre tangos y voces a capela, se fue formando el clima para que de a poco, en la pantalla de fondo, comenzaran a aparecer las fotos de los primeros pasos de Almafuerte. Veíamos a un joven Tano, al pie del cañón, junto al fundador de Almafuerte. Pero cuando apareció solo la imagen de Ricardo Iorio, la tensión eléctrica que sobrevolaba el estadio simplemente dió su descarga a tierra y todo se fundió en un solo aplauso, bien compacto y cargado de emotividad. Acto seguido empezó a sonar “El pibe tigre”. Si. Así abrió CTM y como una patada en los dientes, Melina Marciello (batería), Leo Radelli (bajo y voz) y Giuliano Noe (guitarra), la banda que acompaña al Tano; salieron a la cancha, a ganar o morir.
Semejante fue la forma de abrir un show donde se celebra el legado de una de las bandas más icónicas del metal pesado argentino. Todo lo que siguió después fue una trompada atrás de otra. Entre los primeros temas sonaron “Mano brava” y “Del entorno”.
En una pausa, se veía la bandera argentina pintada sobre un tanque militar. Todo remite a la guerra de Malvinas, haciendo honor al nombre del estadio. Mientras la imagen se aleja, el estadio es testigo de un audio real de la guerra, mientras dos soldados de la fuerza aérea van comentando una maniobra que se dirige hacia una acción ofensiva. La misma termina impactando sobre un buque de guerra británico y es celebrada por el estadio mientras se canta fuerte “¡El que no salta es un inglés!” y en ese clima empezó a sonar “El visitante”.
En un momento el Tano dijo “Bueno, se van las primeras dos listas…” y las regaló al público. Sin embargo, si el show hubiese terminado allí, sin dudas hubiera sido una gran fecha. Pero no, había mucho más todavía. Y como es tan grande y variado el repertorio de Almafuerte, hubo espacio para temas acústicos. Y así sonaron temas como “Motivo ciudadano”, “Zamba de resurrección” y “Mi credo” donde se escuchó la voz de Ricardo Iorio. A esa altura el show ya no tenía punto de retorno, todo iría creciendo a niveles tan emotivos que el propio Tano se permitió por un momento darse vuelta, de espaldas al público, para mirarlo cantar a Ricardio Iorio ¿que habrá sentido su corazón? Con exactitud nunca lo sabremos, pero de seguro algo muy bello que fue acompañado por el coro del estadio.
Como en toda conmemoración debe haber invitados de lujo y esta no fue la excepción por eso fueron invitados a ser parte del escenario el baterista David Valencia, hijo de Bin Valencia, quien fuera el baterista de Almafuerte. Pero para hacerla realmente de lujo, el Tano invitó al centro de la escena a Beto Ceriotti quien fue el bajista de Almafuerte. Así, entre abrazos de bienvenida tocaron “Debes saberlo” y “Patria al hombro” que fue cantada tanto por Leo Radelli como por Melina Marciello y el público que, a esa altura, ya deliraba de emoción.
El Tanto volvió a arrojar de regalo la tercera lista y de apoco se entraba en la recta final. Pero vale la pena destacar también que el decorado fue a tono con la portada del disco “Toro y pampa”. Apreciamos unos grandes telones, del piso hasta el cielo, formando un horizonte pampeano y “purpleano”, con las tranqueras que acompañaban a la bateria y hasta el “Caballo negro”, relinchando y erguido, con el logo de CTM en un costado. Fue simplemente un lujo de presentación. Por supuesto, el Tano agradeció a todos los que trabajaron para hacer posible este festejo.
Mientras las banderas decoraban el estadio, los brazos no paraban de alzarse, hacer cuernitos y apretar los puños mientras los abrazos amistosos recorrían las gradas y el campo almafuertero. Hasta hubo espacio para escuchar la voz de Iorio recitando un poema de “Almafuerte” y hablamos de “Piu Avanti” de Pedro Bonifacio Palacios de quien Iorio tomó el pseudónimo del poeta para darle el nombre a la banda que quedó en la historia grande de la música.
Millares de almas corearon todas las canciones de Almafuerte. Fue así, durante más de tres horas de show! Tres horas de show que incluyeron 39 canciones, pero que en realidad fueron 40 porque cerraron la noche ya de domingo, pasadas las 00.20hs y sonó “Sirva otra vuelta pulpero”. Mientras el público se preparaba para retirarse, bien lleno de Almafuerte, con altas dosis de metal en sangre, el Tanto y los suyos arrojaban una lluvia de púas. Tal vez la más hermosa lluvia que podamos apreciar y más aún viniendo de un guitarrista tan vigente como es el Tano.
Imagino que en los próximos encuentros de los años por venir, entre amistades de tierra adentro, quienes hayan presenciado esta conmemoración, podrán festejar sonriendo “Bajo el sol, compartiendo entre amigos, carne asada, pan y vino”.