Oscar Héctor Camilión sufrió una descompensación en la Clínica Suizo Argentina, en el barrio porteño de Recoleta. Allí se recuperaba de un by pass al que había sido sometido la semana pasada.
Abogado de profesión, entró en la Cancillería con el gobierno de Arturo Frondizi como director de personal y para organizar la carrera diplomática. Convertido en cuadro político del desarrollismo, la corriente liderada por Rogelio Frigerio, entre los años 1965 y 1972 Camilión fue jefe de redacción del diario Clarín, íntimamente ligado a esa fracción política burguesa. En 1973, un cambio en la línea interna del diario lo dejó afuera.
Camilión no trabajó para la dictadura militar de Juan Carlos Onganía, pese a que éste le propuso un puesto de embajador en Brasil. Pero sí fue embajador en Brasil al servicio de Jorge Rafael Videla (1976-1981) y, a su regreso a Buenos Aires, fue nombrado canciller de Roberto Viola, el sucesor de Videla que ocupó la Casa Rosada entre marzo y diciembre de 1981. También durante la dictadura ocupó el cargo de secretario general adjunto de la Organización de las Naciones Unidas.
Y entre 1987 y 1993 fue representante del Secretario General de la ONU a cargo de la “misión de buenos Oficios” en Chipre (1987-1993).
Entre 1993 y 1996 fue ministro de Defensa. Era el gobierno de Carlos Menem y de aquel paso por la función pública Camilión se quedó con un proceso judicial por el escándalo de la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia y otro por la voladura de la Fábrica Militar de Río Tercero del 3 de noviembre de 1995. En 2013 fue condenado a cinco años y seis meses de prisión mientras que su exjefe recibió siete años de condena por la venta de armas.
También fue procesado por el cobro de sobresueldos durante el menemismo, junto a Domingo Cavallo, Raúl Granillo Ocampo y María Julia Alsogaray. El dinero con el que se pagaban esos sobresueldos provenía de fondos reservados de la ex SIDE.
En sus últimos años de vida, ya sin ser funcionario, armó una pequeña consultora desde la que asesoró a importantes clientes sobre cuestiones bursátiles.
Con semejante prontuario, no es para nada sorpresivo que Camilión haya “muerto en paz” y con un más que oportuno sentimiento de impunidad. |