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La Izquierda Diario
8 de octubre de 2014 Twitter Faceboock

MENDOZA / JUICIOS DICTADURA
Entrevista a Alicia Morales de Galamba
Virginia Pescarmona | @virpes

En Mendoza se está juzgando a los jueces y fiscales que legalizaron testimonios falsos, arrancados por tormentos, inventados sobre hojas firmadas en blanco, falsificación de fechas de detención, de órdenes de detención, de traslados y hasta defunciones durante la última dictadura militar. Esta semana se escuchó el movilizante relato de Alicia Morales. El testimonio de Morales además de probar el accionar de jueces y fiscales, también echa luz sobre la violación sistemática de los derechos de niños y niñas durante la dictadura. Junto a Miriam Zambrini, incansable luchadora de DD.HH de San Rafael, fuimos hasta su casa en Cuadro Benegas. Allí pudimos reconstruir su testimonio, el que ha sostenido ya no recuerda cuántas veces frente a tribunales, charlas y rondas con compañeros y compañeras. También conocimos algunas ideas sobre su historia militante, su opinión sobre los juicios y la continuidad de la impunidad a 38 años del golpe.

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En Mendoza se está juzgando a los jueces y fiscales que legalizaron testimonios falsos, arrancados por tormentos, inventados sobre hojas firmadas en blanco, falsificación de fechas de detención, de órdenes de detención, de traslados y hasta defunciones durante la última dictadura militar. Esta semana se escuchó el movilizante relato de Alicia Morales. El testimonio de Morales además de probar el accionar de jueces y fiscales, también echa luz sobre la violación sistemática de los derechos de niños y niñas durante la dictadura.

Junto a Miriam Zambrini, incansable luchadora de DD.HH de San Rafael, fuimos hasta su casa en Cuadro Benegas. Allí pudimos reconstruir su testimonio, el que ha sostenido ya no recuerda cuántas veces frente a tribunales, charlas y rondas con compañeros y compañeras. También conocimos algunas ideas sobre su historia militante, su opinión sobre los juicios y la continuidad de la impunidad a 38 años del golpe.

¿Cómo empezaste a militar? ¿Cómo eran los ´70?

En los 70 teníamos un sentido diferente hasta para la elección de qué estudiar. Me gustaba diseño industrial, pero no elegíamos una carrera por lo que podía redituar en plata o estándar de vida. Sabíamos que el país necesitaba dejar de pagar marcas, patentes, royals. Con una idea de qué necesitaba el país empecé la carrera de ingeniería mecánica para diseñar maquinarias. Elegí la carrera por un sentido de lo colectivo. Todos teníamos muy presente lo colectivo. En ese sentido desarrollábamos nuestra individualidad. Hoy es todo lo contrario, quieren desarrollar la individualidad y desde ahí se piensa lo político. En casa siempre se habló de política. Mi papá fue un militar retirado en el55. No estuvo preso, pero estuvo apresado en el Hospital Militar, porque no le daban el alta. Fue parte de un grupo de suboficiales que preguntaron que como parte del ejército, de qué lado estaban. Eran peronistas.

Me acuerdo de las visitas a mi papá en el Hospital, que no me dejaban entrar.
Tengo un hermano que nació en el ´56, después del golpe y una hermana que nació en el ‘61. Ellos ya fueron de otra generación.

En el secundario empezamos a militar. Hice la secundaria en San Rafael, me negué ir al Normal, fui al Nacional, donde éramos sólo tres mujeres. En ese momento nos dividíamos entre los que aceptaban la situación y los que nos rebelábamos.
La familia y el clima influían. El contexto internacional estaba marcado por el Mayo Francés, la guerra de Vietnam, China, La Revolución Cubana. No fue un mérito individual militar, si no un sentido colectivo. No estoy de acuerdo con todo lo que se ha hecho en esa época, pero fue un proceso colectivo. La elección de la pareja, de la carrera, de si tener o no hijos era una decisión colectiva.

Ya habíamos participado del Mendozazo, habíamos vivido el Viborazo y en la universidad todo el mundo tenía una postura política. Incluso el apoliticismo había que enfrentarlo, porque era una política. Se discutía en todas partes de política, en Ingeniería, en Medicina, no sólo en Sociología. Empecé conformando una agrupación que se llamaba AUP, Agrupación Universitaria Popular, que era del Partido Socialista. Que se dividió después en Partido Socialista Auténtico y Partido Socialista de Vanguardia. En esa división, año ‘70, mucho pasamos a la JUP.

En el ‘74 formé pareja y me casé a los 5 meses. Eran otros tiempos. De alguna manera vivíamos como que no había mucho tiempo. En el ´75 nació mi hija y mi hijo el 22 de marzo del ´76. Me pasé dos años embarazada. Ellos militaban conmigo, desde la panza.

¿Cuándo empezó la represión?

Todo el tiempo sentíamos la represión. En las manifestaciones por el ingreso irrestricto, los reclamos por el gobierno cuatripartito de la universidad, por los planes de estudio, hasta en eso se sentía la represión.

Al Mendozazo la gente fue preparada. Las maestras eran las que llevaban las bolitas en los bolsillos. Ya sabían que había que enfrentar la caballería. Pero no por arte de magia, sino porque había una gimnasia, una experiencia.

El ´73 duró muy poco, fue un tiempo muy corto en que menguó la represión y en el ´74 se endureció mucho la represión. En la tecnológica la derecha siempre había tenido el Centro de Estudiantes. Nosotros se lo disputamos en una Alianza de todas las corrientes que se reinvindicaban de izquierda y progresistas con El Frente. Mario Susso, del PCR fue el primer presidente, uno de los primeros acribillados, en el ´76, por la Triple A. Acá funcionó la Triple A y el Comando Pío XII, que además perseguía prostitutas, por ejemplo, que estuvieron con nosotras en el D2.

Sabíamos la posibilidad del golpe. El gobierno "democrático", que no cumplía con las expectativas populares. López Rega y la Triple A fueron de terror, pero los empresarios desabastecían, había inflación. Los empresarios tenían el poder, no Isabel. El golpe era previsible, porque fue como "descaretar" lo que pasaba: había persecución, desaparecidos, torturas, pero el gobierno era "democrático". La Alianza que gobernaba era la que después hizo el golpe. Ya había desaparecidos.

¿Cómo fue tu detención?

El 12 de junio de 1976, en la casa, que compartía con María Luisa, Juan José Galamba, Jorge Vargas y los niños. Fue una noche. Entraron, nos llevaron con los niños, destruyeron toda la casa y se afanaron hasta los pañales que estaban colgados en la soga. Se robaron todo.

Estuvimos una noche y un día y nos sacan los niños y quedamos en el D2. Jorge ya estaba detenido, había intentado defenderse. Cuando María Luisa lo ve tenía dos balazos, estaba sin dientes, destrozado. Ella me lo cuenta después. Sin embargo en el expediente judicial figura que la captura de Jorge, Aníbal Torres, Sánchez Coronel y Cora Saboy fue pedida en abril del `77. Ellos ya estaban muertos, pero la justicia alegó que no los encontraban, por eso piden la captura. Eso con la firma del Juez Guzzo

Eso está todo documentado. Esto demuestra la convivencia, y que los golpes fueron cívico militares: la justicia, la Iglesia, los militares, los empresarios, el Estado caminaban juntos.

En el D2 estuve cinco meses y ahí me hicieron el Consejo de Guerra y ahí pude ver a mi familia. Todo el tiempo anterior no sabía que había pasado con mis niños y me atormentaban diciendo que estaban en una Casa Cuna, como después nos enteramos que hicieron con Ángela la hija de Paco Urondo y Cora. Yo vi que se los entregaban a otras personas, pero no veo a quién. Mi familia me vio a mí, pero yo no a ellos.

Para el Tribunal de Guerra, durante 10 días me sacaban del D2 al 8vo batallón de infantería de Montaña, en la calle Pedro Molina, que funcionaba presidido por el Coronel Segura, el fiscal era Dib, y el defensor que me habían puesto me obligaba a declarar dónde estaba mi marido, amenazándome con mis hijos. Era un subteniente de la Fuerza Aérea...alguien que no tenía ningún poder de decisión, su palabra como subalterno no valía nada.

Era una payasada. Era completamente absurdo. El defensor te amenazaba permanentemente, el tribunal compuesto por 10 militares, me acusaba de tenencia de armas, de tenencia de material subversivo, infracción a la 20.840, por pertenecer a organizaciones ilegales. Y con todo eso me sentencian a cuatro años.
De ahí voy a la cárcel de Mendoza, estoy 10 días y en noviembre me llevan a Devoto.

¿Y En Devoto?

En Devoto caí justo en un "engome", un castigo y por eso no pude avisar a mi familia: ni cartas ni visitas. Y los castigos eran por hacer cosas que no fueran lo que ellos llamaban "ocio total", que, según decían era recuperador". Y ahí todo el tiempo queríamos hacer cosas: cocinar, estudiar, tejer, dibujar, hacer gimnasia. Además había de todo: abogadas, doctoras, etc, entonces cada una contaba lo que sabía. Como no había libros, estaban las cabezas de las compañeras. Es importante consignar que teníamos un economato, porque hasta en lo mínimo intentábamos tener un modo de organización fundado en la solidaridad y en las necesidades de cada una.

En la cárcel pudimos recuperar mucho de los que éramos, porque llegábamos destruidas. Había compañeras de todas las tendencias políticas. Siempre me acuerdo de una jujeña que era de una agrupación Colla, que decía: "nos bajaron a los ponchazos del cerro". Era sospechosa, porque ahí había pasado el Che. Pero no es que no entendía, pero verdaderamente no estaba ligada a ninguna corriente política.

Estuve 10 días y me sacaron en camioneta y recorrimos todas las cárceles donde subían presos. Sin conocer Buenos Aires, sin documento, sin plata y sin poder avisar a nadie me largaron. Estaba en la ronda el viejo Cafiero, y el hijo me dio algo de plata. Y la madre de María Luisa que si se enteró, me esperó y me dio también algo de plata. Caminé un montón y fui a Retiro, saqué un pasaje y mandé un telegrama avisando que iba.

Fue una odisea subir al tren, porque había control policial y no tenía documento. Cuando arrancó el tren corrí...y me trepé.

Ahí me reencontré con mi familia. Lo sospechoso fue que me dieron la libertad justo para el cumpleaños de mi marido que seguía prófugo.

A los 3 días me vuelven a levantar delante de los niños. Paso una noche en la cárcel de San Rafael, después 6 o 7 meses en Mendoza y de ahí de nuevo a Devoto. Mi papá pide explicaciones y le contestan que la libertad había sido un error. Es así que fui detenida dos veces.

¿Pero cómo era estar en la cárcel?

En Devoto había visitas, con teléfono y vidrio, siempre y cuando no hubiera sanción o requisa, que era casi siempre. Con mis hijos pequeños era muy difícil comunicarse. Pero se puede decir que mejoró nuestra calidad de vida.

Me mandaban fotos por carta, sólo escribiéndote con acreditación de vínculo. No podía escribirme con cualquiera, sólo a quien se acreditara, con papeles, partidas de nacimiento.

Allí nos organizábamos para conseguir cosas, cocinar entre todas, nos comunicábamos de veinte mil maneras entre nosotras y con el pabellón de menores.
Hacíamos de todo para sobrevivir.

Salí el 30 de agosto de 1980 y estuve vigilada hasta agosto de 1981.

¿Cómo fue salir de la cárcel?

Salir de la cárcel fue encontrar otro país. Lo más terrible que pasaba en un primer momento es que no dejaban que hable. No me hacía mal a mi, le hacía mal al que escuchaba. La gente no quería saber.

Yo creo que es mi responsabilidad que se sepan las cosas. Que se sepan desde el lugar que las vivimos. Desde adentro. Es mi forma de militancia. Pero es armar un rompecabezas con los compañeros, donde cada uno tiene que aportar con buena voluntad lo que sabe y se acuerda.

Es muy difícil reconstruir todo. No comíamos, no salíamos, no había ni día ni noche, estábamos vendados. Yo dormía como marmota, porque no me podía parar, perdías la noción del tiempo. Así que cuando nos juntamos a reconstruir es difícil hasta precisar el tiempo en que pasaban las cosas. Tratamos de precisar fechas y los recuerdos a ver si coinciden.

Los tipos estos no largan nada. Yo perdí la cuenta las veces que declaré. Declaré en los tres juicios de Mendoza, en la etapa de instrucción de mi juicio, del de José, del de Vargas. También antes de la democracia declaré en el ´82 en el Comando, que cuando me llegó la citación empecé a tiritar.

¡Esta vez estaba tan nerviosa! La adrenalina, se me secaba la boca. Me logré controlar y pude declarar bien. Pero el antes era puro susto. Pero delante de ellos no.
Lo de Josefina no lo puedo declarar sin un nudo en la garganta. Pero lo sigo diciendo.

¿Qué particularidad tienen los juicios de Mendoza? ¿Por qué se da que aquí se juzga a la justicia?

Al principio las declaraciones eran más emocionales. Ahora menos. Leo las cosas del expediente donde se demuestra el rol de la Justicia.

Yo identifiqué a muchos, porque me sacaban para darles a todos de comer. Por eso pensé que no iba a sobrevivir. Pero los identifiqué a todos. Pero ahora me pasa que a veces no me acuerdo. Pero ya los identifiqué, eso ya está escrito, así que ratifico y que la Justicia se haga cargo de su parte. Yo ya hice la mía.

Yo ya atestigüé como testigo de contexto en otros juicios y en esta Megacausa declaro como víctima contra los jueces como Guzzo y Petra. A Miret yo no lo acuso, porque no estuve cuando estaba él.

La justicia es tan lenta. A 38 años todavía seguimos armando y desarmando y declarando las mismas cosas. No termina más.

Y no es como al principio que había como más empuje. Ahora en los juicios de Mendoza se para Romano y grita y no lo ponen en su lugar como corresponde. Pero qué le van a decir, quién los va a callar, si hasta hace dos días eran eméritos de la facultad, estaban dando clases y fueron los profesores de quienes deberían juzgarlos.
Ellos no se van a juzgar a sí mismos.

Miret, Romano, Petra, son los que formaron ideológicamente, teóricamente, escribieron los libros, dieron las clases. En Derechos se estudia con los libros que publican ellos. Miret no está detenido, por ejemplo, y entra y sale de los juicios como quiere, y fue juez en la dictadura.

Romano está preso porque se fugó a Chile, con la asistencia de otro abogado de la Corte Suprema. En Chile lo escrachamos y presentamos el pedido de extradición. Ahí también declaré.

En Mendoza los ex detenidos, familiares, organismos hicimos mucho hincapié en los responsables civiles. Desde el principio. En otros lados todavía se discute si fue golpe militar o cívico militar. Y los juicios fueron armados a pulmón, con mucha militancia. Aún falta terminar con estos juicios, faltan los miembros de la Iglesia, faltan los policías. Fue una pelea enorme que se juzgue a los jueces.

"Seguiré contando lo de Josefina..."

A Jorge lo venían siguiendo y cuando lo atrapan lo balean en la calle, él grita su nombre en el centro, pero no supimos que lo habían llevado. Preguntan en el barrio y un vecino señala la casa y ahí nos llevan a nosotras.

Ellos tenían una nena, muy inteligente, divina. Un miembro de inteligencia se lleva a la nena. Cuando la traen de vuelta ella dice que llevaron a la terminal a reconocer "tíos". No sé cuál habrá sido nuestro gesto, nuestra cara, pero la nena dijo: "perdoname mamá". Yo siento que la nena entendió.

Después nos enteramos por Jorge Vargas que también la llevaron a la sala de torturas y que a él lo pusieron en un rincón y a la nena debajo de un foco y que amenzaban desvestirla para que él hablara.

Fueron las prostitutas presas por el accionar del Comando Pío XII las que logran que María Luisa vea a Jorge, y así nos enteramos.

Josefina es entregada a los abuelos, y en la mesa de luz encuentra un revolver y se dispara. Tenía 5 años. A María Luisa, para que todo sea más macabro y tortuoso, la llevan al velorio.

Esto lo he denunciado del Nunca Más hasta ahora y seguiré contando lo de Josefina. El daño social que causó el terrorismo de estado aun hoy no se dimensiona. La mamá quedó tan destruida que ni quiso presentarse a los juicios a atestiguar. No lo pudo hacer.

¿Por qué aun hoy vos seguís declarando a pesar de haberlo hecho tantas veces?

Los militares tienen un pacto de silencio. Las víctimas ya dijimos lo que pasó. Aunque sean viejos tienen que ir presos, tenemos que garantizar la no impunidad, que la justicia juzgue por genocidio a todos. No podemos dejar que haya impunidad, porque hoy en las cárceles se sigue torturando, se violan las leyes, hay gatillo fácil. ¿Quiénes formaron a estos milicos de hoy?...aquellos que aun hoy hay que juzgar. Y los empresarios siguen siendo los que tienen el poder. Es muy bueno que los jóvenes se enteren de esto, porque fue borrado. Y fue una de las cosas que vino a hacer el golpe, tapar, tergiversas. El golpe y el neoliberalismo desarrollaron la "enfermedad de la memoria". En "Cien años de soledad", a los habitantes de Macondo les cayó una plaga, la del olvido, entonces hubo que evitar eso. Acá hubo que hacer lo mismo. Y hay que desandar hasta lo que decimos nosotros, los errores históricos que se repiten confundiendo procesos. Es muy importante que se escuche la historia de los protagonistas...por nosotros pasó una parte de la historia, nos atravesó.

 
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