El año pasado el Sindicato Nacional Minero aceptó un aumento de 5% directo al salario, más 13,500 pesos por una única ocasión para cada trabajador. Esto ante el 4% que ofrecía la patronal más 3,000 pesos de ayuda. Un aumento muy bajo que a muchos trabajadores les pareció una buena negociación dado el porcentaje ofrecido inicialmente por la patronal.
Durante estos ocho meses este acuerdo actuó como contención del malestar que provoca en los mineros la baja del salario, los despidos y las violaciones al contrato colectivo del trabajo.
Sin embargo, la negativa patronal a reincorporar a los 300 trabajadores despedidos en la planta coquizadora, y la probabilidad de más despidos, provocó que los trabajadores no aceptaran más prórrogas con la empresa –mismas que en general favorecen a los patrones porque les permite organizar mejor su estrategia antiobrera– y los obreros pusieron las banderas rojinegras en la planta.
Por todo esto, es reaccionaria la declaración de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje de que fue un paro unilateral, así como el fallo de la improcedencia de la huelga –la primera federal en 30 meses contra del gobierno de Enrique Peña Nieto–. Con ello el gobierno pretende minimizar la importancia de este movimiento, así como invisibilizar este combativo método de lucha.
El potencial de la clase obrera a la vista
Esta huelga de 3,500 mineros en la segunda siderúrgica más grande del país, muestra el potencial que tiene un sector de trabajadores clave como el de los mineros, en momentos en que el gobierno y los patrones están envalentonados contra los trabajadores imponiendo leyes anti obreras y liquidando derechos conquistados históricamente.
El gobierno se pone del lado de los patrones, cuando se niega a multar a 5,883 concesionarios que fueron omisos en la presentación de informes estadísticos sobre la producción, beneficio y destino de los minerales que extrajeron del subsuelo nacional ni a otros 789 concesionarios que no presentaron informes técnicos (La Jornada, 29-2-16).
Son estos trabajadores los que en febrero de 2006 habían tomado lo que entonces era la siderúrgica Las Truchas, enfrentándose a la policía federal en lo que se conoció como “La batalla de Sicartsa”.
En esa lucha, el gobierno estatal del perredista Cárdenas Batel –al servicio del grupo Villacero– asesinó a dos obreros en una brutal represión, colaborando desde entonces con el gobierno federal en el ataque a las conquistas de los trabajadores y a su integridad física.
La movilización ocurrida este viernes 4, de los miles de trabajadores mineros en el puerto Lázaro Cárdenas, Michoacán, muestra que “el fantasma” de Sicartsa está presente en esta ciudad.
Esta decidida acción pone sobre la mesa la necesidad de los trabajadores de recurrir a los métodos propios de movimiento obrero y la necesidad de masificar la lucha apoyándose en otros sectores de trabajadores y de la población, para luchar por sus demandas.
Y debe hacerse sin dar más treguas a los patrones que, por más que aleguen pérdidas, han hecho grandes fortunas con la sangre, el sudor y las lágrimas de los trabajadores mineros.
Esto debe ser el inicio de un gran movimiento del sindicato minero para rechazar a nivel nacional los despidos, las violaciones al contrato colectivo del trabajo, y la política del gobierno federal de concesiones a los empresarios mineros, donde no sólo entrega la soberanía nacional sino que permite que más del 36% de los concesionarios de las minas no paguen derechos, y se niega a cancelarle las condiciones como marca la misma ley, y a multar a estos grupos capitalistas.
Los retos de los trabajadores mineros
Es evidente que, por el compromiso del gobierno de Peña Nieto tiene con el capital trasnacional y los empresarios nacionales, el ataque a este sector de trabajadores tiende profundizarse.
Prueba de ello es que el gobierno de Peña Nieto mantiene la misma política persecutoria contra el dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores Minero Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana. Que sobre ellos y los demás trabajadores del país pesan los acuerdos entre los partidos que firmaron el Pacto por México y las llamadas reformas estructurales, y que las empresas buscan liquidar los contratos colectivos de trabajo para aumentar sus ganancias.
Por eso, desde La Izquierda Diario opinamos que exigir la salida de Víctor Clairó, director de la empresa, no sirve para frenar este tremendo ataque patronal. La trasnacional ArcelorMittal y sus gerentes obedecen a un mismo plan para aumentar las ganancias en el sector minero, para ello cuentan con el apoyo de las autoridades laborales.
Por ello, el secretario del trabajo Navarrete Prida opinó que el emplazamiento a huelga en esta siderúrgica hace tiempo está “archivado” que por lo tanto, es un “paro ilegal de labores” negando la legitimidad de la huelga.
Los trabajadores mineros pueden fortalecer su movimiento si realizan una huelga nacional de todo el sector minero para enfrentar al Grupo México y a ArcelorMittal, al mismo tiempo que rechazan la persecución contra su dirigente nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores Minero Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana. Los mineros también se pueden fortalecer si llaman a formar un frente amplio de lucha de organizaciones que están resintiendo el ataque del gobierno, como es el caso de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que se movilizan contra la reforma educativa. Asimismo es necesario buscar la unidad con los trabajadores de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad que están sufriendo miles de despidos a causa de la reforma energética.
Los mineros de la siderúrgica deben evitar caer en las trampas que les prepara la empresa mediante cualquier negociación que tienda a desmovilizarlos y hacerles perder confianza en sus fuerzas en su clase trabajadora.
Sólo los métodos de la democracia obrera, donde la base sea la protagonista de la toma de decisiones al interior del sindicato, recuperando al mismo como una organización para la lucha, pueden fortalecer la resistencia ante los patrones para arrancarle las demandas que levanta el movimiento. Ninguna tregua, ningún pacto puede ayudar, puede ayudar a la experiencia de los trabajadores en la lucha por sus derechos”. Como decíamos más arriba, la combatividad mostrada por los mineros de la sección 271 en el 2006 durante la “batalla” de Sicartsa, es el fantasma obrero que recorre Lázaro Cárdenas. Toca a estos combativos trabajadores capitalizar esa importante experiencia. |