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Ahí, su autor reprocha que el show de la joven cantante Miley Cyrus está cargado de provocación, lesbianismo y pornografía. Esto le preocupa mucho a Chiche porque este tipo de comportamientos “imponen una escuela para las futuras Melina Romero”.
Bajo el razonamiento del periodista que le sacó jugo a la farándula, la silicona, la pizza y el champagne durante el menemismo, parece que bailar con movimientos sensuales y expresar públicamente una preferencia sexual distinta a la establecida como norma, sería el programa de estudio de cualquier mujer que quiera ser violada, asesinada y terminar en un arroyo.
Es llamativa tanta indignación y cuestionamiento moral sobre el accionar de las jóvenes, por parte del ex director de la revista Gente en la época de la dictadura, quien está denunciado por encubrimiento y participación en el operativo de prensa de la Editorial Atlántida, que por esos años, lanzó una campaña contra “los subversivos”.
Alejandrina Barry, miembro del CEPRODH (Centro de Profesionales Por los Derechos Humanos) fue víctima de este operativo entre las Fuerzas Armadas y la Editorial Atlántida. “¡A mis viejos los habían asesinado los milicos y a mí me arman fotos, con mis tres años, en una cuna rodeada de armas!”, denuncia Alejandrina. En ese artículo, mostraban a Alejandrina, cuando era una niña, como una “víctima de los fabricadores de huérfanos”.
Ya no es solamente la hipocresía de quienes cuestionan todo lo que atente contra la “buena moral” de las jóvenes pero exprimen las imágenes cosificadoras de las mujeres hasta el hartazgo, ni tampoco los titulares sobre una adolescente muerta que usaba short, remera corta, se maquillaba y salía a bailar, ese combo que, en el pensamiento de Gelblung, parecería ser siempre eficaz para incentivar lo peor de los hombres y provocar la violencia. Ahora Chiche, un periodista conocido por su morbosidad y amarillismo, involucrado en la dictadura, nos viene a dar clases de moral. |