Las definiciones
En la entrevista que realiza El Desconcierto, Cristian Cuevas realiza una serie de definiciones para pensar la izquierda y sus desafíos, ante el escenario electoral, y en lo que llaman la “época posneoliberal”.
A partir de la pregunta por fuerzas de izquierda emergentes como Izquierda Autónoma, la UNE, Revolución Democrática, Izquierda Libertaria, Cristian Cuevas parte por definir que “hay una izquierda que está buscando un espacio para construirse”, que se realizan “esfuerzos de construir espacios de articulación”.
Pero a continuación señala algunos límites y problemas. El primero, reconocer que “como tal no es una fuerza gravitante en la disputa política, está recién emergiendo a partir de la descomposición de la izquierda tradicional … Pero hoy sigue siendo fragmentaria”.
Otro límite y problema que señala, ante las elecciones municipales, es que no se la ve como opción, señalando que “ante la situación de descomposición que vive el modelo, ante la situación de descomposición de las élites, de las instituciones, todavía nosotros no somos mirados como una posibilidad por las mayorías, que hoy no votan, que se expresan en la lucha social, en los sindicatos, organizaciones comunitarias”.
Después, indica que “hay una situación de crisis pero no una unidad de acción en función de disputar esa escena, entonces se diluye la posibilidad de avanzar”.
Ahonda criticando que la descomposición no es solo de las elites, y que en las izquierdas priman las rencillas menores, diciendo que “la descomposición no solo ha golpeado a las élites, sino que vemos cómo atraviesa también a nuestro sector. Por eso cuando la izquierda está en una rencilla pequeña y marginal entre grupos que realmente no inciden en la política ni en los territorios, entonces estamos perdidos”.
Estos límites y problemas, plantean desafíos que el dirigente también se plantea.
Los desafíos
Vamos a puntualizarlos. El primero, la construcción de una “tercera vía” en base a la unidad, alternativa al duopolio Nueva Mayoría-derecha, que exige “hacer un camino posible entre estas fuerzas, en tanto que debe ser un espacio amplio, diverso … que dispute el escenario político”, y poder “generar un espacio de convergencia común y de colaboración en función de las batallas, no solo en el ámbito electoral municipal, sino en el ámbito del mundo del trabajo, estudiantil, de los movimientos sociales. Entonces mi invitación es que debemos ser un factor de unidad”.
Ante esto, en segundo lugar, advierte que la unidad es difícil, que “me da la impresión, cuando conversamos con Izquierda Libertaria, con Izquierda Autónoma, con Revolución Democrática, con las distintas expresiones en todo el país, todos están a disposición. Pero a la hora de hacer practica, la verdad que nadie quiera correr riesgos y la política es correr riesgos. Uno tiene que avanzar quebrando huevos”. Y pone de ejemplo las distintas listas de izquierda que se presentaron en las municipales del 2013.
El segundo, que esa unidad debe ser bien amplia, traspasando incluso las fronteras de la izquierda: “Pero cualquiera que sea, invitaría a generar mecanismos democráticos para resolver una candidatura única desde expresiones emergentes de la izquierda o transformadoras. No necesariamente tienen que ser de izquierda sino que pueden ser fuerzas que se identifiquen en un proyecto de transformación, obviamente criticas al neoliberalismo. Y eso va más allá de la izquierda”. Adelanta que las elecciones municipales de este año serán una prueba de si esa unidad es posible o no.
El tercero, que ante una agenda posneoliberal comenzada hace más de 10 años y hoy en retroceso, son experiencias que hay que discutir, para pensar “como vemos esta izquierda para el siglo XXI a partir de estas experiencias que son contribuyentes, pero en las que también se han cometido errores que debemos rectificar”. Entre estos, que “si nosotros somos críticos a la corrupción, en nuestros procesos no debe haber corrupción”, que si “queremos construir un proyecto en que la izquierda sea transformadora, democratice, participativa, no podemos construir una oligarquía de izquierda que administre los partidos y encapsule el proceso de desarrollo de los movimientos sociales”.
El cuarto, cómo pensar “una nueva arquitectura para este tiempo”, ya que “en un país como Chile, con una sociedad profundamente neoliberal, profundamente consumista … tenemos que reflexionar ante el ciudadano que hoy día es distinto al ciudadano que nosotros en nuestras utopías, en nuestros sueños tenemos … porque algunos reproducen modelos que hoy no tienen que ver con la sociedad actual. Ahora, la contradicción principal sigue siendo capital versus trabajo, eso sigue. El tema es cómo construimos una fuerza que sea capaz de movilizar y de ilusionar a millones”.
Sobre su figura, que ha circulado como posible candidato presidencial para el próximo año, aclara que en lo formal no lo está discutiendo, que es algo que hay que reflexionar más, que ahora está preocupado de “cómo contribuir para hacer entender la necesidad de avanzar”
Debates, contradicciones, posibilidades
El doble proceso de una izquierda emergente que busca incidir, articularse, pesar más, y que a la vez se mantiene marginal, es un hecho del que hay que partir. Aunque hay otra incongruencia que señalar, que tiene un peso social, aunque también limitado, pero aún así mayor que el político. Se expresa en el movimiento estudiantil, con la mayoría de las Federaciones universitarias dirigidas por las distintas organizaciones de la izquierda que surgieron o cobraron fuerza tras el 2011. Y también en el movimiento de los trabajadores, con sindicatos base, dirigentes de base, colectivos de trabajadores que son protagonistas de muchas de las movilizaciones de los últimos años, así como esfuerzos de articulación dentro de las organizaciones sindicales tradicionales.
Unir lo social y lo político, salir de la marginalidad, aparecer como una opción, es parte de los desafíos. La tarea no es sencilla, aunque las condiciones vienen siendo más favorables. Las “rencillas”, aunque muchas puedan ser secundarias o artificiales, no son algo secundario, no hay que mirarlas a menos, es parte de los esfuerzos de reconstrucción estratégica indispensable en la tarea de construir organizaciones que puedan salir de esa marginalidad, unir lo social y lo político, incidir, aparecer como alternativa.
Por poner algunos ejemplos, construir un estado social de derechos, como en parte plantea la Izquierda Autónoma, es un objetivo estratégico que contrasta con la tarea de terminar con la democracia para ricos para la lucha por una democracia de los trabajadores, un Gobierno de los trabajadores basado en sus organismos de democracia directa. Hacerse parte del Gobierno aunque sea en cargos menores, como Revolución Democrática en el Ministerio de Educación, contrasta con la definición de Izquierda Autónoma de que las convergencias no pueden ser con partidos de la Nueva Mayoría.
La convergencia de la izquierda, en la que, en esta entrevista, Cristian Cuevas incluye a fuerzas más allá de las fronteras de la izquierda, contrasta con la tarea que nos proponemos construir un partido revolucionario de los trabajadores con una política de independencia de clase.
Es que precisamente, para ganar a millones que siguen a algunos de los partidos burgueses, o que desalentados se marginan de la política o de los procesos de movilizaciones, es necesario que rompan con sus direcciones actuales, sean de mayor o menor peso. Por ejemplo, la disputa por sectores medios que se identifican, o se identificaban, con la DC, no va a ganarse aliándose con la DC, como hace el PC, sino al revés. Y no solo en la política nacional, sino también en organizaciones de masas, como la CUT.
Pero estos objetivos estratégicos contrastantes, no excluyen, sino que al revés, hacen necesaria la unidad en la acción, con pasos progresivos adelante que podamos dar las distintas fuerzas de la izquierda en luchas comunes.
El primer embate de la lucha de clases de masas del 2011, con centro en el movimiento estudiantil, pero que incluyó movilizaciones en Regiones castigadas, incluyendo revueltas locales como en Aysen; movilizaciones de la diversidad sexual; reactivación intermitente del movimiento de mujeres; mayor actividad del movimiento de los trabajadores recurriendo crecientemente a métodos combativos de lucha, planteó las condiciones para esa unidad en la acción. La descomposición del régimen que se aceleró el año pasado, refuerza esas posibilidades. Pueden cerrarse. El Gobierno de la Nueva Mayoría es lo que intenta, usurpando algunas demandas, como la de gratuidad.
Por eso, la unidad en la acción es un camino para que las distintas fuerzas de izquierda emergentes, dinámicas, con algún peso social, se hace más urgente, a la vez que se debate estratégicamente para las políticas, salidas, soluciones que se plantean en cada batalla. También, para la politización que hay que promover. Aunque en forma anacrónica, extemporánea, la derecha aprovecha cada oportunidad para promover su visión de sociedad: ante el alza del pasaje del Metro, se encargó de destacar que demuestra que “el socialismo” en el transporte colectivo de pasajeros, con empresas estatales, es un fracaso. ¿No debemos oponerle la realidad de que el Metro estatal está financiando el negocio de las empresas privadas del Transantiago, y sin afán de lucro podrían funcionar estatizándolas bajo control de sus trabajadores y usuarios?
Cristian Cuevas sí podría ser una figura que contribuya a la unidad en la acción, las posibilidades son muchas. En el año de la definición sobre la gratuidad en la educación superior, convocando y haciéndose parte de los debates y movilizaciones para empujar la necesaria unidad entre estudiantes y trabajadores, que este año tuvieron un paso adelante con el encuentro en las calles entre los estudiantes movilizados y los profesores en paro por más de dos meses. En el año de las elecciones en la CUT, puede ser un factor de unidad para una lista alternativa a la dirigencia de la Nueva Mayoría que iría separada alrededor de las figuras de la PC Bárbara Figueroa, el PS Arturo Martínez y el DC Nolberto Díaz, unos más críticos, otros menos, pero todos parte de la misma directiva que hizo eje en el lobby parlamentario durante la discusión de la reforma laboral, para recuperar una CUT clasista, democrática y combativa. Las posibilidades son muchas más: el fin de las AFP, la lucha contra la criminalización y represión, que el año pasado cayó brutalmente sobre los hombros de los estudiantes, desde Félix Aviles a los de la UTEM que denunciaron haber sido torturados, sobre los hombros de los trabajadores asesinando a Nelsón Quichillao, sobre los hombros del pueblo mapuche.
Estos pasos de unidad en la acción, puede traducirse, o no, en las elecciones municipales, puede admitir la continuidad de un debate estratégico necesario, y seguramente fortalezca las posibilidades para que trabajadores y estudiantes se fortalezcan en sus luchas, se construya un camino para empezar a ganar batallas, que no se impongan las salidas de la burguesía, y se avance en la tarea estratégica de construcción de un partido revolucionario de los trabajadores, que es lo que nosotros nos proponemos. |