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La Izquierda Diario
17 de diciembre de 2015 Twitter Faceboock

ESTADO, "REPÚBLICA" Y MÉTODOS UTILITARIOS
Una democracia a decretazo limpio
Christian Castillo | @chipicastillo

Como dijimos a las 48 horas que asumió, Macri confirmó que el suyo era un “republicanismo sanata”. El macrismo comenzó por no convocar a sesiones extraordinarias del Congreso, y de ahí en más sancionar sus primeras medidas a través de Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), resoluciones ministeriales y otros artilugios para evitar pasar por el parlamento.

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Los hechos son conocidos. Y la respuesta del PTS en el Frente de Izquierda también. Nicolás del Caño rechazó reunirse con el Presidente que desistía de la convocatoria a sesiones extraordinarias y preparaba medidas para ajustar al pueblo y beneficiar a los empresarios. No le hicimos el juego para que posara de “dialoguista”.

Pero también es importante entender estos mecanismos de la democracia burguesa en nuestro país, que concentra las decisiones en un Presidente con atributos casi de monarca, e impone su voluntad por encima de cualquier debate democrático. El “Rey sin corona” del que hablaba Juan Bautista Alberdi, Un “monarca electo” por sus pares de la república aristocrática establecida por la Constitución de 1853, que copiaba el fuerte peso del poder presidencial de la constitución estadounidense.

El caso de los primeros días del gobierno de Macri permite ilustrar nuestra denuncia: en sus primeras 72 horas de gobierno dictó 37 DNU, que afectan a 40 millones de personas.

Es cierto que el método del decretazo no lo inventó Macri. Los DNU fueron acordados por Menem y Alfonsín en el Pacto de Olivos de 1994, que reformó la Constitución. Antes los militares habían gobernado no solo con las armas sino también con sus “decretos ley”.

Como decía León Trotsky en su Programa de Acción para Francia, “la burguesía trata de concentrar el Poder Ejecutivo en manos de unos pocos hombres que imponen sus decisiones por medio de un aparato administrativo, militar y policial que es brutal, incontrolado, costoso”. Estos mecanismos “bonapartistas” – donde el arbitraje político y las principales decisiones quedan subordinadas al presidente y su gabinete – se profundizan cuando los gobiernos capitalistas deben enfrentar crisis políticas o sociales como la que está en ciernes. En el caso del nuevo gobierno es un intento de utilizar - incluso recurriendo a decisiones inconstitucionales - las primeras semanas de gobierno para imponer un ajuste brutal contra el pueblo trabajador. Los socialistas revolucionarios peleamos por otro tipo de régimen social, una sociedad sin explotados ni explotadores. Para eso es necesario una democracia obrera o “soviética” (consejos), que será mil veces más democrática que la más democrática de las repúblicas burguesas.

Pero mientras tanto luchamos contra estos avances autoritarios, como gobernar mediante decretos y resoluciones ministeriales que niegan cualquier debate democrático en el Congreso Nacional (donde la izquierda obrera tiene presencia) ni hablar de consultar la voluntad de las grandes mayorías populares. Volviendo a León Trotsky, teniendo como objetivo la lucha por un Estado obrero, proponía enfrentar el avance del Estado autoritario y peleando por una democracia más generosa. En el texto que citábamos, planteaba “¡abajo la presidencia de la República, que sirve como oculto punto de concentración para las fuerzas del militarismo y la reacción!”. Y proponía pelear por “una asamblea única que debe combinar los poderes legislativos y ejecutivo. Sus miembros serían elegidos por dos años, mediante sufragio universal de todos los mayores de dieciocho años, sin discriminaciones de sexo o de nacionalidad. Los diputados serían electos sobre la base de las asambleas locales, constantemente revocables por sus constituyentes y recibirían el salario de un obrero especializado. Una democracia más generosa facilitaría la lucha por el poder obrero”.

El PTS en el Frente de Izquierda ha puesto como uno de sus ejes de campaña la pelea contra los partidos de los capitalistas y su casta política, retomando los programas revolucionarios desde la Comuna de París. Que los diputados y funcionarios cobren igual que una maestra, la revocabilidad de todos los mandatos, la abolición del Senado y de la institución presidencial, pero también la elección de los jueces por voto popular y el cese de sus privilegios. En esa perspectiva se enmarca nuestra campaña contra los métodos autocráticos del nuevo gobierno.

 
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