La aparición en Telenoche del prófugo de la banda Los Monos, Monchi Cantero, desató la reacción furibunda de Lifschitz y otros funcionarios santafesinos. Cantero denunció que la justicia, la policía y el poder político son los que manejan el narcotráfico en Rosario. “No se puede vender un gramo sin acordar con un policía, un juez como Vienna o un político”, dijo.
Ante la enorme repercusión de la entrevista realizada por el periodista Martín Ciccioli, Lifschitz cuestionó duramente al canal por “darle espacio en los medios a los delincuentes", lo que consideró “gratuito, agraviante e injusto” para los santafesinos y para su gobierno que “asumió hace solo 40 días”. Un intento poco serio de deslindar sus responsabilidades considerando que su partido gobierna la ciudad de Rosario hace 27 años y la provincia de Santa Fe hace 8.
Por su parte, la jueza Alejandra Ródenas, que tiene a su cargo una de las causas contra Los Monos no descartó llamar a declarar al periodista.
“Yo no le voy a exigir a Ciccioli que me diga dónde está Monchi Cantero, pero me interesa que esta mirada hasta porteña de un canal de aire, que tiene un rating muy alto, que tiene sobre nuestra provincia, poniendo en ridículo no sólo a la policía sino también al Poder Judicial, se pongan las cosas en su lugar y asumamos todos la responsabilidad que nos cabe si queremos una república más sana", expresó Rodenas.
Una estigmatización de los barrios populares
La respuesta de Lifschitz para defenderse de las acusaciones del líder narco es muy sencilla: escupir para arriba y estigmatizar a los barrios populares.
Quejándose del trato de los medios nacionales para con la provincia de Santa Fe, aventuró que “el enclave mafioso más grande de la Argentina se encuentra a metros de la Casa Rosada y de la sede de los principales canales porteños”. Se refiere a la Villa 1-11-14, jurisdicción del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, de la Policía Metropolitana y de la Federal, donde efectivamente desde 2010 se registra un dramático crecimiento de asesinatos vinculados a disputas entre bandas de narcotraficantes.
Al gobernador no se le ocurre denunciar que los capos del narcotráfico, no lo soldaditos que mueren baleados sino los directores millonarios del negocio, viven en los barrios privados de la provincia de Buenos Aires o en los edificios de lujo de la ciudad de Rosario, donde recientemente aterrizó un helicóptero no identificado a plena luz del día. Tampoco se le ocurre apuntar a los grandes emprendimientos inmobiliarios, a las concesionarias, a los boliches y todos los negocios capitalistas legales que permiten lavar el dinero proveniente del narcotráfico y la trata. Todos los capos narcos que fueron investigados o detenidos en el country de Nordelta, por ejemplo, eran titulares directamente o a través de testaferros de empresas en Argentina, empresas cuya creación sale publicada en el Boletin Oficial.
A Lifschitz no se le ocurre mencionar que una pieza esencial para el negocio del narcotráfico son los puertos privados, manejados por multinacionales como la de Terminal Puerto Rosario, que está acusada de lavado de dinero narco en el Estado Español y de aportar dinero ilegal a la campaña de Binner Gobernador cuando el propio Lifschitz era tesorero del Partido Socialista. Menos que menos se propone explicar cómo las Comisarías organizan el negocio del narcotráfico en el territorio que controlan, son la fuente de armamento de bandas como la de Los Monos y se llevan su tajada.
Nada de todo esto, que sería lo elemental que debería decir un “progresista”, dijo el gobernador Lifschitz. Para él, al igual que para Macri, Massa o Scioli, los “enclaves mafiosos” son los barrios populares. En vez de atacar las causas del problema, la raíz del negocio millonario, Lifschitz ataca a sus consecuencias.
Insólito: Lifschitz dice que los barrios rosarinos no están copados por el narcotráfico
Sin embargo, Lifschitz fue aún más allá e intentó tapar el sol con la mano. Aventuró que “los barrios rosarinos no están copados por el narcotráfico”, una frase increíble para cualquier habitante de la ciudad y que no permitiría explicar por qué los índices de homicidio en Rosario duplican la media nacional.
En el mismo sentido, el ejemplo que dio el gobernador para solventar su insólita afirmación fue el barrio Las Flores que “recorro hace 25 años”, afirmó. En ese mismo barrio, hace dos meses, se escapó de su arresto domiciliario un joven señalado como sicario de Los Monos luego de que balearan el frente de su casa. El joven, llamado Javier Monzón, estuvo prófugo por dos meses y sus enemigos lo encontraron antes que la policía y lo asesinaron en un barrio vecino a Las Flores, llamado Las Delicias. Este es solo un ejemplo de los sucesos que cotidianamente retratan la guerra narco en Rosario, que se multiplican por cada barrio. |