De las primeras audiencias participó Victoria Moyano Artigas, nieta restituida, integrante del CeProDH, quien trajo la solidaridad de referentes como la madre de Plaza de Mayo Elía Espen; el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia; la CORREPI; Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga; Alberto y Leo Santillán, padre y hermano de Darío Santillán; detenidos-desaparecidos durante la dictadura; familiares de víctimas de gatillo fácil de todo el país y personalidades como Nicolás del Caño y Myriam Bregman, por el PTS-FIT, entre decenas de personalidades y organizaciones que exigen cadena perpetua para los asesinos de Ismael.
Esta enorme solidaridad expresa el repudio frente a los crímenes de policías contra la juventud. Ismael fue asesinado cuando en noviembre de 2011, Becero y Monserrat, vestidos de civil pero con sus armas reglamentarias, iniciaron una persecución en búsqueda de “unos ladrones”. Al verse perseguidos por hombres armados, Ismael y Pipí comenzaron a correr pensando que los querían asaltar. Finalmente, tras efectuar disparos son atrapados por los policías de civil, “te voy a matar chorrito”, le dijeron a Pipí mientras lo apuntaba con un arma. Ismael ya tenía una importante herida en la cabeza por donde perdía sangre.
Luego, tras varias horas con convulsiones y dos paros cardiorrespiratorios, Ismael morirá. Durante estos cuatro años y medio, el caso de Ismael se volvió un emblema de la lucha contra el gatillo fácil. Marchas, concentraciones, radios abiertas, festivales, pintadas, pegatinas y volanteadas. Todo fue válido para exigir juicio y castigo a los policías que asesinaron a Ismael. La Policía continuó con su violencia intrínseca, protagonizando torturas en las comisarías, razzias basadas en un código contravencional heredado de la dictadura y represiones a movilizaciones. |
