El sistema electoral argentino es fuertemente presidencialista y por voto directo; la población elige entre seis fórmulas presidenciales.
Las candidaturas que se presentan son el resultado de las pasadas elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) del mes de agosto, un mecanismo proscritivo impuesto por el gobierno de Cristina Kirchner en 2009. Las PASO definen que los partidos habilitados a presentarse a las elecciones nacionales sólo pueden ser aquellos que obtengan al menos el 1,5% de los votos válidos en las primarias.
En el sistema político argentino no hay posibilidad de pactos post-electorales, como sucede en el Estado español, Grecia o Portugal. Si el candidato más votado obtiene más del 45% de los votos válidamente emitidos, o más del 40% y una diferencia de 10 puntos con el segundo, resulta elegido presidente. De no ser así, se va a una segunda vuelta electoral o “ballotage”, donde el candidato más votado enfrenta al segundo. De haber segunda vuelta en Argentina, éstas tendrían lugar el 22 de noviembre.
Los candidatos
Daniel Scioli, el candidato del oficialismo, es un ex motonauta, empresario y actual gobernador de la provincia de Buenos Aires. Representa un sector de derecha en el peronismo, hijo político del menemismo neoliberal de los años ‘90. Resultó electo en las primarias del Frente para la Victoria (FpV), la formación del sector oficialista (kirchnerista) del peronismo. Según las encuestas, es el candidato con más chances de ganar las elecciones.
Mauricio Macri, el principal candidato opositor y actual alcalde de la ciudad de Buenos Aires, la capital del país. Hijo de un gran empresario, neoliberal confeso, lidera un partido populista de derecha, conservador. Es el candidato que según las encuestas podría quedar en segundo lugar y llegar a una segunda vuelta contra Scioli.
Sergio Massa, el tercer candidato en intención de voto, representa otro espacio proveniente del peronismo, al que apoyan varios gobernadores de provincias y sectores de la burocracia sindical. Anteriormente fue jefe de gabinete del kirchnerismo. Tiene un discurso represivo de “mano dura” y se propone como alternativa dentro del peronismo al ciclo kirchnerista.
Nicolás del Caño, es el candidato del Frente de Izquierda y los Trabajadores. El candidato más joven, con 35 años, lidera la coalición de partidos trotskistas y es dirigente del Partido de Trabajadores por el Socialismo (PTS). Las últimas encuestas de intención de voto lo sitúan en cuarto lugar con un porcentaje que podría superar el 5%. Su candidatura, expresión de una izquierda obrera y anticapitalista, se convirtió en un fenómeno muy dinámico en las redes sociales y ha ganado una importante influencia entre los trabajadores, las mujeres y la juventud. Su compañera de fórmula, Myriam Bregman, también del PTS, es una reconocida militante por los Derechos Humanos y fue la abogada de Jorge Julio López, desaparecido en 2006 tras sus declaraciones que condenaron al genocida Miguel Etchecolatz a prisión perpetua.
Margarita Stolbitzer, es la candidata de una coalición entre la UCR (el partido tradicional-conservador de las clases medias en Argentina) y otros sectores de centro, anti peronistas. Representa lo que en Argentina se conoce como la oposición “gorila” (antiobrera).
Adolfo Rodríguez Saá es un candidato sin proyección electoral, también proviene del riñón del peronismo, pero tiene poca ascendencia entre los “barones” provinciales del Partido Justicialista (PJ).
Los programas
Aunque se presentan seis candidatos a las elecciones, durante la campaña sólo se han expresado dos propuestas políticas: la de los distintos candidatos capitalistas, que proponen de uno u otro modo que la crisis económica que ya está impactando en Argentina la paguen nuevamente los trabajadores y el pueblo; y las propuestas políticas de los candidatos del Frente de Izquierda y los Trabajadores, que proponen que la crisis la paguen los que la generaron, los capitalistas.
Los asesores económicos de los principales candidatos (Scioli, Macri y Massa), pasaron por todos los gobiernos capitalistas de las últimas décadas y son verdaderos especialistas en hacer ajustes, devaluaciones y “tarifazos” contra los trabajadores y el pueblo.
Sin el viento de cola que empujó el crecimiento económico de la región y agotados los “beneficios” de las sucesivas devaluaciones del salario, con un proceso inflacionario que hasta ahora solo han podido controlar enfriando la economía, con un fuerte déficit fiscal que el gobierno viene sorteando haciendo crecer el peso de la deuda en moneda local y extranjera, y un superávit comercial que cada vez se acerca más al punto neutro, todos coinciden en que hay que aplicar un ajuste. Las únicas diferencias (y muy leves) son con qué ritmo o velocidad debe aplicarse. El ejemplo a seguir es Brasil: imponer la devaluación y un ajuste brutal contra los trabajadores y el pueblo.
Aunque la realidad es que hace años que ya se aplica un ajuste a cuentagotas en Argentina, con despidos, inflación, bajas salariales. En el último año, los trabajadores en Argentina perdieron el 5% del salario. Ahora mismo hay suspensiones y despidos en la industria automotriz, como en Lear, o en multinacionales imperialistas como Coca Cola. Obviamente la burocracia sindical, enrolada con uno u otro de los candidatos presidenciales, mira para otro lado ante estos ataques.
Cuando el establishment y todos los candidatos capitalistas están discutiendo abiertamente la agenda de ajuste, sólo el Frente de Izquierda de Nicolás el Caño propone una alternativa a ese programa.
Una alternativa política de independencia de clase
La izquierda, representada por la fórmula presidencial de Nicolás del Caño y Myriam Bregman del FIT plantea lo opuesto. Tocar los intereses de los capitalistas para tener aumento de salario con básico igual a la canasta familiar, prohibición de suspensiones y despidos, plan de viviendas populares y obras públicas para terminar con el paro y con el déficit habitacional, entre las medidas urgentes a implementar.
Sus propuestas: un salario mínimo igual a la canasta, poner fin a la precariedad laboral, conquistar el 82% móvil para los jubilados y pensionados, construir 4 millones de viviendas, terminar con la pobreza extrema, prohibir las suspensiones y despidos y que se repartan las horas de trabajo sin reducción salarial, aumentar los impuestos a las grandes fortunas, dejar de pagar la deuda y nacionalizar la banca y el comercio exterior, el petróleo, la minería, la industria para que los principales resortes de la economía nacional sean gestionados por los trabajadores, establecer el monopolio del comercio exterior, entre otras medidas, representan el único programa realista si se quiere evitar que la crisis la vuelvan a pagar los trabajadores. Un programa que sólo puede imponerse afectando los intereses de los grandes empresarios.
Defendiendo estas ideas y propuestas, con un claro signo anticapitalista, todo indica que el FIT va a hacer una gran elección este domingo. |