El escándalo es mundial. Y las repercusiones retumban incesantemente. El primer ministro de Islandia (donde hubo masivas movilizaciones y hasta versiones cruzadas sobre su posible renuncia) y decenas de políticos y funcionarios de varios países hoy se queman las pestañas intentando explicar que si sus nombres aparecen en los Panama Papers no quiere decir que sean delincuentes.
“No obtuvo beneficios” o “no es accionista” son las frases que más se escuchan de parte de los implicados en empresas fantasma de la base de datos de Mossack Fonseca. Incluso algunos dijeron desconocer, con cara de sorpresa, que sus nombres aparecen al frente de firmas offshore. Mario Vargas Llosa, por ejemplo, dijo que él y su esposa, si bien figuraban en 2010 como titulares de Talome Services Corp. en realidad nunca supieron de la existencia de esa firma. Habrá sido “algún asesor de inversiones o intermediario” que, “sin el consentimiento de los señores Vargas Llosa, reservó esta sociedad”, dijeron los agentes de prensa del Premio Nobel de Literatura, en una explicación con ribetes novelezcos.
“Cuiden a Mauricio”
En Argentina se dio una paradoja. En mayo del año pasado el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) convocó al diario La Nación a sumarse al análisis de los millones de documentos que el diario alemán Süddeutsche Zeitung había recibido de una fuente anónima. “Tengo algo con ángulo argentino fuerte. Mucho más que en cualquier otra historia reciente”, cuenta el periodista Hugo Alconada Mon que le dijo por mail la número dos del ICIJ, la argentina Marina Walker.
La campaña electoral de cara a las PASO de agosto estaba a pleno y La Nación hacía su juego para desgastar lo más posible al gobierno de Cristina Fernández. Por entonces ni los más fanáticos militantes del PRO se animaban a vaticinar que Mauricio Macri sería el próximo presidente. Desde el matutino de la familia Mitre decidieron zambullirse entonces en el mar de información filtrada desde Panamá. La oportunidad de conseguir elementos para la campaña antikirchnerista no se podía desaprovechar.
Pero según cuentan desde el ICIJ la investigación se demoró por casi un año. Un tiempo que terminó obligando a La Nación a rever la estrategia original, ya que ahora en la Casa Rosada tienen un aliado y no un adversario.
“Está bien, publiquen lo que tienen, pero cuiden a Mauricio”. Esa parece haber sido la directiva de los dueños de La Nación al equipo de periodistas que venía trabajando sobre los Panama Papers. Y, como no podía ser de otra manera, así lo hicieron.
Sí, pero capaz que no
Que Macri fue parte de la dirección del sello panameño Fleg Trading Ltd. no podían ocultarlo. Sobre todo porque ese dato se expandió como mancha de aceite en los medios internacionales el mismo domingo 3, fecha elegida por el ICIJ para publicar la denuncia de forma coordinada a través de todos los diarios asociados. Hubiera sido un escándalo periodístico que esa información la publicaran diarios de Europa, Estados Unidos y América Latina y no La Nación.
Pero inmediatamente comenzó la campaña para ayudar a Macri a zafar lo mejor posible de las salpicaduras. Al amplio espacio para que funcionarios y especialistas en paraísos fiscales justifiquen al presidente con el argumento de que no existe delito y que en última instancia el responsable es Franco Macri, su padre; los periodistas sumaron una construcción periodística que intentaba diluir o nivelar el caso de Macri con el de otros argentinos implicados en el escándalo como Lionel Messi y Daniel Muñoz, el exsecretario de Néstor Kirchner.
Desde entonces y a modo de línea editorial, en cada artículo publicado por La Nación sobre el tema se aclara que no se está acusando al presidente de delito alguno sino de haber realizado una mera maniobra financiera (de las que proliferan en todo el mundo) y que a lo sumo no es lo recomendable para un funcionario de la talla del exjefe de gobierno y actual primer mandatario.
Maniobrillas
Ante la repercusión mundial del informe, el diario Süddeutsche Zeitung pasó a estar en boca de todos. Y justamente desde sus páginas surgiría una crítica al particular tratamiento que La Nación y otros medios como Clarín realizaron sobre la persona de Mauricio Macri y su implicancia en el escándalo del que habla el mundo. Pero también sobre las insuficientes explicaciones surgidas desde el entorno del presidente argentino.
El lunes, a horas de lanzada la denuncia internacional, en un artículo firmado por el corresponsal en Río de Janeiro Boris Herrmann, el Süddeutsche afirmó que Macri “sucedió a fines del año pasado a la controvertida presidenta Cristina Fernández de Kirchner, entre otras cosas, con la promesa de llevar a su país (...) de nuevo al círculo de las naciones económicas razonables”. Pero que “con las revelaciones de los documentos de Panamá su imagen cuidadosamente construida está en peligro de ser dañada”.
El artículo agrega que “difícilmente Mauricio Macri pueda tener éxito” con la explicación de que fue “director de una empresa fantasma por mera casualidad”.
Y sobre la repercusión mediática del escándalo en el país, la nota dice que “llama la atención que el Presidente -ante la gravedad de la denuncia- sea tratado tan amablemente por los medios argentinos, con contadas excepciones. Sin dudas a su antecesora Kirchner se la hubiese sometido a fuertes presiones de todos los sectores para que deje el cargo. El lunes, los principales periódicos de Buenos Aires dieron mayor transcendencia al caso de Daniel Muñoz, quien también está acusado en los documentos de Panamá, que al caso Macri”.
Por si fuera poco el estadounidense New York Times, diario que cuenta con la consideración más que especial por parte de La Nación, lejos de minimizar la aparición de Macri en los Panama Papers la considera una de las “acusaciones más graves” reveladas por la investigación. De hecho al presidente argentino lo incluye en el lote de altos líderes políticos que usaron paraísos fiscales para “proteger su vasta riqueza”.
Gajes del oficio
Hugo Alconada Mon, el periodista de La Nación que encabeza la serie de notas sobre el caso, salió al cruce de las críticas. En primer lugar buscó acallar a “la competencia” destacando
que él fue el único argentino convocado originalmente para la investigación, siendo que la ICIJ tiene miembros tales como Horacio Verbitsky y Ernesto Tenembaum.
Pero lo más importante fueron sus explicaciones sobre el trato hacia el presidente. Si bien Alcanada Mon reconoce que La Nación tuvo acceso a toda la información de los Panama Papers desde el principio, aclara que la publicación esperó tanto tiempo (y no salió a la luz antes de que Macri ganara las elecciones) porque así lo estipula el contrato con la ICIJ.
A su vez dice que la continuidad de la publicación de material dependerá “de múltiples factores. El primero, el interés de la audiencia; también, la competencia con otros temas calientes”. Es decir que la información sobre Macri y otros funcionarios del gobierno involucrados en el escándalo, si hace falta, será escondida por La Nación. A confesión de parte...
Y en un reconocimiento de los intereses que defiende la empresa para la que trabaja, el periodista se hace cargo de que la reserva sobre qué publicar y qué no se debe lisa y llanamente a la “información sensible” que tiene en su poder. “En Wikileaks, por ejemplo, aparecían los nombres reales y ficticios de agentes encubiertos de la DEA en operaciones contra el narcotráfico. Publicar esos cables quizá hubiera significado la muerte de esos agentes o, cuanto menos, el fin de los operativos. ¿Otro ejemplo? Difundir la lista completa de los titulares de cuentas bancarias en Suiza, sin importar si tenían montos bajos y no eran personajes públicos hubiera dado una lista de potenciales victimas a secuestradores y secuestradores virtuales. (Y prefiero bancarme acusaciones de supuesto ‘encubrimiento’, que no es tal, que cargar con una potencial muerte o secuestro sobre mi conciencia)”.
La ICIJ dice que va por más
En una entrevista concedida a Clarín, la argentina Marina Walker, vicedirectora del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, cuestionó a Macri y el resto de los políticos mundiales porque “han elegido utilizar un sistema que es poco transparente, un sistema que es usado cuanto menos para a evadir o para eludir impuestos, o cuanto más hemos visto casos de lavado de dinero y lo que te puedas imaginar en temas de criminalidad”.
“Estamos en un momento en el que no alcanza decir ‘yo no hice nada’ con la empresa o ‘no tenía activos’”, cuestiona Walker. Y agrega que a principios de mayo la ICIJ va a publicar “una base de datos en donde van a aparecer todos los nombres y las empresas vinculadas a esos nombres”.
En Argentina pensar lo que va a pasar de acá a principios de mayo es pura e ineficaz futurología. Pero bien valen algunas preguntas. ¿Publicará La Nación, si es que salen a la luz, nuevos datos sobre Macri, sus funcionarios y empresarios amigos involucrados en los Panama Papers? ¿Seguirá “bancando” al presidente aún a costa de que alguna “información sensible”, muy a su pesar, se filtre desde el exterior y se viralice? ¿Pactará con esos medios internacionales para no seguir mancillando el buen nombre y honor de su estimado presidente?
Mientras tanto, Macri no puede evitar hundirse en el mismo barro de corruptelas y maniobras que por estos días enchastran a algunos de sus adversarios, como Lázaro Báez, Ricardo Jaime o Julio de Vido. En el mismo lodo, como dice Cambalache, todos manoseaos. | 
