La “China de Occidente” es como comienza a ser llamado México y no es para menos. Producto de las reformas estructurales, la flexibilización laboral, los bajos costos de mano de obra (la mano de obra china es 43% más cara que la mexicana), los bajos costos arancelarios y el apoyo no solo del régimen y sus instituciones, sino del aparato charro de la Confederación de Trabajadores de México, hacen de México un verdadero paraíso para las trasnacionales.
Una de las industrias más dinámicas de la economía es la industria automotriz. Sin embargo, como hemos venido profundizando, este “boom” no se puede disociar de la brutal precarización laboral que sufren los poco más de un millón doscientos mil obreros que trabajan en la industria automotriz.
Hace casi un año, veinte obreros de la trasnacional japonesa Mazda ubicada en Salamanca, Guanajuato, sacaron a la luz pública las atroces condiciones en las que se trabaja en Mazda. Donde denunciaron lesiones producto de las brutales jornadas laborales, operaciones en los tendones de las manos, complicaciones en la columna vertebral e incluso obreros que se convulsionaban en la línea de producción.
Para el 6 de abril del 2015, los obreros fueron despedidos por el simple hecho de denunciar sus condiciones precarias, mismas que hoy se cobran la vida de un obrero más.
El pasado lunes 29 de febrero, Tadeo David Álamos Banda salió de casa y seguramente llegó puntual a la puerta de la fábrica, horas después un rollo de acero de ocho toneladas, las condiciones precarias de trabajo (que se reflejan en la inseguridad que mantiene tensos a sus compañeros de trabajo) y el desinterés de la patronal para ofrecer condiciones mínimas de seguridad para los obreros, le quitaron la vida.
Siglo XXI y seguimos siendo desechables
La respuesta de la patronal no fue en ningún momento aceptar que los veinte obreros que habían denunciado las condiciones laborales, que ya habían ocasionado la convulsión de obreros, tenían razón. Tampoco hubo un comunicado aceptando su responsabilidad por las extenuantes jornadas laborales que, en ocasiones, llegan a las 10 horas y que aumentan las posibilidades de un accidente.
La patronal se remitió a simplemente a “apoyar” en los gastos funerarios de Tadeo y aseguran que la familia tiene la fortuna de que Tadeo tuviera seguro de vida, una vida que para la patronal cuesta hasta 48 meses de su salario.
Para cerrar con broche de oro el acto cínico de la patronal, Keishi Egawa, Presidente de Mazda México, visitó a la familia de Tadeo para expresar sus condolencias.
La trasnacional Mazda inició operaciones en 2014, año en el produjeron 140 mil unidades. Del 2015 hacia acá Mazda contrató a casi 5 mil doscientos trabajadores, entre los cuales estaba Tadeo.
Tadeo y sus 5 mil doscientos compañeros tenían por delante el reto de producir casi el doble que en 2014 y para este año la patronal piensa cerrar con 250 mil unidades. Esto lejos del discurso patronal implica jornadas laborales arduas y ritmos de producción brutales.
Keishi Egawa tenía una opinión de Tadeo y sus compañeros, en una entrevista en 2015 dijo: “para empezar están llenos de vitalidad, son muy alegres, luego también cumplen lo que se les indica, y su parte débil yo creo que sería en la precisión dentro de su trabajo, cumplir con los tiempos”.
Una vitalidad de la cual la patronal japonesa explota hasta la última gota y una sonrisa que intenta ser la fachada de obreros cansados y explotados. A Egawa parece no bastarle esto y pese a los ritmos de producción, las lesiones crónicas de obreros y las convulsiones sufridas en la línea de producción (a la cual se le suma la muerte de Tadeo), dispara y termina reclamando por la poca precisión que los obreros tienen para hacer un trabajo a ritmos ultra acelerados. Al final lo importante para Egawa son los 250 mil automóviles.
En pleno Siglo XXI y a contramano de lo que cualquier patrón, político o académico pudiera decir, los obreros siguen siendo tratados como mercancía desechable. No es la primera vez que la industria automotriz se cobra una vida de un obrero. En 2013, murió Armando Arana, en la planta de Honda en El Salto, Jalisco.
Frente a esto, es necesario que los trabajadores no sólo de la industria automotriz, sino el conjunto de los asalariados, que en México componen una clase trabajadora de 42 millones de personas, luchen para echar abajo las reformas estructurales que son pilar fundamental de la bruta precarización laboral que hoy se cobra la vida de Tadeo David Álamos Banda. Una muerte que la patronal intenta matizar con limosnas a la familia de Tadeo, pero que para los trabajadores es expresión de lo que se vive diariamente en sus centros de trabajo. | 
