Muchas veces tenemos que escuchar en los medios que los femicidios o el acoso callejero son temas que sólo nos incumben a nosotras. Como si las peleas de las mujeres estuvieran desligadas del resto de las luchas.O como si el solo hecho de visibilizar la violencia alcanzara para ponerle un freno. Quieren hacernos creer que cada caso es aislado, y no parte de una sociedad que pone como objeto a la mujer y que la violenta en todos los ámbitos de la vida.
Cuando los noticieros dedican largas horas a las cadenas nacionales o la llegada de presidentes extranjeros, pero utilizan palabras disfrazadas para decir que van aumentar las cosas, que sube todo menos el sueldo, una no puede evitar sentir esa violencia que duele en el cuerpo. En las manos y en nuestros hijos, porque hay que hacer malabares para llegar a fin de mes y que no falte nada. Y, si queremos estudiar, ¡vaya que es un desafío! Cursar todos los días después del trabajo es agotador. Ni hablar de lo caro que es hoy si tenemos que viajar en varios colectivos. Más aún si hace poco nos quedamos sin trabajo… entonces el nudo en la panza es peor.
Una y otra vez, con una mueca de preocupación, pensamos cómo salimos de ésta. El ajuste siempre empieza por abajo mientras otros conservan sus lujos. En esta bronca no estamos solas sino con nuestros compañeros de trabajo que sufren lo mismo que nosotras. Y juntos nos paramos contra los patrones.
A lo largo de la historia, las mujeres hemos sido sujeto de grandes transformaciones y luchas así como hoy lo somos también. Las impresionantes huelgas de Francia contra las reformas laborales están llenas de mujeres y de estudiantes; en Brasil, miles de mujeres son parte de las movilizaciones contra el avance de la derecha y los ajustes que los gobiernos implementan; en México, hace unos días, protagonizamos un enorme grito de ·NiUnaMenos., contra la violencia y los femicidios.
Estas inmensas huelgas y marchas, que hoy vemos en el continente europeo y nuestro país vecino, son un ejemplo de resistencia para muchas de nosotras. Es decir, las trabajadoras estatales, operarias o estudiantes, que nos organizamos en cada lugar de estudio y trabajo. Lo hacemos contra toda la opresión de este sistema que nos violenta, no sólo por ser mujeres sino porque pertenecemos a la clase trabajadora: la única clase que mueve el mundo, y que por eso le pertenece.
Somos una fuerza que cuando revienta, golpea y sacude. Un ejemplo de es la Comisión de Mujeres de Madygraf, la cual se organiza junto al resto de sus compañeros para hacer funcionar esa fábrica bajo control obrero, y contra las direcciones traidoras del sindicato.
Es junto a esas valerosas mujeres que vamos a estar presentes este 30 /04 en la Embajada de Brasil, para realizar un gran acto internacionalista contra el golpe, el ajuste de Macri y el avance de la derecha en todo el continente. Te invitamos a venir, marchar y organizarte con Pan y Rosas en el Frente de Izquierda. Porque estamos convencidas de que, para conquistar nuestros derechos, hay que salir a las calles. Y porque la clase obrera es una y sin fronteras. |