Mientras los dirigentes de nuestro gremio negocian despidos y suspensiones con las empresas a puertas cerradas, las mujeres metalúrgicas que tenemos la “suerte” de seguir trabajando; bajo el Gobierno de Macri (con una canasta familiar estimada en 16 mil pesos), ganamos salarios que rondan los 3.500 y 4 mil por quincena.
La plata no alcanza. No alcanza siendo un aporte más en el hogar, ni hablar siendo cabeza de familia. La plata se escurre entre nuestros dedos apenas la tocamos. Y las obreras cuando miran su recibo de sueldo, van al baño y se descargan llorando al saber que a su hijo no les van a poder comprar el par de zapatillas que necesita.
La realidad de las obreras nos encuentra trabajando bajo techos de chapa con ventiladores tirando aire caliente, al lado de máquinas que funcionan a más de 100 grados. Los ventiladores y toda el agua no alcanzan. Con jefes de punta en blanco que evitan saludarnos para no tocar nuestras mejillas sudadas, observan cada movimiento que hacemos y nos apuran para sacar la producción.
El apuro y la presión es moneda corriente. Como también los brazos destruidos por la tendinitis y los dedos duros como garfios. El apuro y la presión se llevó varios dedos de las obreras en diferentes oportunidades. Las manos mutiladas también son parte de nuestra realidad.
Pero quien nos tiene que representar (el que está acusado por fraude y lavado de dinero) hace oídos sordos y no nos sorprende. ya las obreras sabemos que los dirigentes del gremio están vendido, que no podemos esperar mucho de los que ganan el equivalente a 6 canastas familiares cuando nosotras ni siquiera cubrimos una! Para dar una idea, en la última Asamblea de una metalúrgica, los delegados del gremio festejaron como “logro” el cambio de las letrinas por inodoros nuevos en los vestuarios. En pleno 2016.
Pero esta dura realidad, pesa más cuando se trabaja por contrato. Meses y meses de desconcierto, de no saber si quedas efectivo o si en tres meses tenes que salir a buscar trabajo. Otra vez, sin poder siquiera proyectar algún futuro inmediato.
Esta realidad, la nuestra, la de las obreras de la UOM, no tiene nada que ver en absoluto con la realidad de la patronal ni con la de Caló y sus amigos. Ellos, con salarios que superan los 100 mil pesos por mes! Nuestras vidas nada tiene que ver con las suyas.
Sin embargo, nuestra historia es la misma que la de las mujeres metalúrgicas de otras fábricas, inclusive las de otros gremios. Con El pretexto de que la plata que ganamos es sólo“una ayuda” en el hogar, tenemos que soportar salarios de hambre y recibos de sueldos que, de sólo mirarlos, provocan angustia. Y por supuesto, todo esto nos pasa bajo la mirada cómplice del gremio que discute en la mesa chica lo que las mujeres “merecemos” a cambio de entregarles nuestra vida y nuestra salud.
A pesar de ser un gremio que contiene muchas mujeres, nuestra condición pesa. Y ese peso se siente al cobrar menos sólo por ser mujer, se siente cuando el delegado verde te manosea cuando te saluda, se siente cuando sigue en su puesto un gerente más denunciado por acoso sexual.
Pero la bronca se desliza por los pasillos de la fabrica; y dentro de nuestros guardapolvos azules los musculos se tensan como si el cuerpo se preparara para responder al golpe. Las empresas ya decidieron: hoy como ayer, somos para ellas material descartable. Nuestro gremio también ya decidió: se sienta a negociar con Macri (como ayer lo hizo con Cristina) cual debe ser el precio de nuestro sudor. Nosotras, las mujeres de la UOM, seremos parte de los que resisten la llegada del ajuste a los bolsillos de los trabajadores y trabajadoras. y ese dia, mas temprano que tarde, de nada valdrá la tregua que hoy firman los traidores. |