Foto: Manifestación en Berlín / Klasse Gegen klasse
“Bienvenidos refugiados”, fue el grito de más de 4000 estudiantes que marcharon desde la plaza central Potsdamer Platz hasta un centro de acogida para refugiados. Siguieron la convocatoria de una coalición de organizaciones sociales, de izquierda y de refugiados que organizó ya su segunda huelga este año, con el objetivo de dar una fuerte señal contra la política de asilo del gobierno. La protesta no tuvo como blanco solo al gobierno, sino también los movimientos y partidos xenófobos como Pegida y Alternativa por Alemania.
A las 10 de la mañana la Plaza se empezó a llenar de estudiantes que llegaron en cortejos desde distintos barrios, movilizando a estudiantes de los diferentes colegios hacia la manifestación principal. Otros cientos llegaron con sus amigos o compañeros de colegio, para protestar juntos contra el racismo. Muchos jóvenes se pintaron de color o con frases como “Ningún hombre es ilegal”, además de llevar pancartas creativas.
Al principio de la marcha, un joven de la Juventud Comunista Revolucionaria aclaró que “con esta huelga, como juventud – estudiantes universitarios, secundarios y jóvenes trabajadores– demostramos claramente nuestra solidaridad hacia los refugiados. ¡Demostramos que la juventud no va a aceptar el racismo del estado y de la derecha!“
Estudiantes de los colegios Jane Addams y Anna Freud, que son colegios técnicos para futuros trabajadores sociales, destacaron en sus intervenciones que para ellos la palabra social significa “ser solidarios con los refugiados y luchar contra el racismo”. Además plantearon que la lucha contra los movimientos y partidos racistas tiene que confluir con la lucha contra el racismo en el sistema educativo y por la apertura de los colegios a los refugiados.
La Juventud combativa en la calle
Cuando empezó la marcha se habían reunido más de 4.000 personas. La impresionante cantidad de estudiantes movilizados puso de manifiesto el odio hacia el imperialismo alemán frente el Ministerio de Defensa y hacia la casta política, frente la sede de la CDU gobernante. En el recorrido, la manifestación se solidarizó con un centro juvenil de izquierda con mucha tradición, Drugstore que está amenazado de desalojo.
La pancarta principal de la manifestación fue llevada por estudiantes junto a refugiados afganos que son amenazados de deportación. Mientras que las fuerzas armadas extienden su intervención y aumentan la tropa, el gobierno quiere llevar adelante una ofensiva para echar a los refugiados afganos del país. En su discurso, los refugiados desenmascararon a los culpables de la miseria en su país: “Es la OTAN la que destruyó nuestro país e impide construirlo de nuevo. Por eso exigimos: ¡OTAN fuera de Afganistán!”
En los últimos años, muchos refugiados lucharon por sus derechos en todo el país, pero este año están siendo víctimas de una redoblada demagogia racista y ataques violentos. Ya ha habido más de 600 ataques a centros de acogida para refugiados en lo que va del año. Y mientras que el gobierno y la policía dejan pasar el terror racista con toda impunidad, atacan a manifestantes de izquierda y persigue a activistas refugiados.
Por eso es crucial que los refugiados mismos vuelvan a ser sujeto de su propia lucha, por plenos derechos democráticos y sociales y contra la violencia racista. En la manifestación, los refugiados afganos exigieron en sus pancartas el derecho de permanencia, y todos los manifestantes juntos gritaron una y otra vez: “¡Derecho de permanencia para todos y en todos lados!”
Una luz en medio de la oscuridad reaccionaria
El día anterior en París se vivió el terror cuando las fuerzas represivas, apoyadas en el “estado de emergencia”, ocuparon un barrio entero en búsqueda de los autores del atentado. En Hannover, en Alemania, el partido de fútbol entre Holanda y Alemania había sido suspendido por alerta terrorista.
La manifestación de los estudiantes mostró su solidaridad con las víctimas de la masacre en París, pero dejó claro que los culpables de las guerras y crisis son las potencias imperialistas como Estados Unidos, Francia y Alemania.
En medio de clima reaccionario fuerte en Alemania y Europa era muy importante salir a la calle en rechazo a las políticas imperialistas.
Los miles de estudiantes sin miedo que se manifestaron en Berlín y otras ciudades, en contra de la violencia racista del estado y las organizaciones neonazis, pueden ser el punto de partida para un gran movimiento antirracista.
Esto cobra aún mayor importancia después de los atentados de París, que serán utilizados por los imperialistas para aumentar la demagogia racista contra los refugiados y restringir los derechos democráticos de trabajadores y estudiantes. Algo que ya se ve claramente en Francia donde se prolongó el estado de emergencia antidemocrático y militarista por tres meses más.
Cómo seguir desarrollando el movimiento
En el acto también tomó la palabra un conductor del metro de Berlín, un sindicalista de base que explicó que la clase trabajadora con sus métodos de lucha podría aportar al movimiento, apoyar a los refugiados e impedir las deportaciones. En el marco de la huelga más larga en la historia de Lufthansa hace una semana, dijo que si los pilotos se niegan a volar un avión que deporta refugiados (no como una decisión individual que ya pasó muchas veces, sino como una política lanzada desde los sindicatos), sería un arma poderosa.
Miles de jóvenes manifestaron su rechazo a la política de asilo del gobierno federal y repudiaron a movimientos racistas como Pegida.
Hay que usar esa energía para confluir con la clase trabajadora, para que los que pueden detener el transporte y los resortes de la economía entera luchen por los derechos elementales de los refugiados. Como dijo el conductor del metro: “¡Es central que luchemos juntos por nuestro futuro!”
Está lucha seguirá, como anunciaron los refugiados afganos, en una nueva manifestación organizada por los refugiados en las próximas semanas. La señal hacia el gobierno y los capitalistas alemanes fue contundente. Su política reaccionaria suscitará la resistencia de miles de jóvenes que luchan por los derechos democráticos y sociales de los refugiados. Pero solo si este símbolo se transforma en una fuerza social organizada, podremos destruir los planes del gobierno y la derecha. |