“Te la debo, no estoy en tema”, fue la respuesta miserable de Macri cuando le preguntaron por Yolanda Mercedes, auxiliar de educación que murió en Mar del Plata por el ajuste brutal que él encabeza.
El martes 21 Melisa Bogarin, trabajadora precarizada del INTA del Chaco, se descompensó en una asamblea y murió. Tenía 30 años, una beba de un año, y hace ocho trabajaba en el programa ProHuerta. Su contrato estaba por vencer y a su compañero lo despidieron de Agricultura Familiar.
La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) denunció otro fallecimiento por los despidos masivos. Se trata de Esteban Latorre, trabajador de la Biblioteca Nacional, quien había recibido el telegrama de despido mientras estaba de licencia por una enfermedad coronaria.
Aunque había sido reincorporado por su estado de salud, el lunes pasado al volver a su casa Esteban se descompuso y murió. Según cuentan sus compañeros estaba muy angustiado por los despidos en su lugar de trabajo y por la situación a la que había sido sometido el mismo.
Los mató el Estado
Estos tres compañeros no murieron por balas asesinas del gobierno de turno. Pero también los mató el Estado. Dejaron su vida por las consecuencias que trae la angustia y el estrés de no saber si mañana se mantendrá el puesto de trabajo, de sí saber que el castigo por luchar contra el ajuste llegó con forma de descuento y que solo quedan $ 40 en el cajero (como le pasó a Yolanda).
La angustia de la precarización, del trabajo inestable y de no saber si mañana habrá plata para la comida de los hijos. El fantasma de quedarse sin trabajo volvió a sobrevolar por estos meses de “modernización” que tiene mucha cara de ajuste. Los despidos de Macri crecieron en la tierra fértil que dejó el Kirchnerismo con miles de puestos de trabajo totalmente precarios.
Y mientras tanto, el presidente con sus cuentas offshore en Panamá y su abultado sueldo de miles de pesos responde “Te la debo”, sin siquiera saber qué era lo que le preguntaba el periodista al referirse a la muerte de Yolanda.
Claro que la debe. Y se la vamos a cobrar. Porque todas las muertes obreras son lucha y son bandera.
La bronca y el dolor de perder a los compañeros tiene que transformarse en fuerza para seguir luchando. Para organizarse. Para luchar contra el ajuste, los despidos, los descuentos por luchar y los tarifazos que tanto el gobierno de Macri y Vidal como el de las gobernaciones K (como en Tierra del Fuego, Santiago del Estero y Santa Cruz) quieren imponer al pueblo trabajador.
