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La Izquierda Diario
21 de enero de 2016 Twitter Faceboock

CAMBIO CLIMÁTICO
El Niño, el cambio climático y la feroz sequía que golpea a Centroamérica
Roberto Andrés | Periodista @RoberAndres1982

El cambio climático potenció el fenómeno natural de El Niño. A la vez, se reporta una sequía que afecta a millones de familias campesinas de Centroamérica.

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El fenómeno natural El Niño, potenciado por el cambio climático, ha prolongado por dos años una feroz sequía en el Corredor Seco Centroamericano. La ONU ha declarado emergencia alimentaria, puesto que se ven afectadas más de 4.2 millones de personas, en su gran mayoría de familias campesinas. Se estima que las peores consecuencias recién se podrán apreciar con profundidad en dos años.

La peor sequía en décadas

Una feroz sequía golpea al Corredor Seco Centroamericano, área occidental de América Central que abarca a países como Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica. Es una de las peores sequías que enfrenta la población en décadas y se estima que 4.2 millones de centroamericanos se ven afectados por ella, de los cuales 3.5 millones padecen serias dificultades para acceder a alimentos, según la Organización Meteorológica Mundial. Guatemala y Honduras son los dos países más afectados, con 2.8 millones de personas que requieren asistencia humanitaria, principalmente agricultores de subsistencia, jornaleros y sus familias.

La situación ya era delicada hace dos años, debido a que a los efectos causados por la plaga de la roya de café (pérdida de empleo y de ingresos para las familias campesinas) se sumaron los de una sequía que se vio potenciada en su segundo año consecutivo por el fenómeno natural conocido como El Niño.

En septiembre pasado, Moisés Batres, de la Mesa Nacional de Gestión de Riesgos (MNGR), organismo que agrupa a organizaciones sociales y ambientalistas de Centroamérica, declaró desde El Salvador que “hay personas que se acuestan sin comer en todo el día. Los niños comen, pero los adultos, no. A eso nos enfrentamos”. A lo que añadió: “Si eso no es hambruna, es hambre de días”. Ya en ese momento había en El Salvador unas 15.654 personas que para sobrevivir tuvieron que recurrir a vender sus herramientas de trabajo, a pedir créditos o a emigrar a otras zonas o fuera del país.

A su vez, José Ávila, representante de la MNGR en Honduras, señaló que en este país, en donde el Gobierno declaró la emergencia alimentaria, “el panorama es sumamente crítico”, ya que la sequía dejó sin alimentos a unas 968 mil personas. Por ello, la ONU envió 2.16 millones de dólares para enfrentar la crisis. Hoy se estima que son 1.3 millones los afectados por la sequía en este país.

Por otra parte, Luisa Donado, de Acción Ciudadana de Guatemala, señaló que este es “uno de los países más afectados por el déficit de lluvias, con zonas en las que cultivos como el frijol o el maíz reportaron pérdidas del 100 %. En Guatemala, las víctimas de este fenómeno, concentradas en cuarenta municipios, suman 924 mil.

En Nicaragua, donde la sequía provocó la muerte de más de dos mil quinientas cabezas de ganado en 2014, el Gobierno desestimó declarar una alerta para atender a los afectados, pero dispuso enviar unas ocho mil novecientas raciones de alimentos a igual número de familias, y brigadas médicas para atender los casos de desnutrición.

Mientras tanto, los efectos también se hacen sentir en el Caribe. En Puerto Rico, de 3.5 millones de habitantes, un tercio de la población está afectado por severos planes de racionamiento de electricidad y agua potable desde mayo de 2015 debido a la fuerte sequía que afecta a la isla. Y en Haití, el 30 % de su población, unas tres millones de personas, sufren inseguridad alimentaria. De ellas, ochocientas mil se encuentran en una situación grave y precisan ayuda con urgencia.

En México, Carlos Contreras Servín, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, expuso ante autoridades gubernamentales que, a raíz de un Niño potenciado por el cambio climático, 2016 será un año con sequías en gran parte del territorio nacional mexicano.

El corredor seco centroamericano en violeta

El mundo en “territorio desconocido”

Se estima que el principal responsable de la sequía que golpea a Centroamérica es El Niño. Este fenómeno, que ocurre periódicamente entre tres y siete años, consiste en un enorme desplazamiento de aguas cálidas que viajan desde Asia Pacífico hasta las costas occidentales de América Central, interactuando con la atmósfera y generando una gran alteración climática. Sus consecuencias son el deterioro de la vida marina, inundaciones y prolongadas lluvias torrenciales en algunas áreas, y fuertes sequías en otras.

Según el consenso de los modelos globales de predicción, El Niño habría alcanzado en noviembre pasado “su máxima intensidad”, la que se extendería hasta enero de 2016, y “su declinación gradual se produciría durante el primer semestre de 2016”, explicó recientemente el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (CIIFEN), con sede en Ecuador. Se prevé que hasta inicios de 2016 las mayores probabilidades de lluvia se registrarán en México, en la costa de Ecuador, en el norte y noroeste de Perú, en la región central y oriental de Paraguay, el sureste de Brasil, en Uruguay y en el norte de Argentina, pero que, en cambio, en Centroamérica, gran parte de Venezuela, el norte de Colombia, el noreste y oriente de Brasil, la zona de los llanos orientales en Bolivia y el norte de Chile se registrarán menos precipitaciones, lo que se traduce en sequía. Las lluvias llegarían de la mano de La Niña recién en mayo de 2016.

“Los impactos climáticos de El Niño 2015-2016 se verán amplificados por la variabilidad decadal y el calentamiento global” y “en medio de condiciones de vulnerabilidad económica, ambiental, social y política”, señaló la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en diciembre pasado. Ejemplo de esto son las inundaciones en gran parte de la capital paraguaya y en la Amazonía peruana, y una fuerte sequía en el norte de Colombia, donde los miles de afectados no solo se han visto forzados a salir de sus viviendas, sino que han denunciado desatención por parte de las autoridades. Los cálculos de la Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos señalan que hay una probabilidad superior al 90 % de que El Niño se prolongue a lo largo del invierno 2015-2016 en el hemisferio norte y alrededor de un 85 % de que se extienda hasta la primavera de 2016.

Ya se había estimado que El Niño durante el período 2015-2016 sería de una gran intensidad puesto que se veía el aumento en 2 °C de la temperatura en la superficie oceánica del Pacífico Central. Así lo había advertido la Organización Meteorológica Mundial, agregando posteriormente que su desarrollo fue el más fuerte en más de quince años y que se coloca entre los tres peores desde 1950.

Y es que los patrones climáticos se han alterado drásticamente durante los últimos treinta años por los efectos causados por el calentamiento global producto de la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. En este contexto, un fenómeno natural como El Niño puede llegar a tener efectos tan desconocidos como terribles.

Según David Carlson, jefe del Programa de Investigación del Clima de la OMM, a diferencia del último fenómeno de El Niño (entre 1997 y 1998), el actual se desarrolla bajo nuevas condiciones, influidas por el cambio climático. Desde entonces “el mundo ha cambiado mucho” y la capa de hielo del mar Ártico se ha reducido a niveles mínimos, al tiempo que se han perdido hasta un millón de kilómetros cuadrados de superficie nevada en el hemisferio norte. “No sabemos lo que pasará, si ambos patrones se reforzarán uno a otro, se anularán, actuarán en secuencia o influirán en distintas zonas del planeta”, concluyó.

Stephen O’Brien, coordinador de Asuntos Humanitarios de la ONU, señaló a su vez que la fuerza del episodio actual de El Niño, combinado con el cambio climático, ha puesto al mundo en “territorio desconocido” y que, aunque su fuerza se deje sentir sobre todo en los primeros meses de 2016, “esto no significa que el peligro haya pasado”, sino que el fenómeno junto con la posible y subsiguiente La Niña podrían repercutir “especialmente en la seguridad alimentaria durante hasta dos años” en algunas partes del mundo.

Y sigue subiendo la temperatura

Para el secretario general de la OMM, Michel Jarraud, es clara la tendencia de que los años son más calientes debido a El Niño, mientras que los fríos, coincidentes con el fenómeno inverso de La Niña, “también son más calientes”. La Agencia Meteorológica de Japón declaró recientemente que en diciembre de 2015 se alcanzaron en la temperatura media global los 1.42 °C por sobre lo estimado desde 1890, punto de referencia general para medir este aumento. La Cumbre de París había estimado que un aumento de 2 °C era lo necesario para traspasar el punto de no retorno en la espiral ascendente de crecimiento exponencial de la temperatura global. Y es que cada mes se rompe el récord de calor. “Existe una alta probabilidad de que 2016 le ganará al 2015 y llegará a ser el año más caluroso de la historia”, señaló Ángelo Indovino, presidente de la Fundación Soñar más verde, una organización ambientalista colombiana, al analizar los datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.

Cada vez comienzan a aparecer más hechos que plantean que la vinculación del calentamiento global a fenómenos considerados naturales da por resultado situaciones de crisis social, liquidando o golpeando gravemente las bases agrícolas de diversos territorios. Peter Wadhams, climatólogo de la Universidad de Cambridge y miembro del Arctics Methane Emergency Group, afirma que un aumento de 4 °C en la temperatura global se asociaría inevitablemente al colapso de la civilización contemporánea, esto como producto del colapso de los sistemas agrícolas y la imposibilidad de la mantención de los sistemas urbanos y los niveles actuales de la población mundial. Esto podría ser considerado como el más grande crimen social cometido por la clase capitalista, puesto que los grupos petroleros son los principales responsables de la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera. Y sus consecuencias, que involucran a la humanidad entera, de seguir aumentando la temperatura media global, daría por resultado un escenario que implicaría la muerte de miles de millones de personas y una lucha salvaje por la supervivencia del resto.

 
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