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La Izquierda Diario
15 de noviembre de 2015 Twitter Faceboock

Tribuna Abierta
Alfonso Prat Gay y la tercera Batalla de Cepeda
Hernán Moreno | Sociólogo y docente de la Universidad de Buenos Aires

El expresidente del Banco Central durante las presidencias de Duhalde y Néstor Kirchner, hoy economista de Cambiemos, hace unos días dio una conferencia sobre educación. Tuvo declaraciones polémicas que repercutieron en gran parte del arco político y social.

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Declarando Prat Gay ante los asistentes a dicha conferencia, sobre la “llegada de caudillos del interior”, y que “ nos dejamos coptar por caudillos que no importa de donde vienen”, es fundamental realizar un breve análisis sobre sus dichos, ya que es en este momento donde la clase burguesa y sus mecanismos discursivos de dominación operan sobre el conjunto de los explotados para generar una conciencia de apego a la democracia burguesa y sus candidatos políticos.

Así, al escuchar otra vez el audio en el cual Alfonso Prat Gay, referente de Cambiemos, la alianza de la derecha capitalista que pretende este 22 de noviembre conducir la continuidad del proceso de acumulación capitalista en Argentina, creo que es conveniente conectar sus dichos con la continuidad de un proceso socio-económico que generó las condiciones de inserción del país en el proceso mas general de acumulación de capital a nivel mundial.

Estando tan de moda hablar de “dos modelos de país” que se estarían disputando el estado garante de la explotación de los que solo tienen su capacidad de trabajar para ofrecer porque fueron víctimas de un despojo de sus medios de producción, sus tierras, su derecho a autodeterminarse como grupo social, cabe recordar que en la conformación del estado nación argentino, hubo intereses que enfrentaron dos “modelos”. El interior y al puerto de Buenos Aires cada uno con sus elites dominantes que buscaban implantar desde su visión las relaciones capitalistas de producción de modo más estable y continuo a la totalidad del territorio y las clases a ser explotadas por cada una de estas clases poseedoras.

En 1859 se produce la segunda batalla de Cepeda donde la confederación Argentina vence a la Buenos Aires secesionista desde 1853 pero el peso económico del puerto termina imponiendo sus condiciones al interior y a sus caudillos federales. Paradojas de la historia, dos años más tarde en la batalla de Pavón frente a un triunfo seguro del interior federal, las intrigas y presiones económicas de Buenos Aires terminan imponiendo su victoria y el predominio del puerto y su “modelo” sobre el interior de los caudillos. Desde allí avanzará rápidamente la consolidación de un proyecto de país con centro económico, social y cultural en el Río de la Plata y su elite ganadera frente a las economías regionales del interior conducidas por las clases dominantes de las provincias pero que subordinadas terminan siendo socias de la clase burguesa ganadera y comercial de Buenos Aires consolidando la conformación de un país donde la fuerza militar e ideológica someterá a los grupos étnicos originarios, al gaucho, al campesino y a la incipiente clase obrera para ser reconvertidos como fuerza de trabajo disponible para el capital y su acumulación.

Un discurso dominante profundamente discriminador, racista, constructor de una otredad negativa, inferior operó desde la elíte ilustrada porteña hacia los caudillos del interior. El Chacho Peñaloza, Facundo Quiroga, Felipe Ibarra, fueron asimilados a la barbarie, el atraso, las costumbres animales y la incivilización.
Caudillos que muchos de ellos sin embargo eran parte de las clases dominantes del interior que tenían su propio proyecto de dominación sobre los sectores populares de sus provincias, al igual que el proyecto del puerto sobre sus propios sectores populares. Pero la dicotomía civilización o barbarie se trasladó y sedimentó fuertemente sobre esas clases populares de las provincias que desde Buenos Aires eran y siguen siendo vistos como la barbarie y el estado de naturaleza, que portan como mandato casi “genético” su condición de inferior y sometido a quien lo mande, la clase capitalista.

Los dichos de Prat Gay como exponente quizás de la continuidad de la elite ilustrada de Buenos Aires (cabe aclarar que Prat Gay proviene de una familia burguesa azucarera de Tucumán, siendo un hijo pródigo de la elite dominante de esa provincia) siguen reproduciendo los resquemores de la derrota de Cepeda de 1859. Un desprecio hacia esos que vienen del interior, que diariamente son explotados tanto por las clases capitalistas porteñas, de las provincias así como las extranjeras y sus empresas que se montan sobre ese discurso diferenciador y discriminador hacia un sector de la fuerza de trabajo nacional (en este caso los habitantes del interior) para legitimar la sobreexplotación y precarización de las condiciones laborales de la clase trabajadora a la que buscan estigmatizar.

Hablar de que “cada 10 años nos dejamos cooptar por un caudillo que viene del Norte, del Sur, no importa de donde viene, pero de provincias con muy pocos habitantes..” reproduce esa lógica que atravesó la conformación de Argentina como estado capitalista durante el siglo XIX. Denostar al caudillo, necesariamente lleva a denostar primero a ese proyecto que aunque militarmente triunfó en Cepeda (el de las clases dominantes del interior y sus caudillos) tuvo que subordinarse ante el poder del puerto y su elite, pero sobre todo a los que ese proyecto tenía como base social a ser usada como fuerza de trabajo y ahora se incorpora como trabajador con una carga negativa e inferior respecto a sus hermanos de clase de la ciudad capital. Una diferenciación que reforzó la división a lo largo de los años posteriores al interior de la clase obrera argentina incorporando y reproduciendo la construcción cultural despectiva ensayada por los Mitre, los Sarmiento, los Roca, y sus continuidades históricas en la actualidad respecto a los que provenía del interior.

Prat Gay reforzando su lógica que busca antagonizar con esas montoneras bárbaras de las provincias nos dice: “no vaya a ser que en el 2020 estemos hablando de fulano de tal que vino, no se, de Santiago del Estero.. apareció de la nada y resulta que se quedó con todo el poder”...
Contundente y clarificador, Apelando a la “nada”, a esa forma de vida invisibilizada por el discurso dominante. Porque no hay grandes diferencias entre la nada y el “desierto”, la barbarie, el atraso. Y además buscando legitimar un derecho casi histórico de que el poder económico y político debe recaer en Buenos Aires como centro hegemónico del proceso de acumulación de capital en Argentina.

Es necesario romper y atacar esa lógica de dominación desde este caso el discurso social que las clases dominantes intentan imponernos a los explotados, no para apoyar los proyectos o salidas “caudillistas” del interior, sino para borrar las fronteras ideológicas y de diferenciación entre los explotados por el capital para buscar nuestra propia salida a la dominación que sufrimos como clase, y protagonizar nuestra propia batalla de Cepeda contra los dos modelos de país en cuestión.

 
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