El Papa arribó al aeropuerto de Ciudad Juárez cerca de las 10:00 de la mañana del miércoles 17 de febrero, donde fue recibido nada más y nada menos que por el gobernador de Chihuahua, César Duarte, el obispo de la Diócesis de Ciudad Juárez y el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell. Luego se trasladó a la prisión de la ciudad, el Cereso 3.
Como destacan distintas notas en la prensa, el Cereso 3 -que llegó a ser de las prisiones más violentas del país, y es a donde fueron trasladados recientemente reos sobrevivientes del motín del Penal de Topo Chico en Nuevo León- lució recién pintado, con jardineras remodeladas y limpias. Ahí, frente a cerca de 700 presos, de los más de 3000 que alberga el penal, recriminó que se haya olvidado a “aquellos que también han sufrido a causa de este círculo de violencia” y planteó “un llamado a intervenir afrontando las causas estructurales y culturales de la inseguridad”.
Posteriormente, el Papa habló en contra de la explotación laboral en una reunión con el “mundo del trabajo”, aproximadamente 3 mil personas congregadas en el gimnasio del Colegio de Bachilleres en Ciudad Juárez. También planteó que “Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días” y denunció “la mentalidad reinante pone el flujo de las personas al servicio del flujo de capitales provocando en muchos casos la explotación de los empleados como si fueran objetos a usar y tirar”.
Pero en el encuentro, sólo una pareja de trabajadores tuvo oportunidad de hablar y la aprovecharon para comentar que "En Juárez hay mucho trabajo, pero con salarios muy pobres y no suficientes para que uno solo pueda mantener a toda la familia", dijo Ubaldo Martínez, obrero de 64 años.
El presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Juan Pablo Castañón, respondió que el reto es seguir promoviendo el desarrollo de México.
Bergoglio culminó su visita con una misa binacional en la Ciudad, a orillas de la frontera con Estados Unidos, a la que asistieron cerca de 200 mil personas, misma que fue transmitida en el Sun Bowl Stadium de El Paso, Texas, donde según diversos cálculos se concentraron entre 30 y 50 mil personas.
En la misa hizo referencia a los padecimientos de los migrantes, y calificó a la migración de tragedia humana ocasionada por la pobreza, la violencia y el narcotráfico.
Finalmente, a pesar de la retórica que usó a lo largo de su visita a México para acercarse a los sectores pobres, de mujeres y de trabajadores, fue despedido por el presidente Peña Nieto en el aeropuerto de Ciudad Juárez, de dónde partió con rumbo a Roma.
Una vez más, a pesar de su discurso y como a lo largo de su estancia en México mantuvo estrecho contacto con la casta política responsable de la situación que denuncia.
El límite del discurso papal
La visita del Papa por México ha tocado una serie de puntos que expresan las grandes problemáticas de los trabajadores, indígenas y sectores pobres de la sociedad mexicana. En este caso para restaurar la imagen de la Iglesia e instalar un discurso de cercanía a los sectores populares, al tratarse de una ciudad obrera -frontera con el monstruo imperialista estadounidense-, tenía que referirse a la explotación obrera en las maquilas, así como a la migración y sus padecimientos.
Pero, a pesar de denunciar la explotación obrera y que las obreras son “objetos desechables en la maquila”, decidió omitir la denuncia sobre los engranajes de la maquinaria feminicida que persiste en la frontera, gracias a la complicidad de políticos, empresarios, policías y militares. Tampoco se decide a denunciar hasta el final y de manera categórica a los principales agentes responsables de las condiciones de vida que padecen los trabajadores, los migrantes y las mujeres de la ciudad.
Para nada está en el horizonte de la Iglesia ni de su principal representante, clarificar para los explotados y oprimidos quiénes son los culpables de su situación, sus verdaderos enemigos, y hacerlos conscientes de que solo la lucha puede permitirles enfrentarlos.
Pero si el Papa y la Iglesia Católica no están dispuestas a ir hasta el final en la denuncia de los padecimientos de los trabajadores y las mujeres de la ciudad fronteriza, son las obreras y obreros de la maquila, quienes siguen buscando a sus mujeres desaparecidas, quienes salieron a luchar contra el acoso sexual y laboral, por aumentos salariales y sindicatos independientes; quienes de verdad pueden tomar en sus manos la lucha por sus más profundas demandas y, las que pueden pelear por terminar de raíz con la explotación en las fábricas y centros de trabajo, luchar contra el feminicidio y la violencia que padecen las mujeres. |