Con la prueba de este rifle queda al desnudo el vínculo entre el gobierno mexicano y estadounidense con cárteles del narcotráfico y el tráfico ilegal de armas. Éste es el rostro de la militarización.
Recordemos que la operación “Rápido y furioso” dio inicio en 2009, durante el sexenio de Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional, en simultáneo con el arranque de la llamada “guerra contra el narco”.
Se utilizó a un traficante de armas para vender armamento de primer nivel a los cárteles del narco, para luego supuestamente poder rastrear el destino de las armas y apresar a los narcotraficantes. Pero todo salió al revés. Los agentes estadounidenses dijeron haber perdido el rastro de las armas, como explicamos acá.
La administración de George Bush, líder republicano, ya había desplegado desde 2008 la Iniciativa Mérida. Barack Obama, del partido demócrata, desde su primera administración la ha mantenido.
Son millones de dólares que desde entonces el gobierno estadounidense ha entregado al mexicano para desplegar la militarización en la región con la excusa de combatir al narco.
Pero, como evidenció la operación “Rápido y furioso”, más que combatirlo se alentó, por vías directas e indirectas, su expansión. El Chapo tuvo tiempo de fugarse tres veces. Han proliferado nuevos cárteles, como Guerreros Unidos, vinculados en su momento con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Tráfico de drogas, de armas, de niñas y mujeres. Desapariciones forzadas. Ejecuciones sumarias. Torturas. Feminicidios. Todas consecuencias de la alianza reaccionaria entre las fuerzas represivas, los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) y la administración estadounidense, que más allá de su signo político mantiene como estrategia el incremento de la explotación capitalista.
Todos unidos contra la clase trabajadora, las mujeres y la juventud, para imponer su “orden”, para sofocar la protesta social y avanzar en la recolonización de la región, entregada en bandeja de plata a las trasnacionales y al imperialismo estadounidense.
Para imponer la reforma laboral, la reforma energética y la reforma educativa: todas con el objetivo de avanzar en la precarización de las condiciones de trabajo y de vida de la clase trabajadora y los sectores populares, en la expoliación de los recursos naturales y energéticos. Para ellos, para el 1% donde se incluyen los magnates como Donald Trump y Carlos Slim.
Contra el cártel de los poderosos, hay que forjar la unidad de la clase trabajadora y los sectores populares de Centroamérica, México y Estados Unidos, empezando por su comunidad latina. Sólo así se puede poner un alto a la injerencia imperialista y a la militarización en la región. |