El "Frente Republicano" de Valls-Hollande superó al FN (Frente Nacional) en la elección regional. El partido de Marie Le Pen, a punto de ganar en tres regiones, no obtuvo finalmente ninguna. Los Republicanos de Sarkozy se quedaron con siete regiones pero con gusto amargo.
El llamado al “voto útil” del PS (Partido Socialista) y del LR (Los Republicanos) contra el avance de la extrema derecha del FN (Frente Nacional), llegó a una parte del electorado de “izquierda”, que había rechazado votar en primera vuelta “por la austeridad” y las políticas del gobierno del PS, orientadas a la extrema derecha. Se trata de una movilización de casi 4 millones de votantes (un aumento de casi 9 puntos en el total de electores) que no había asistido a las urnas en primera vuelta y que fueron a hacerlo por los candidatos del PS o de LR el último domingo. De todas maneras es necesario tener en cuenta que el nivel de abstención general sigue siendo alto y que nada más que uno de cada dos electores votó este domingo, lo que es un claro testimonio de la crisis de representación que tiene el gobierno.
Con el apoyo del Frente de Izquierda de Mélenchon y la fusión de sus listas con el PS, la estrategia del “Frente Republicano” de Valls-Hollande terminó dando resultado. Frente a la política de “ni retroceder, ni fusionarse” propuesta por Sarkozy, el PS eligió "hacerle frente” al FN, retirándo sus candidatos para beneficiar a Los Republicanos en las regiones de PACA (Provenza-Alpes-Costa Azul), en Nord-Pas de Calais-Picardie y en Alsacia-Champagne-Ardenne-Lorena.
En estas regiones, el FN perdió, la derecha tradicional ganó enfrentándose con las principales figuras de la extrema derecha: Marine Le Pen, Marion Marechal Le Pen y Florian Philippot, sacándole ventaja a la izquierda así como a los abstencionistas con el llamado al “voto útil”.
En las regionales de 2010 bajo el gobierno de Sarkozy, la lógica de la alternancia y del bipartidismo de la Quinta República, había visto un crecimiento del PS en las regiones otrora ubicadas a la derecha y al centro en Alsacia. De esta manera, manteniendo cinco regiones bajo su dominio, el gobierno del PS limita el daño electoral, a pesar de la pérdida de una gran parte de sus consejeros regionales y de su red territorial con las elecciones municipales de marzo de 2014 y las departamentales de marzo de 2015.
Por su parte, Los Republicanos respiran, a pesar del impasse estratégico en el que se encuentran, atrapados entre un Hollande "lepenizado" y la auténtica extrema derecha del Frente Nacional. Quedando en una mala posición política al final de la primera vuelta, los republicanos terminan por ganar siete regiones, incluyendo la muy importante región de la Ille de France (la de mayor cantidad de habitantes y donde se encuentra la capital, París), así como, con el apoyo del electorado de izquierda, las tres regiones donde el FN se situaba a la cabeza.
La derecha y el centro no presidían más que una región desde 2010. De ahora en más el mapa regional es un poco más "azulado" (en referencia a Los Republicanos, NdT).
Luego de las últimas elecciones locales de 2014 y 2015, la recuperación de los territorios continuó, aunque fue relativizada por la lógica de la alternancia que se había visto en el mapa de Francia de las regiones que se habían vuelto casi totalmente rosas (PS) en 2010.
La victoria de la derecha en las regiones donde el PS se retiró en nombre de "frenar al FN", tiene consecuencias notables en las batallas internas en el seno de los republicanos, junto con la seriamente cuestionada estrategia de Sarkozy y donde a sus opositores en las primarias se le agregan los fortalecidos barones regionales, primero, Xavier Bertrand, que en el Mord-Pas-de calais-Picardie, desplazó Marine Le Pen.
El diputado Republicano de la Aisne, quien en su campaña tomó distancia de las figuras parisinas, es uno de los grandes ganadores de las elecciones y va a hacer valer su voz más intensamente en su campo. La refundación de una alternativa dirigida a la derecha está lejos de ser lograda.
No obstante, desde un punto de vista político, son las ideas del Frente Nacional las que triunfaron, alimentadas por las políticas de los gobiernos tanto de izquierda como de derecha que se perpetúan en el poder desde hace 30 años. El FN aparece como el verdadero vencedor de estas elecciones, siendo el primer partido en obtener finalmente más de 350 consejeros regionales al final de esta segunda vuelta. En la segunda vuelta, supera el 40% en tres regiones, lo que es algo considerable. Más allá de esta campaña, el FN impuso sus ideas en una gran parte de la clase política. La diferencia es que ante las ideas del FN y las ideas consideradas respetables y que pertenecen a la herencia republicana, están fuertemente debilitadas.
A pesar de sus avances y de su influencia creciente en el campo político, el FN queda prisionero de la contradicción que le impide convertirse en una alternativa de poder. En este sentido, con el fracaso en la obtención de un cargo ejecutivo y en vistas a sus aspiraciones para el 2017, los resultados del partido de Le Pen quedan desdibujados.
En última instancia, tanto el UMP (Unión por un Movimiento Popular) como el FN están en dificultades para encarnar un proyecto hegemónico para dirigir el país con cierta estabilidad durante los próximos años. Para eso cuentan con la ventaja de la ausencia de una izquierda realmente radical a pesar de que existe definitivamente una bronca social que podría ser el punto de partida para la ofensiva del movimiento obrero.
La urgencia en este contexto es por tomar el camino de lucha de clases, por las reivindicaciones salariales, la lucha de Air France o en la asistencia pública y los hospitales, contra el Estado de Emergencia, contra la guerra imperialista y en solidaridad con los inmigrantes. Es necesario construir un gran partido de los explotados, que luche por terminar con el sistema capitalista y por una sociedad sin explotación ni opresión.
Sólo esto podrá realmente hacer frente a las ideas reaccionarias y xenófobas.