Esta semana se presentaba como el preámbulo de una visita papal que el gobierno esperaba con ansias. Sin embargo, los días previos estuvieron marcados por un nuevo revés para Peña Nieto y su “verdad histórica” en el caso Ayotzinapa, por el asesinato de la periodista Anabel Flores y por la macabra aparición de restos humanos, que incluirían a dos de los cinco jóvenes desaparecidos en Tierra Blanca, Veracruz. Un panorama complejo para la imagen y la credibilidad de la administración de Peña Nieto, cruzada además por cuestiones que pueden volverse nuevos escándalos políticos, como es el millonario gasto en el nuevo avión presidencial y las justificaciones airadas de Los Pinos.
De Ayotzinapa a Tierra Blanca
El día que trascendía el supuesto hallazgo de los restos de 2 de los jóvenes desaparecidos en Veracruz en el Rancho El Limón, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GEIE) contradecía una vez más la versión oficial respecto a los sucesos de Ayotzinapa.
La casi simultaneidad de las noticias afianzó la percepción popular de las evidentes similitudes. Como en la noche negra de Iguala, los cinco jóvenes de Tierra Blanca fueron detenidos y desaparecidos por integrantes de las fuerzas represivas del estado. Como en Ayotzinapa, se vio la asociación entre éstas y el llamado “crimen organizado”, señalándose -por parte de varios medios- al Cartel Jalisco Nueva Generación. Lo cual ya sostienen los familiares de las victimas, que descreen de todo lo que dice el gobierno estatal y federal.
Tan evidente es esto, que periodistas de los que no puede sospecharse ningún progresismo, afirman que “como en Ayotzinapa, (el gobierno) sabe que se impuso la narrativa del horror: policías ligados al crimen secuestraron a los jóvenes y los entregaron para que los mataran, y ahora debe convencer a los padres, madres y hermanos que no quedan más que cenizas, pedazos de tela y costras de sangre en los árboles”.
Mientras el gobierno de Javier Duarte en Veracruz y sus fuerzas policiales aparecen como cómplices de quienes utilizaron dicho rancho como una fosa común, el cinismo oficial no tiene límites. El subsecretario de Derechos Humanos Roberto Campa afirmó que hay similitudes entre los casos de Ayotzinapa y de Tierra Blanca. Evidentemente: la primera similitud es la participación del estado.
En ese contexto, la líder de la bancada de Morena en el Congreso de la Unión, Rocío Nahle, llamó a que la Secretaría de Gobernación intervenga en el sistema de seguridad de Veracruz. Pero no se le puede pedir a la institución que sostuvo la “verdad histórica” en Ayotzinapa y quiso ocultar la masacre por parte del ejército en Tlatlaya, que esclarezca estos nuevos asesinatos y de respuesta al reclamo de los familiares de las víctimas.
Mientras tanto, las declaraciones del GEIE terminaron de desestimar la versión oficial sobre el caso Ayotzinapa, al afirmar que en Cocula no hay evidencias de un incendio de magnitud. Es tal la dimensión de esto, que el PAN solicitó al gobierno que modifique la “verdad histórica”, en tanto que la Procuraduría General de la República (PGR) tuvo que reconocer que el caso no está cerrado. Ahora EPN pretende salvar la situación ordenando un nuevo peritaje entre la PGR y el GEIE.
Las consecuencias de estos hechos para el gobierno pueden ser importantes. La visita del Papa Francisco pondrá a EPN en una situación de alta exposición, tanto nacional como internacional. La credibilidad que Los Pinos viene reconstruyendo trabajosamente puede ser golpeada de forma amplificada. Seguramente los medios de comunicación serviles al gobierno buscarán ocultar todo esto aprovechando la visita del Papa Francisco. Aún así, el carácter reaccionario del gobierno y de esta democracia para ricos, la colusión entre el estado y la llamada “clase política” con el narcotrafico, emergen nuevamente para millones de personas.
México, un infierno para el periodismo
El nombre de Anabel Flores se añade a la lista de comunicadores plagiados y asesinados en los últimos años. Esto muestra el avasallamiento a la libertad de expresión por parte del gobierno y el narcotráfico, y la utilización de métodos selectivos de desaparición y eliminación física. Aunque son los llamados “estados calientes” (como Tamaulipas o Veracruz) los que cuentan con el mayor número de casos, también se ha dado en la Ciudad de México, considerada antes como un refugio por los periodistas perseguidos. El caso Narvarte es testimonio de ello.
Como allí, pretenden enlodar a los periodistas asesinados. Sobre Anabel Flores, la fiscalia afirma que seguirá todas las lineas de investigación, incluyendo los “posibles vínculos con el narcotráfico”
No extraña que el secuestro de la periodista y el hallazgo de su cuerpo sin vida, involucren a dos estados cuyos gobiernos se caracterizan por perseguir la disidencia, como Veracruz y Puebla. Estos ataques tienen como trasfondo la imposición de leyes más duras contra la libertad de expresión, por parte del Congreso de la Unión, como dijimos aquí. Lo cual demuestra, como sostenemos desde La Izquierda Diario, el carácter profundamente antidemocrático del régimen político.
Ya en los medios de comunicación se trasluce la preocupación gubernamental por el efecto de la visita de Jorge Bergoglio. Aunque el gobierno y la “clase política” quieren con esto relegitimarse, el punto es que la pronta llegada del avión papal estará salpicada por estos hechos. Habrá que ver si a través de la coreografiá cuidadosamente montada para hacer “cómoda” la visita del Papa Francisco no se cuelan los reclamos populares, ante un gobierno responsable de las desapariciones en Ayotzinapa y Tierra Blanca y del ataque a los periodistas. |