Barcelona se ha convertido en un referente mundial. Su belleza arquitectónica, su clima y muchos otros factores hacen que la ciudad enamore. Pero en los últimos años la juventud trabajadora también asocia a la capital catalana como la capital de la precariedad. Se está obligando a la juventud a tener que soportar condiciones miserables.
“Llevo tres semanas trabajando en una conocida hamburguesería. Me hicieron un contrato de 20 horas y me pagan 4,80 euros brutos la hora. Las horas extras las pagan al mismo precio. No pagan nocturnidad. Cierran el local a las 3 de la madrugada. Tienes que limpiarlo todo y pasada esa hora no te pagan las que te quedes limpiando (pueden ser una o dos). Hoy mismo me han echado por negarme a trabajar sin cobrar. ¿Qué puedo hacer?”. Esto lo escribía una joven a principios de verano en un foro de Internet.
"¿Cómo puedo solicitar una inspección a una empresa en la cual trabaja un familiar? (...) Trabaja de 7 a 19, cuando su contrato es hasta las 15 (8 horas vamos), es un abuso y le pagan el salario mínimo, obviamente las extras no se las pagan y los obligan a quedarse. Es muy frustrante la impotencia de no poder hacer nada ante esta lacra de empresarios." Denuncian en otro foro.
“Trabajo a tiempo completo y hago muchas horas extras o más bien nunca dejó de trabajar. (…) Desde hace más de un año no sé lo que es tener un fin de semana libre y solo cobro mi salario. La empresa se rige por el estatuto de los trabajadores (...) Los días festivos se trabajan sin compensación ni en tiempo ni económica. Cuando se ha reclamado a la empresa amenaza con despedir. ¿Qué puedo hacer?” Otra de las miles de denuncias que llenan las redes.
Estos, y muchos más, son claros ejemplos del modelo que se está imponiendo en la ciudad. La rabia y la impotencia son el denominador común en las personas que sufren estas condiciones de explotación.
Los datos hablan por sí solos. Más del 80% de los trabajadores catalanes lo hace en los servicios, los contratos temporales se han duplicado desde el inicio de la crisis y su duración es cada vez más corta. Los empresarios contratan según la época. En Navidades, semana Santa y verano se registran picos de contratación. Dichos contratos duran lo que dura la demanda en dichos periodos.
En Barcelona, durante el 2015 más del 90% de los contratos firmados fueron temporales. A su vez, más del 90% de estos tenían una duración de entre uno y tres meses. La parcialidad la sufren en torno al 40% de los trabajadores. Por no hablar de los salarios. En la mayoría de ocasiones quedando en torno a 650 euros, el sueldo mínimo.
Con una aproximación más estructural, los datos son igualmente nefastos. Como indican varios estudios la ciudad ha experimentado la destrucción neta de 131,2 miles de puestos de trabajo desde el 2008. Del mismo modo tiene actualmente un 17% de población en situación de desempleo. En Nou Barris, un barrio obrero de Barcelona, la tasa de desempleo no ha bajado del 12,3%.
A parte, en el sector de los servicios existen muchos contratos fraudulentos. El empresario contrata al trabajador por una cantidad de horas inferiores a las que luego realizará. No le paga las horas extras como tales, si es que se las paga. Se trabajan los festivos sin compensaciones económicas y sin tener otro día libre por haber trabajado el festivo. Los horarios te pueden cambiar de un día a otro, imposibilitando la conciliación vida/trabajo. Estas son prácticas muy extendidas y enraizadas. Las redes denuncian miles de prácticas abusivas como estas.
La impunidad con la que actúan los empresarios, apoyados por el gobierno es alarmante, pero aún más alarmante es la actitud de los representantes de los trabajadores. La precariedad abunda sobre todo entre la juventud, trabajadores a los que las burocracias sindicales dejan de lado y se niegan a organizar, cosa que ayuda a que la patronal profundice el modelo de precariedad, que ya a día de hoy se impone en todo el Estado, con una nula oposición.
Las burocracias sindicales vienen jugando desde hace ya demasiados años el rol de “corsé” de las luchas obreras, dificultando su extensión, solidaridad y triunfos. De igual modo, las alternativas políticas reformistas que hoy entran por primera vez en el Congreso de los Diputados, a duras penas hacen mención del sistema laboral del Estado español, definido por la temporalidad y el bajo salario. Un modelo que golpea cada vez más duro, si cabe, en esta situación de crisis a la clase trabajadora, a las mujeres y a la juventud.
Luchar por unos sindicatos combativos que borren del mapa a las direcciones burocráticas de los sindicatos se convierte pues en una tarea indispensable, como una de las herramientas necesarias para enfrentar el ajuste que los capitalistas y sus representantes políticos siguen haciendo recaer en nuestras espaldas con el peso de la precariedad. |