Dos días después de las elecciones, el portavoz del BNG ha calificado los resultados como peores de los previstos y obligan a “llevar adelante una reflexión profunda”. Con todo, Xabier Vence ha insistido en la necesidad de que Galicia ostente un proyecto nacionalista sin supeditación a fuerzas estatales.
El portavoz del Bloque ha destacado que la televisión ha dibujado un escenario a cuatro partidos, pero admite que los malos resultados electorales no solamente se explican por esto, pero sin entrar en detalles. Sobre posibles futuras alianzas, Vence ha dicho que “estamos decididos a mantener erguidos un proyecto nacionalista con voz autónoma”.
Sobre el papel del Bloque en el futuro, Vence ha argumentado que lo importante es el proyecto nacionalista y ha dejado la puerta abierta a corregir lo que haya que corregir y a reinventarse. “El BNG sigue teniendo un papel importante en la vida política de este país, y tenemos que repensar ahora la estrategia”.
Tras esta aparente calma posiblemente se esconde una conmoción en toda la cúpula del BNG y sus aliados. Cuando Xavier Vence habla de estrategia, realmente se refiere a la táctica electoral y al marketing político. Esto es así porque el BNG, y su candidatura NÓS-Candidatura Galega, no ha hecho un verdadero balance de la política del BNG en los últimos años y de los motivos de su descenso electoral.
El giro derechista, que empezó hace ya muchos años –por lo menos desde la caída del Muro de Berlín-, llegó a su culmen en el bipartito cuando el BNG compartió gobierno con el PSOE, y entre otras cosas comenzó los planes de construcción del nuevo hospital de Vigo Álvaro Cunqueiro, de financiación público privada, y que ha resultado ser el más caro del Estado Español. El BNG también ayudó a crear la burbuja de subvenciones a empresas eólicas. Además de que en sus 4 años de gobierno no hicieron casi nada para paliar los problemas socioeconómicos de Galicia.
Gracias a esta pésima gestión y a discrepancias internas surge la escisión de Xosé Manuel Beiras, Anova, que con una hábil maniobra política opta por pactar con Esquerda Unida y pequeños grupos ecologistas, como Equo o Espazo Ecosocialista y puede superar al BNG en las elecciones autonómicas de 2012.
Esto es posible con una radicalización en el discurso acorde con el ascenso de luchas en aquel momento. Actualmente Anova y Beiras han hecho una operación similar, pero con una moderación discursiva y han aprovechado el surgimiento de Podemos para reeditar una alianza que ha desbancado electoralmente por completo al BNG. Una “fronte ampla” que como describíamos en un anterior artículo, fue capaz de arrastrar al electorado de centro izquierda, nacionalista y también a parte del de izquierda.
Mientras tanto el BNG sigue manteniéndose en el victimismo y refugiándose esperando a que pase el ciclón electoral, confiando en su aún considerable base social y sindical, que le permite resistir como una dura piedra que se va erosionando inevitablemente por la acción del tiempo. En este sentido no es capaz de hacer una autocrítica y/o competir con la “maquinaria de guerra electoral” de Beiras e Iglesias.
Además, existen sectores en el nacionalismo que verían con buenos ojos una unión electoral con Marea para las elecciones autonómicas, para mantener su cuota de poder. Sin embargo la opinión mayoritaria es la de mantenerse independientes, aunque la crítica a En Marea no suele ir más allá de las acusaciones de españolismo, y no entra en grandes cuestionamientos programáticos. De esta forma, ninguna de estas fórmulas es realmente útil para construir un movimiento de izquierda que sea capaz de transformar radicalmente la sociedad.
Además, la autodeterminación que defiende el BNG queda en saco roto cuando no se analiza desde un punto de vista de clase. La burguesía gallega no defiende dicho derecho ni siquiera la cultura y lengua propias. Y la pequeña burguesía dirigente en el BNG, no va más allá de un autonomismo para defender un mercado interior. Así, el BNG combate a las grandes empresas extranjeras y españolas, pero santifica a las pequeñas y medianas empresas, que según su programa serían el motor de la economía, financiadas por una Banca Pública gallega.
Regalar las reivindicaciones democráticas a una dirección pequeño-burguesa se ha demostrado un rotundo fracaso. Para ilustrarlo de otro modo, el BNG no ha acabado de comprender que la opresión nacional sobre el pueblo gallego está intrínsecamente relacionada con una opresión de clase, y que los trabajadores han votado mayoritariamente a aquellas opciones que, sin olvidar una defensa nominal del derecho de autodeterminación, al menos en apariencia, daban mayor importancia a la cuestión social.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que para poder llevar a cabo una alternativa a las ilusiones democratizantes y reformistas de las nuevas formaciones como Podemos y Anova, y las viejas como IU y BNG, es necesario insertarse en las luchas de los trabajadores, los estudiantes, las mujeres y todos los sectores oprimidos, para potenciarlas y llevarlas hasta sus últimas consecuencias. Las nuevas formaciones reformistas no consideran prioritaria la lucha social, y las viejas como el BNG e IU, hasta ahora han intentado aprovecharse de las luchas sociales para objetivos electorales, dominándolas de forma burocrática.
Por ello es necesario abrir un nuevo espacio de la izquierda revolucionaria que levante el derecho de autodeterminación, así como medidas anticapitalistas como el no pago de la deuda pública, la colectivización de los sectores estratégicos, el reparto del trabajo sin bajada de sueldo, la apertura de los libros de contabilidad de las empresas, etc. Una izquierda que se desarrolle al calor de la lucha de clases, y para su fortalecimiento, hacia un gobierno de los trabajadores y el pueblo. |