McDonald’s es una cadena de comida rápida que cuenta con muchos rumores acerca de la calidad de sus productos, pero a su vez cuenta con todos los certificados de calidad y presume de ellos. En su web dicen tener un compromiso con la calidad, la seguridad alimentaria y respetar al medio ambiente y el bienestar de los animales. Pero ¿cuánto le cuesta a McDonald’s producir sus hamburguesas? ¿Qué les paga a sus empleados? ¿Son de calidad sus productos?
Incluso en un día “malo” en cuestión de ventas, se cuentan por miles las hamburguesas vendidas en cualquier McDonald’s del Estado español. El sabor de cada uno de sus productos es característico. No vas a encontrar el mismo producto, en otro sitio, con el mismo sabor. Los aditivos, colorantes y químicos están a la orden del día. Así se aseguran que familias enteras acudan con frecuencia a sus restaurantes, ya que saben exactamente como saben sus productos.
En cada restaurante de la compañía los productos que no se venden por razones higiénicas (se cae al suelo), porque pasan mucho tiempo hechas sin que nadie los compre o por otros motivos, terminan en un papelero especial llamado waste. Este, dos o tres veces al día, se cuenta para cuadrar el inventario. En las hojas en las que contamos el waste, nos viene el precio de producción de cada uno de los productos que vendemos en el restaurante. Los datos son impresionantes. Los beneficios son estratosféricos.
La hamburguesa clásica, la simple, la de 1 euro, tiene un precio de producción de 0,27 céntimos – generando un beneficio del 370% -. El producto estrella, el Big Mac, que en el Estado español, según el ranking mundial del Big Mac, está a 4,23 euros de media, tiene unos costes de producción de 0,64 céntimos – generando unos beneficios de más del 660% -. Por tomar otro ejemplo, el McPollo, que tiene el mismo precio de venta que el Big Mac, y unos costes de 0,56 céntimos – con más de un 750% de beneficios -.
Los precios de producción incluyen todos los procesos que sufren todos los productos: fabricación, transporte y elaboración (incluyendo el sueldo de los empleados). Así pues, mientras pagan un sueldo que oscila entre poco más de 5 euros y poco menos de 7 la hora, obtienen unos beneficios extraordinarios.
Más allá de especulaciones e intrigas es necesario reflexionar sobre la calidad de sus hamburguesas analizando los números. Los precios de producción son exageradamente bajos. Si ponemos por caso el precio de la de un euro. En el precio de producción (0,27 euros) entra la elaboración de la carne, pero también la del pan, la cebolla, el pepinillo, el ketchup y la mostaza utilizadas, al igual que el de su transporte y almacenamiento (el pan y la ternera se guardan en un congelador gigante) y su elaboración en la tostadora de pan y la plancha.
Estos números son fruto de numerosos debates/mitos sobre el origen de sus productos, sobretodo de lo que dice ser pollo y ternera. Pero, lo cierto es que con unos precios de producción tan bajos podemos asegurar que sus productos son de muy mala calidad.
Uno de los experimentos más conocidos fue el del estadounidense Morgan Spurlock. En 2003 comió 3 veces al día (desayuno, comida y cena) durante un mes, en diferentes McDonald’s a lo largo de los EEUU. A su vez, durante dicho mes sólo daba 5.000 pasos diarios (la media del país norte Americano). El experimento fue plasmado en un documental titulado Super size me durante el cual ingirió, de media, unas 5000 Kcal/día.
El protagonista, llevaba una vida sana y una dieta variada y equilibrada. Pesaba 84,1 Kg y media 188 cm de altura. Pasó de un índice de masa corporal de 23,2 (de 19 a 25 se está dentro del rango considerado como “sano”) a 26 (“sobrepeso”). Ganó más de 11 kg de peso, aunque cabe decir que perdió masa muscular, ganando aún más de 11 kg de grasa. A parte experimentó cambios de humor, un nulo apetito sexual, sufrió daños irreparables en el hígado y aumentaron, de por vida, las probabilidades de poder sufrir enfermedades coronarias y cardiovasculares.
Los restaurantes de comida rápida son nidos de precariedad y explotación y a su vez proporcionan comida de muy mala calidad. Desde su aparición la obesidad ha crecido exponencialmente. EEUU, su cuna, ha pasado de tener una de la poblaciones más delgadas de mundo (años 60’) a la más obesa del planeta.
Analizando todos estos datos podemos entender como McDonald’s, sólo en el Estado español, obtiene beneficios millonarios (212,9 millones de euros en 2012; 214,6 en 2013 y 214,8 en 2014). A cambio de la precariedad de sus trabajadores y la salud de sus clientes. Quien no lo ha hecho aún, debería replantearse el acudir a comer a los restaurantes de comida rápida. |