El arzobispo de Rosario, Eduardo Martín, se pronunció en contra de la despenalización de las drogas, en respuesta al párroco Juan Carlos Molina, titular del SEDRONAR, quien planteó abrir el debate. Martín dijo que estaba en contra porque “objetivamente la droga daña”. Además, resaltó al papa Francisco en esta línea y planteó que hay que fomentar desde el Estado que “lo que daña no es saludable”. |
Fuente: Intenet
Lo que omite el arzobispo es que “objetivamente” el machismo mata, y la homofobia también. Un representante de una institución históricamente machista, que batalló contra el matrimonio igualitario y el aborto, sólo te ofrece una vida de privaciones, castidad y sumisión, si es que querés ganarte el bendito cielo. Eso sí, no te dan ni un papel con la “garantía” de eso, pero bueno, para eso está la fe.
Acá no se trata de debatir si la droga hace “bien” o hace “mal”. Esa discusión es falsa. La droga se convirtió “objetivamente” en una necesidad social en cuanto la opresión y la explotación se hacen cada vez más asfixiante. Si no es marihuana o cocaína, es cigarrillos, alcohol o anti depresivos, no discriminemos las drogas legales tampoco.
Mientras tanto no se discute que rol tiene el Estado en la producción, distribución y rentabilidad de las drogas ilegales.
El santo padre no le cuestiona al Estado de dónde saca la plata para financiar las catedrales y las escuelas privadas. Solo las cobra. Implícitamente, el arzobispo considera que al joven que lo enganchan con un canuto lo metan preso. Prefiere que te lleve la gendarmería, te pegue unos cuantos cachetazos, te humille con tal de “que la DROGA no controle tu vida”. Es más sano curarse en una comisaria, rodeado de policías.
A las drogas hay que legalizarlas, es un derecho democrático básico que hay que ampliar para que el poder punitivo del Estado no caiga sobre los jóvenes y los trabajadores. Ninguna institución estatal esta a la altura moral de juzgar el “bien” o el “mal”.
La iglesia como gran usina de moralina, deja impune a los curas abusadores de menores, así como la policía se encarga de la distribución de la droga en los centros urbanos y de regular la trata. Se trata de millones de pesos que entran a las arcas del estado financiando campañas políticas como la de Bonfatti en Santa Fe. El problema para ellos, es que si se blanquea ese gran negocio, es decir, la ruta por donde circula la plata del narcotráfico, se caería toda esa gran maraña de mentiras e hipocresías que nos plantean los marketing de la ilegalidad, que prefieren que este bien oculto hacía donde va esa plata. |