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14 de diciembre de 2015 Twitter Faceboock

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Reducción de retenciones: un alto precio para asegurar dólares
Esteban Mercatante | @EMercatante

El anuncio realizado por Macri de reducir las retenciones para la soja y eliminar para demás cultivos, la carne y economías regionales, significa devolver de acá en más al entramado del agropower una cuantiosa renta, a cambio de que entreguen dólares.

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El anuncio realizado por Macri en la localidad bonaerense de Pergamino, de que serán reducidas las retenciones a la soja en 5 % y se eliminar para el resto de la producción agropecuaria, concretó una de las primeras medidas que había anticipado Macri después de resultar electo el 22 de noviembre. El apuro por concretarla se explica por una de las mayores urgencias que tiene la nueva administración: asegurar los dólares que permitan cumplir la promesa de eliminar los controles cambiarios y unificar la cotización del dólar con una fuerte devaluación. Las patronales agrarias venían reclamando dos cambios en la política económica para vender: la reducción de retenciones (o preferentemente su eliminación lisa y llana) y el ajuste cambiario. Macri concreta la mitad esta exigencia. A cambio, logra el compromiso de las cerealeras de adelantar parte de los dólares que el campo irá ingresando cuando se concrete el segundo de estos cambios.

Las estimaciones sobre los dólares que podrían generar los granos retenidos que podrían liquidarse en los próximos meses, más lo que se exportará de la cosecha de trigo, rondan los 10 mil millones de dólares (según las estimaciones que hacía el ex jefe de la AFIP Ricardo Etchegaray sólo los granos retenidos sumaban 13 mil millones de dólares).

(casi) Toda la renta para el agropower

La medida tomada por la administración entrante representa un fuerte giro en la política económica que se estableció en la Argentina desde el año 2002. Durante ese año, luego de la megadevaluación que llevó el dólar de 1 peso a 3 pesos, se establecieron las retenciones a las exportaciones del 5 % en la industria y el 20 % en el agro, para aprovechar las ganancias extraordinarias que genero la reducción de los costos internos, y, en el caso del agro desde finales de ese año, los altos precios internacionales. Con las retenciones el Estado se apropiaba en el caso de las producciones agropecuarias de una parte de la renta agraria diferencial. Cuando hablamos de renta, nos estamos refiriendo a aquella parte del precio de las mercancías agrarias (sean granos, carne u otros) que va a manos de los propietarios de la tierra en virtud del monopolio que tienen sobre el suelo cultivable. En el caso de la producción agraria en la Argentina, la renta se amplía gracias a las ventajas agronómicas y climáticas que permiten producir con una mejor relación rinde/capital que en otras latitudes, lo que permite obtener una mayor rentabilidad por hectárea.

Por esta diferencia, el capital agrario local es capaz de realizar con la venta de su mercancía no solo una ganancia media,sino una plusganancia. Esta plusganancia, que se debe a la mayor productividad del trabajo con la que opera el capital abocado a las mejores tierras, es lo que se define como renta agraria diferencial. Este plus se convierte en renta diferencial, que va a manos delos dueños de la tierra. Aunque en nada contribuya la propiedad a las ventajas que permiten la renta diferencial, ya sean naturales o producidas (porinversiones acumuladas que elevan el rendimiento del suelo), su monopolio sobre esta condición sine qua non para la producción agraria les permite imponer esta apropiación. Pero no sólo ellos se apropian de renta diferencial. También las cerealeras, los pooles de siembra y grandes sociedades agropecuarias, así como los proveedores estratégicos de semillas y agroquímicos, logran participar de la apropiación (como analizamos en el capítulo 7 de La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo).

Con las retenciones, el Estado se apropia de una parte de esta renta. Esta apropiación fue motivo de escándalo por parte de las patronales agrarias desde que fueran implementadas en 2002, y esto, a pesar de que como muestra Juan Iñigo Carrera durante este período se registró un notorio incremento de la magnitud de renta total (ver “Terratenientes, retenciones, tipo de cambio, regulaciones específicas:Los cursos de apropiación de larenta de la tierra agraria1882-2007”).

En promedio, las retenciones representaron un 30 % de la renta agraria durante este período según nuestras estimaciones. Con la eliminación de retenciones para todos los cultivos excepto la soja, y la reducción de estos últimos, le Estado renuncia a apropiarse de algo así como un 35 % de esta renta agraria de acá para adelante (se seguirá apropiando de una proporción de la renta de la soja, que es la mayor parte del total). Esta medida, aún sin considerar el efecto favorable que tendrá la devaluación, representa ya un formidable incremento del excedente que queda en manos del sector agropecuario.

Impacto fiscal

¿Qué representa en términos impositivos esta concesión al sector agropecuario? A primera vista parecería que no demasiado. Veamoslo con los datos de recaudación del año 2014: durante ese año los Derechos de exportación (retenciones) totalizaron 84 mil millones de pesos, lo que equivale al 6,6 % de la recaudación del Estado nacional. Si descontamos los derechos de exportación a la industria, minería, y otras actividades, tenemos 64,5 mil millones que corresponden al sector agropecuario. De estos, 53 mil millones corresponden a la soja y sus derivados. Con números de 2014, podemos decir que los cambios en las retenciones anunciados hoy, representan la renuncia a recaudar impuestos por algo menos de 2 % de la recaudación total.

Esto no parece demasiado a priori. Pero se trata de una cesión que cobra más relieve en términos de lo que cuesta al Estado nacional si consideramos que se trata de impuestos no coparticipables (sólo en el caso de la soja se coparticipa un 30 % de lo recaudado).

Esta cesión de renta se justifica desde el punto de vista gubernamental con la consideración de que el campo aporta un insumo en muchos aspectos más importante: dólares. Si para que los productores vendan sus granos, aceptando terminar en sus manos con pesos argentinos para que el Banco Central se quede con los dólares de la exportación, es necesario hacer esta jugosa concesión y soportar el impacto fiscal, el gobierno está bien dispuesto a hacerlo.

Precios descuidados

El impacto de las retenciones no se limita a la dimensión fiscal. La apropiación parcial de la renta agraria por parte del Estado nacional mediante retenciones también significa una disociación de los precios de los productos agrarios en el mercado interno, de los que tienen esas mercancías en el mercado internacional. El efecto que tienen las retenciones no se limita a las mercancías de exportación alcanzadas por el gravamen, sino que tiene también impacto en los precios de las mercancías que “compiten” con estas por el uso de la tierra. Por eso, incluso un cambio en la retención de un producto sobre la soja, de la que la mayor parte de lo sembrado en el país no es para consumo humano y por ende no afecta la alimentación, tiene impacto sobre los demás precios. Este es directo y mucho más poderoso cuando se trata del trigo o de la carne, como es el caso en la actualidad.

Por eso, podemos prever que el impacto de estos anuncios será un fuerte incremento en el costo de la canasta alimentaria. La sonrisa de Alfredo de Ángeli al acompañar a Macri en el acto de hoy, siendo quien en medio del lock out agropecuario proclamó que el lomo debería estar a 80 pesos cuando por entonces costaba casi la mitad (a precios de hoy su planteo equivaldría a un lomo costando más de 300 pesos), es un sugerente anticipo de lo que vendrá.

La reducción de la apropiación de renta del Estado a través de las retenciones, tiene consecuencias que impactan sobre el reparto de la plusvalía entre todos los sectores capitalistas, así como en la distribución del ingreso entre el capital y el trabajo.

La Argentina “supermercado del mundo”

La decisión de Macri no está anclada sólo en las urgencias coyunturales. Es resultado de las ilusiones que su administración comparte con los muchos nostálgicos de la “Argentina potencia” de principios del siglo XX, de reeditar el sueño de La Pampa próspera como base del proyecto nacional. Una Pampa, eso sí, ahora ampliada hacia el norte y el oeste gracias al corrimiento de la frontera agropecuaria. Un sueño agiornado al siglo XXI, ya que a los granos y las carnes se les agrega sus derivados industriales. Por eso Macri sostiene que aspira a “lograr que exportemos menos cereales. Tenemos que dejar de ser el granero del mundo para ser el supermercado del mundo”. La lógica subyacente para pasar del granero al supermercado sigue siendo la misma: “liberar” las iniciativas del sector agropecuario, restringiendo el arbitraje estatal operado a través de la apropiación de renta. Este sueño de los chacrers sólo puede traducirse como pesadilla para la mayor parte del pueblo trabajador, ya que el correlato de todas las implicancias distributivas que tiene la reducción de las retenciones, con la menor apropiación de renta vía intervención estatal, será siempre un reforzamiento de la presión para abatir las condiciones de remuneración de la clase trabajadora para compensar así el estrechamiento que impone el menor reparto de renta. Aunque las posibilidades de esto quedarán determinadas por la relación de fuerzas entre las clases, incrementa el peso en la balanza en favor de todo el capital (agrario e industrial) contra la fuerza de trabajo, ya que significa una limitación (voluntaria) de algunos de los mecanismos con los cuales el Estado busco arbitrar para operar como acolchonador de las contradicciones entre las clases.

Que Macri se apurara para hacer este guiño al campo el mismo día que concluirá visitando a la industria, muestra la importancia de la nueva administración en mostrar un gesto hacia un sector considerado estratégico, a pesar de que la perspectiva difícilmente sea para el agro volver a vivir un boom como el de la última década. Una muestra de la Argentina que viene.

 
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