Los ministros de Finanzas de las principales veinte economías del mundo, se reunieron durante los días 26 y 27 de febrero en la ciudad china de Shanghái. En el documento final de la cumbre del G-20 se destaca que la crisis de los refugiados, junto al posible Brexit, representan graves “amenazas” para la economía global, que se suman a las ya existentes como la caída de los precios de las materias primas y el petróleo, la creciente volatilidad financiera, entre otros.
En el comunicado final, desde el G-20, las potencias desarrolladas y los emergentes se han comprometido utilizar “todas las herramientas posibles” para fortalecer la recuperación, sin nombrar medidas concretas. Esto se debe a que no fue posible establecer una receta “común” para combatir el débil crecimiento mundial.
Entre las diferencias existentes, se encuentra por ejemplo Alemania que sigue negándose a explorar la vía fiscal, a diferencia de lo que proponen Estados Unidos y China. En este sentido el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, rechazaba tajantemente un plan común en forma de mayor gasto fiscal y pedía poner en marcha un plan de reformas estructurales.
En el comunicado final se reflejaba su posición: “la política monetaria continuará apoyando la actividad económica y garantizando la estabilidad de los precios de acuerdo con los mandatos de los bancos centrales, pero por sí sola no puede conducir a un crecimiento equilibrado”.
Las intervenciones de los bancos centrales son insuficientes por sí solas para generar un "crecimiento sostenible", pero tienen que apoyar una actividad económica que necesita de "políticas fiscales flexibles" para reactivarse, continúa el texto.
En el mismo comunicado, elaborado por los ministros de Finanzas y directivos de bancos centrales del grupo se lee: “La recuperación global continúa, pero sigue siendo desigual y se queda corta de nuestra ambición de un crecimiento fuerte, sostenible y equilibrado”.
Finalmente, en el texto se muestra una descripción común del escenario mundial, pero no se logra arribar a un consenso sobre qué solución aplicar, que van desde continuar con las medidas de estímulo monetario, diseñar un duro plan de reformas estructurales o decidirse por un paquete coordinado de estímulos fiscales.
Mientras los diversos factores que afectan hoy a la economía mundial como la crisis de los precios del petróleo, el fin de ciclo de las materias primas o la creciente volatilidad financiera, continúan su desarrollo. La posibilidad de la salida del Reino Unido de la Unión Europea le suma una nueva preocupación a la economía mundial, junto a la gran crisis migratoria en Europa. Es en este escenario que la débil recuperación de EE.UU. y el enlentecimiento de China, acelera los debates sobre una posible recesión global. |