La derrota electoral golpeó de lleno al peronismo. Cristina Kirchner, principal responsable del armado electoral que puso a Scioli a la presidencia y a Aníbal Fernández a la gobernación de Buenos Aires, recibió la doble derrota nacional y provincial. Tras la plaza de la despedida, se llamó al silencio, excepto un pequeño comentario en Facebook hace pocos días.
Un peronismo sin conducción
Tras un mes de gobierno macrista, el peronismo se encuentra sin una figura y en medio de una interna obligada: la Justicia Electoral les ordenó la realización elecciones de autoridades antes de junio. El pase de facturas tras la derrota electoral y las sucesivas crisis abiertas con la fuga de los presos y la votación del presupuesto de la provincia de Buenos Aires empiezan a delimitar tres alas en el peronismo: la kirchnerista, la “macri frendly” y la de los barones del conurbano y las provincias.
El kirchnerismo se encuentra con la contradicción de desarrollar su fracción prácticamente sin el poder de los cargos: la mayoría de los poderes reales del peronismo (las intendencias bonaerenses, las gobernaciones, los punteros y los sindicatos) no están en sus manos directamente, aunque cuenta con una fuerte representación parlamentaria y cierta capacidad de movilización expresada en “las plazas”, pero que no se traducen en peso orgánico. Para disputar la interna, barajan a Guillermo Moreno, que está organizando “la Néstor Kirchner” y a Jorge Capitanich.
Del lado de los “Macri Frendly” reclaman el fin del kirchnerismo y su candidato es el gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey. Reúne a parte de la llamada “Liga de gobernadores peronistas” y a algunos ex kirchneristas e intendentes bonaerenses como Granados, Fernando Gray, Martín Insaurralde y Juan Zabaleta. Al menos coyunturalmente este sector cuenta con poco peso interno, producto del acuerdo de gobernabilidad de Vidal con Massa en la provincia de Buenos Aires y de la decisión del macrismo de viajar a Davos con el líder del Frente Renovador. El asado en Pinamar mostró puentes entre este sector y el massismo, pero pocos proyectos comunes y poco peso de la provincia de Buenos Ares.
En medio de estos dos sectores se encuentra la mayoría del peronismo bonaerense con la figura de Scioli en el centro. A este sector pertenecen las intendencias bonaerenses nucleadas en “Los Octubres” y la Federación Argentina de Municipios, junto a algunos gobernadores como Gioja. Caciques que necesitan de los fondos frescos de la nación y la provincia y apuestan a unificar al peronismo kirchnerista y opositor; incluso aceptando reincorporar a Massa y De la Sota. En medio de la crisis por la votación del presupuesto, este sector impulsó las dos reuniones claves de los intendentes bonaerenses, organizadas por el intendente de Florencio Varela Julio Pereyra y el de Almirante Brown, Mariano Cascallares, en las que le marcaron la cancha a Ottavis. El fin de semana pasado, una comitiva negoció con mandatarios provinciales un acuerdo que establece la toma de deuda en dos tramos -lo que ataría a Vidal a una nueva negociación en medio año- y fondos coparticipables para las intendencias.
En burocracia sindical, otro de los pilares del peronismo, resultó fortalecido Moyano tras su apoyo a Macri: reunió un plenario al que asistieron dirigentes de 140 organizaciones gremiales para reclamar un bono de fin de año. Aunque no asistieron Pignanelli del Smata y Caló de la UOM -dos gremios muy importantes-, logró prácticamente vaciar la CGT Balcarce. Pese a los miles de despidos y a cambio del envío de 320 millones para las Obras Sociales, hay en los hechos una tregua sindical con el macrismo.
Entre las plazas y el retorno al PJ
A un mes de la asunción de Macri, el kirchnerismo sabe que para subsistir en la oposición necesita de los poderes reales que anidan en el PJ. Durante su gobierno organizó a los punteros y barones peronistas mediante el uso de la caja; hoy en manos del macrismo que la utiliza para profundizar la división peronista. La negociación de Vidal con los intendentes bonaerenses responde a la necesidad mutua de que Massa no se fortalezca de cara a las legislativas del 2017; al mismo tiempo que parte del PJ bonaerense busca desplazar a Ottavis y al kirchnerismo como único interlocutor peronista.
La resistencia al ajuste en las plazas tiene el límite de la inorganicidad en el movimiento obrero del kirchnerismo: salvo excepciones en docentes, el subte y parte de la CTA, durante sus doce años de gobierno no construyó ninguna corriente propia y fortaleció a la burocracia sindical peronista, que hoy está en busca de otros proyectos políticos.
Por otra parte, las concentraciones expresan un sector heterogéneo propio de la relación de fuerzas general que el kirchnerismo no podrá traducir completamente en peso interno, pese a su campaña de afiliación masiva. La negociación de los cargos y autoridades del PJ dependerá de los armados con los punteros, intendentes y gobernadores, y será resuelta dentro del aparato del mismo.
Frente a los despidos, los ataques a las libertades y la devaluación es necesario poner el pie una fuerza social que le haga frente en las calles, fábricas y colegios. Nicolás del Caño, en medio de la movilización contra los despidos en La Plata, señaló que “es fundamental que las direcciones sindicales convoquen a un plan de lucha unificado de todos los estatales para terminar con la persecución y los despidos masivos, comenzando por un verdadero paro nacional en defensa de los más de diecisiete mil despedidos que ya hay en todo el país” y recordó que "junto a Myriam Bregman hemos presentado en el Congreso Nacional un proyecto de ley por el pase a planta permanente de todos los contratados y para prohibir los despidos, para que no sean los trabajadores los que paguen las consecuencias del ajuste”. Lograr imponer una salida favorable para los trabajadores y el pueblo perspectiva por la que militamos en el PTS en el Frente de Izquierda. El kirchnerismo, en su primer mes de oposición se encuentra presionado entre mantener el relato o retornar al pejotismo. |