El Barcelona tiene la fórmula mágica. Ese control del balón desmoralizante para el equipo rival. El toqueteo hipnótico en el medio campo para luego sorprender con cambio de ritmo y terminar en el área contraria con peligro de gol. Un tridente ofensivo sudamericano -Lionel Messi, Luis Suárez y Neymar- con la capacidad de no preguntarse quién es más crack y, por el contrario, buscar el pase más hermoso para combinar, entre sonrisas, con el otro. Un sistema de juego aceitado e intérpretes (como Sergio Busquets, Iván Rakitic, Dani Álves o Gerard Piqué) a los que les sobran recursos. Se le podrá reprochar a la Roma que no puso el esfuerzo, la atención y la motivación extra que se necesitan cuando se enfrenta a alguien superior (y también se podrá destacar que sus jugadores, pese al pesto que se comieron, no levantaron por el aire a ningún oponente). ¿Pero cómo objetar al rival cuando en frente está el mejor equipo del mundo, y por qué no –ya es lícito preguntarse aunque difícil responderlo- también de la historia?
Los de Luis Enrique venían embalados tras ganar el clásico ante Real Madrid, y se llevaron puesta a la Roma en el Camp Nou por la anteúltima fecha de grupos de la Champions League, con Andrés “Patrimonio de la humanidad” Iniesta en el banco y Javier Mascherano lesionado. Pero volvió a la titularidad Lionel Messi, que se lució con dos goles y una asistencia. El uruguayo Suárez por dos, Piqué y Adriano, completaron la media docena. Neymar hizo aportes sobresalientes, aunque no pudo meterla e incluso erró el penal que le había dejado Messi cuando ya todos jugaban para que el brasilero convierta. La Roma descontó en la última jugada del encuentro, con un cabezazo del bosnio Edin Dzeko, aunque el miedo a la humillación mostró a un equipo sin rebeldía desde el comienzo. Juan Manuel Iturbe, el otro argentino en cancha, ingresó en el entretiempo y fue de lo mejorcito entre los romanos. Con buenos arranques pero sólo acompañado por su amor propio, no lastimó al Barça, aunque podrá jactarse de que Messi necesitó bajarlo de atrás, y ganarse una amarilla, para frenar un peligroso ingreso al área de Ter Stegen.
Con una fecha de sobra, Barcelona –en la cima del Grupo E- ya puso los pies en los octavos de final y muestra un fútbol a la altura de lo que fue el mejor Barça de Pep Guardiola. La Roma, pese al baile, sueña con ganarle al BATE de Bielorrusia (y que el Barça le robe puntos al Bayer Leverkusen) y meterse entre los 16 mejores de Europa. Mientras tanto, por el Grupo F; el Arsenal le ganó 3 a 0 al Dinamo Zagreb (goles de Ozil y dos de Sánchez); y se clasificó el Bayer Munich tras golear por 4 a 0 al Olympiakos (Costa, Lewandowski, Müller y Coman, los goles). Por último, el Chelsea goleó también por 4 a 0 al Maccabi Tel Aviv (convirtieron Cahill, Willian, Oscar y Zouma); y el Dínamo Kiev superó, con dos goles del paraguayo Dérlis González al Porto, por el Grupo G.