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La Izquierda Diario
5 de noviembre de 2015 Twitter Faceboock

Informe Especial
Daniel Solano, un desaparecido del “modelo”
Daniel Satur | @saturnetroc
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https://www.youtube.com/watch?v=NOYrIYfcXZM

El 5 de noviembre de 2011 el joven trabajador rural salteño fue visto por última vez en Choele Choel (Río Negro). Tras cuatro años de impunidad, presentamos el documental “Daniel Solano, golondrina ausente”.

Link: https://www.laizquierdadiario.com/Daniel-Solano-un-desaparecido-del-modelo

“El estado de los obreros en el ingenio es mísero y desastroso, la explotación inicua y el trabajo brutal. (...) El trabajo de la mujer y del niño se explotan con igual intensidad en Cuyo que en el resto de la República, y acaso más en la época de cosecha.” (Juan Bialet Massé, 1904)

“Esta ’década ganada’, para los peones rurales, no existió. Y lo de Daniel Solano viene a pegar un cachetazo, justamente, en este ’relato’ que habla de lo contrario.” (Raúl Godoy, 2015)

Estas dos frases, dichas con más de un siglo de diferencia, sintetizan uno de los dramas latentes y vigentes de la clase trabajadora argentina: la superexplotación de los trabajadores del campo. Los “peones”, los “cuartas”, los “golondrina”. Los últimos orejones del tarro del que se nutren unos pocos para multiplicar sus fortunas a base de la sangre, el sudor y las lágrimas ajenas.

El caso de Daniel Solano es la expresión más extrema de una larga historia de esclavitud legalizada, persecución institucionalizada y muerte planificada. Y también de impunidad.

Este medio le ha dedicado ya muchas notas y artículos al caso de Daniel. Sin embargo nos vimos obligados a ir un poco más allá. El silencio cómplice para con los culpables de parte de los grandes medios de comunicación nos llevó a viajar directamente a Choele Choel, la ciudad donde desapareció Solano en noviembre de 2011.

Como era previsible, allí nos encontramos con mucho más que el relato de la desaparición de una persona. Nos encontramos con la radiografía caliente de un sistema de superexplotación de seres humanos en beneficio de un puñado de empresarios que cuentan, para consumar sus planes, con el encubrimiento y la complicidad de funcionarios políticos, policías, burócratas sindicales, jueces y fiscales.

Un silenciado que grita

A Daniel Solano lo estafaron. Durante mucho tiempo le pagaron mucho menos de lo que le habían prometido antes de que emprendiera el viaje desde su Salta natal hacia Río Negro.

A Daniel Solano lo acallaron. Cuando con sus principios y su indignación quiso levantar la voz en nombre de la palabra empeñada y de los derechos de los que se habla en la escuela, en la televisión, en las oficinas de Trabajo.

A Daniel Solano lo emboscaron. Aprovecharon una noche oscura para sacarlo de un boliche y llevarlo a un sitio más oscuro aún.

A Daniel Solano lo desaparecieron. Para que deje de quejarse. Para que no “contagie” a sus pares. Y para que esos pares aprendan, de una buena vez, a bajar la cabeza y laburar sin chistar.

Una ciudad que habla

Un equipo de Pateando el Tablero, el proyecto audiovisual de La Izquierda Diario, viajó a Choele Choel a mediados de año. Allí nos encontramos con Gualberto Solano, el padre de Daniel que acampa desde fines de 2011 frente al juzgado local a la espera de justicia y de que le digan qué pasó con su hijo. También dialogamos con Sergio Heredia, el abogado salteño que llegó a Choele a investigar y querellar todo lo que hiciera falta. Y entrevistamos a varias mujeres y hombres rionegrinos, comprometidos con la lucha de Gualberto y hartos de tanta impunidad.

Hasta hablamos con el cura del pueblo, quien al comprender quiénes son los verdaderos “dioses” del lugar terminó asilando en un cuarto de la iglesia a Heredia, quien sufría constantes amenazas y amedrentamientos.

Del conjunto de charlas, entrevistas y documentación analizada, se desprende que el caso de Daniel Solano marcó un antes y un después en Choele Choel y en todo el Valle Medio. Porque Daniel desapareció a pedido de la multinacional belga Expofrut y de la tercerizada cordobesa Agrocosecha. Porque Daniel fue “chupado” de un boliche por policías, pero desde entonces todos los que tuvieron que hacer algo no lo hicieron. Porque desde los dueños del boliche hasta los jueces que pasaron por la causa son siervos domesticados al servicio de Expofrut y Agrocosecha.

Porque entre los cómplices políticos de los empresarios esclavistas hay peronistas, kirchneristas, radicales y macristas.

Pero también porque, desde que aparecieron Gualberto, sus abogados y sus carpas, la gente se dio cuenta de que había que gritar bien fuerte “¡basta!”

Un modelo que mata

Cuando se ingresa por primera vez a Choele Choel el impacto es enorme. No es común que en un pueblo tan chico y tradicional el rostro y el nombre de una sola persona se multipliquen en infinidad de paredes, en formato de grafittis, stencils y hasta murales. Es que, justamente, la historia que encierra Daniel Solano se empecina por salirse de lo común. Aunque, como dice una de las entrevistadas en el documental, nadie desconoce que en Choele Choel a “los chicos problema” se los termina llevando el río.

Con el tiempo los ojos de Daniel Solano se transformaron en el ícono interpelador de Choele Choel.

“Las paredes son la imprenta de los pueblos”, dijo Rodolfo Walsh, el periodista y escritor desaparecido por la dictadura militar, nacido en Lamarque, el pueblo vecino de Choele. En Lamarque, precisamente, está ubicada la planta de Expofrut para la que trabajan miles de “golondrinas” como Daniel.

El documental Daniel Solano, golondrina ausente demuestra que, pese al relato oficial que habla de derechos recuperados y de “un país con buena gente”, para gran parte de la clase trabajadora argentina las condiciones de superexplotación, las penurias y hasta la forma de morir no han cambiado a lo largo de las décadas. Ni siquiera a lo largo de esta supuesta “década ganada”.

Vale recordar que, al igual que Julio López, Luciano Arruga y tantos otros, el de Daniel Solano no es un nombre que se la haya escuchado pronunciar nunca públicamente a Cristina Fernández de Kirchner. Todo un símbolo.

El equipo de Pateando el Tablero agradece a todos quienes colaboraron para este documental. Y se compromete a seguir levantando el nombre de Daniel Solano como una bandera de lucha.

¡Daniel Solano, presente!

 
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