Habría que advertirle que no son molinos de viento, sino los despedidos de la Biblioteca Nacional, que erguían carteles alusivos, "La Biblioteca Nacional no es un negocio"; "No a la Biblioteca Off Shore"; "¿Quién dirige la Biblioteca Nacional?", allí en la Sala Jorge Luis Borges, donde se hizo el discurso inaugural. Un cartel particular llamaba la atención, “Quién mató a Esteban Latorre”, era un trabajador de 41 años, a quien le enviaron el telegrama cuando estaba con licencia médica a causa de un triple bypass que le realizaron por problemas de salud, y murió por la angustia. Y es la tercera muerte por los ajustes del gobierno.
Los manifestantes aplaudieron unos cinco minutos al inicio del discurso en protesta, y luego se fueron con carteles en mano y volantes también, a repartir por los stands. El éxito fue tal que consiguieron más firmas de apoyo.
El hombre fuerte de la administración que está llevando adelante todo el papeleo de los despidos es Marcos Padilla que ya hizo el trabajo sucio de despedir, ajustar y aplicar políticas de vaciamiento en el Teatro Colón. Pero la directora actual es Elsa Esperanza Barber quien pertenecía a la administración anterior de la biblioteca junto a Horacio González. Fue bajo la dirección de Barber que se realizaron los 240 despidos, el 25 % del plantel.
Y aunque Manguel aparezca como un director en el limbo porque aún no asumió, sale a defender las políticas de ajuste. Cuando le preguntaron por la carta pública de 400 intelectuales de todo el mundo firmaron en defensa de la Biblioteca Nacional, se limitó a responder que “Las buenas intenciones sin conocimiento de causa son muy peligrosas.” Como si los firmantes fueran ignorantes de lo que denuncian. Y no deja de agradecer la gestión actual de Barber, la misma que efectivizó los despidos.
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