Una de las artes de la dirigencia de cualquier deporte profesional es presentar como difícil y “misterioso” lo que es simple; como cualquier burocracia, es una manera de preservar intacto su lugar. Por eso parece tan complicada la discusión entre Gobierno (que paga por los derechos de televisación desde el programa Fútbol Para Todos) y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
En 2009 el Estado compra los derechos para pasar los partidos por TV. Antes eran de Torneos y Competencias y del Grupo Clarín y se arrogaban la exclusividad: partidos codificados (se pagaban aparte en el servicio de cable) y no se podían pasar goles antes que los emitiera “Fútbol de Primera”. El kirchnerismo entendió que adquiriendo esos derechos para transmitir por canales de aire se adjudicaba una bandera para ostentar: el fútbol pasaba a ser gratuito para el público, aunque el Estado desembolsaba el dinero para televisar tercerizando en equipos heredados de TyC el despliegue técnico. Con ese convenio con AFA, el kirchenrismo se aseguraba utilizar al fútbol como plataforma publicitaria para sus actos de gobierno (propagandas en los entretiempos).
El macrismo quiere volver al fútbol prepago; como el contrato entre Gobierno y AFA vence en 2019, busca un sistema mixto transitorio de Fútbol Para Todos abriendo el juego a cadenas como Fox, Turner o Grupo Clarín. La AFA se aviva de ese gran negocio sin su participación y exige un lugar, amagando con paralizar el fútbol si no le dan cabida.
También están en discusión los clubes: Macri desea transfomarlos de Asociaciones Civiles como son actualmente (entidades sin fines de lucro donde los socios tienen ciertos derechos) en Sociedades Anónimas (empresas con directorios, balances, posibilidad de quiebra).
El argumento para cambiar de esquemas es el supuesto déficit que deja el fútbol, “pérdidas” que genera el deporte profesional más popular del mundo y que mueve fortunas millonarias. ¿Cómo es posible?
El fútbol genera millones: traspaso de jugadores (Argentina provee jugadores al “mercado” europeo, los ingresos por ventas son más altos que los egresos por compras), indumentaria (los clubes acuerdan con marcas que pagan por vestir a sus planteles), publicidad (sponsors en las casacas, clubes grandes con marcas propias para su merchandising), en casos como Boca o River paquetes turísticos, además de ingresos menores por los pagos de cuotas de los socios y venta de entradas. Lo que los clubes reciben por la televisación es la principal fuente de ingresos.
Estado o empresas. ¿Qué pierden con la televisación? Costosos equipos para las transmisiones no llegan a insumir la fortuna que embolsan: durante el último River-Boca, el segundo de publicidad cotizó a $ 35 mil, multinacionales como IVECO antes y AXION ahora patrocinan el campeonato y aportan millones ¿De dónde sale el déficit?
Dante Panzeri en su brillante obra “Fútbol, dinámica de lo impensado” se burlaba de la cantidad de personajes que parasitan una actividad que en esencia es un juego protagonizado por jugadores. Veía en 1967 una tendencia que se desarrolló a niveles impensados: un deporte plagado de intermediarios como representantes de jugadores, asesores de todo tipo, dirigentes de asociaciones y clubes, etc. Allí debe ponerse el foco para descubrir de dónde salen las supuestas “pérdidas” y el “misterio” del fútbol. |