Los refugiados atrapados en la frontera norte de Grecia iniciaron protestas contra la represión y el cierre de fronteras. “No vengáis a Europa” advirtió Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo.
En una rueda de prensa este jueves, Donal Tusk se dirigió a los refugiados llamándolos “potenciales inmigrantes económicos ilegales”: “no vengáis a Europa”, dijo. “Grecia y otros países no serán nunca más países de tránsito". Esta ha sido la respuesta de una de las máximas autoridades de la EU al agravamiento de la crisis de los refugiados.
El campamento de refugiados de Idomeni, donde la temperatura baja de los 5 grados por la noche, se ha transformado en una verdadera trampa para cerca de 10.000 refugiados llegados de Siria, Irak, Afganistán y otros países. La noche del miércoles se sumó la lluvia, convirtiendo el lugar en un barrial helado.
En el precario campamento se amontonan miles de refugiados esperando poder pasar. Esta semana algunos de ellos intentaron cruzar la frontera y fueron reprimidos por la policía de Macedonia, que lanzó gases lacrimógenos contra la multitud, incluyendo mujeres y niños. Macedonia no permite el paso de más de 500 refugiados por día.
Según informa un periodista de la BBC, en el campamento los refugiados deben hacer fila durante horas para recibir un sándwich y unas dos mil personas han sido atendidas este jueves por enfermedades como diarreas, por la falta de condiciones mínimas de salubridad. Médicos sin Fronteras denunció que no hay baños y es inminente una crisis mayor.
Algunos migrantes han iniciado protestas cortando la vía férrea que comunica Macedonia con Grecia, bloqueando el tránsito de todos los trenes.
Según las autoridades griegas, a las 10.000 personas que se concentran en Idomeni hay que sumar por lo menos otras 5.000 agolpadas en otros campamentos cercanos como Nea Kavála y Kilkís.
"La gente parece estar en calma, pero están desesperados. No hay alojamiento apropiado para todos, la situación se está tornando en una crisis humanitaria", declaró a Efe ayer el portavoz de ACNUR en Idomeni, Babar Baloch.
Cada día siguen llegando unos 1.000 refugiados a la isla griega de Lesbos desde Turquía, un flujo que va en aumento. El ministro de Migración griego, Yannis Muzalas, dijo el miércoles que unos 100.000 refugiados y migrantes pueden quedar atrapados en territorio griego si no se abren las fronteras de la ruta de los Balcanes.
El gobierno de Macedonia se sumó a las medidas restrictivas del resto de los países de los Balcanes y Austria, cerrando las fronteras con “cupos diarios” para refugiados.
La política de la UE, como expresó Donald Tusk es cerrar la oleada migratoria imponiendo a Grecia que construya centros de acogida, de registro y de detención desde donde bloquear el ingreso de refugiados al resto de Europa.
La semana que viene la UE tiene acordada una reunión clave con el gobierno turco de Erdogan para que ese país se transforme en un Estado “tapón” en la ruta de los refugiados. Un acuerdo siniestro con el régimen bonapartista de Erdogan que cada día sigue reprimiendo y asesinando a activistas y militantes kurdos y hostigando a periodistas y la oposición.