El después del 2011: Nueva Mayoría y nuevas izquierdas
El 2011 comenzó a trastocar todo. En las calles, el movimiento estudiantil puso en cuestión la educación de mercado con masivas movilizaciones; de su mano, emergieron otras demandas, de la diversidad sexual, medioambientales, de las regiones castigadas, y tras ellos, nuevas luchas combativas de los trabajadores.
Las movilizaciones no lograron triunfos, pero no fueron derrotadas. Entre sus efectos estuvieron, de un lado, el intento de usurparlas y controlarlas, que se expresó en la Nueva Mayoría con sus muchas promesas, entre ellas la gratuidad para la educación superior, que despertó ilusiones. De otro lado, el fortalecimiento o surgimiento de nuevas organizaciones de izquierda, empezando a hablarse de organizaciones guevaristas, trotskistas (como el Partido de Trabajadores Revolucionarios), libertarias (como Izquierda Libertaria), “gramscianas”, y sobre todo, de aquellas que instalaron dos diputados, Revolución Democrática de Giorgio Jackson e Izquierda Autónoma de Gabriel Boric, que en especial el año 2015 comenzaron a tomar mayor vuelo.
2015-2016: corrupción y apertura del ciclo electoral
El impulso de las reformas del primer año de Gobierno, concluyó con una suba en las encuestas. Las ilusiones y expectativas en las reformas se mantenían. Pronto comenzaron a diluirse y resquebrajarse. La fuerte ofensiva de la derecha y los empresarios con campañas mediáticas permanentes, y también callejeras, fueron un factor. La creciente moderación de las reformas, ante esa ofensiva, contribuyó también a su debilitamiento, expresándose en que la gratuidad terminó en un poco más de becas, la reforma laboral en indicaciones pro-empresariales, el aborto pospuesto, la reforma tributaria rectificada. Hay que agregar la fuerte represión, como al estudiante Rodrigo Avilés, y el asesinato del obrero contratista minero, Nelson Quichillao. A todo esto se sumaron los escándalos de corrupción, que tiñeron todo con el color del dinero: platas para financiar campañas, para hacer aprobar leyes como la de Pesca, parlamentarios y funcionarios en compra-venta a los empresarios; una nueva inyección al rechazo y deslegitimidad que las encuestas recogen con la bajísima aprobación y alto rechazo a todos.
Así terminó el 2015, y se abre el 2016, que será un año de definiciones, en que se deberán aprobar la reforma laboral, educacional, el aborto, iniciarse el proceso constituyente; todo cruzado por la apertura de un ciclo electoral que se inicia con las municipales este año, y sigue el próximo con las parlamentarias y presidenciales.
En todo esto serán puestas nuevamente a prueba las nuevas fuerzas de izquierda, aún débiles para hacerse pesar, pero fuertes como para cobrar vuelo y hacer escuchar más alto su voz. ¿Lograrán “incidir” en estos meses de definiciones? ¿De qué modo? Por ejemplo, ¿en la reforma laboral se impondrán las indicaciones pro-empresariales? ¿En la gratuidad, se impondrá la forma de becas extendidas o será un derecho social universal? ¿Logrará expresarse en las elecciones o seguirán los Jovino Novoa, los Orpis, y todos los parlamentarios en compra-venta a los empresarios?
Unidades, tercera vía y tareas
Estas fuerzas de izquierda debaten sobre cómo fortalecerse, cómo emerger, cómo incidir. Discuten las experiencias como Podemos de España, los gobiernos de América Latina de los últimos años, las oportunidades y desafíos en Chile. Se hacen esfuerzos de convergencia. Cristian Cuevas revela conversaciones con fuerzas como Izquierda Autónoma, UNE, Izquierda Libertaria, que a su vez conversan con Revolución Democrática, y hasta el Partido Humanista. En reciente entrevista, el ex dirigente sindical da cuenta de la importancia de ese proceso, señala que de las declaraciones de unidad a los hechos, hay un trecho.
En estas fuerzas, un intento es el de prepararse para las elecciones, han puesto en circulación como posible presidenciable su nombre, respondiendo que su intento por el momento es ayudar a aglutinar, pero sin descartarlo.
Constatando el fracaso del progresismo de la Nueva Mayoría, Cuevas llama a la construcción de una “tercera vía” en base a la unidad, alternativa al duopolio Nueva Mayoría-derecha, que exige “hacer un camino posible entre estas fuerzas, en tanto que debe ser un espacio amplio, diverso … que dispute el escenario político”, para así “generar un espacio de convergencia común y de colaboración en función de las batallas, no sólo en el ámbito electoral municipal, sino en el ámbito del mundo del trabajo, estudiantil, de los movimientos sociales. Entonces mi invitación es que debemos ser un factor de unidad”, argumenta. En otra entrevista refuerza con que “en el mundo estudiantil, si nos pusiéramos de acuerdo seríamos mayoría, en el mundo sindical si nos ponemos de acuerdo somos mayoría y desplazaríamos a la burocracia que ha hecho todo lo contrario a la acción sindical. Hemos llamado el 2016 el año de la organización, el año del camino posible, para construir una fuerza que, sin renunciar a nuestras identidades, logre incidir políticamente. ¿Eso está hoy? No. ¿Hay un esfuerzo desde la izquierda? Sin duda, estamos en conversaciones y espero aportar”, remata.
Los caminos de unidad son necesarios. Pero surgen obstáculos no artificiales: si, por ejemplo, Revolución Democrática discute candidaturas comunes con la Nueva Mayoría, e Izquierda Autónoma anuncia que con la Nueva Mayoría no se deben constituir alianzas, ¿cómo destrabar, sin hacer electoralismo? ¿Qué tipo de unidad se necesita? Cristian Cuevas dice que incluso debe trascender las fronteras de la izquierda, ¿con las empresas comprando parlamentarios, despidiendo trabajadores, coludiéndose para aumentar los precios, pagando salarios y pensiones de hambre, lucrando con la salud y la educación, se puede pensar una alianza que trascienda la izquierda? ¿No hace falta una izquierda de los trabajadores con independencia de toda variante patronal y combativa?
Son debates estratégicos que se abren paso, ¿y mientras tanto? Las reformas laboral, educacional, entre otras, afectarán a trabajadores y estudiantes. A la vez, la mayor unidad de acción para enfrentarlos es la tarea que se viene, que puede traducirse, o no, en las elecciones municipales.
Se necesita la continuidad de un debate estratégico que puede favorecer las posibilidades para que trabajadores y estudiantes se fortalezcan en sus luchas, para que se construya un camino para empezar a ganar batallas, que no se impongan las salidas de la burguesía, y se avance en la tarea estratégica de construcción de un partido revolucionario de los trabajadores, que es lo que nosotros nos proponemos. |