Fotos: Revolution Permanente / Martín Noda
La policía antidisturbios usó y abusó de los gases lacrimógenos a un punto tal que podría darnos la impresión de que pararon solamente luego de haber agotado el stock de gases.
La manifestación comenzaba tranquilamente. Las columnas se preparaban poco a poco. Incluso si la jornada había comenzado con una fuerte represión durante el bloqueo del puerto de Gennevilliers, las y los manifestantes que se sumaban a las distintas columnas no podían imaginar que iban a respirar tantos gases.
Incluso frente a una manifestación pacífica, la policía antidisturbios estaba bien preparada, y sobre todo con una actitud que nada tenía de simpatía respecto a los manifestantes.
Bien acompañados por los perros guardianes del poder, la manifestación seguía su paso. Pero no muy lejos de su punto de partida, la manifestación se interrumpe. Los responsables son los mismos de siempre.
Si la manifestación logra volver a avanzar, es gracias a la determinación de los manifestantes, quienes exigieron a los policías que se vayan. ¿O tal vez gracias a la varita mágica de este manifestante?
Mientras tanto la escolta policial seguía presente. Y nos lo hacían saber.
De repente la manifestación se interrumpe de nuevo, a la altura de la Gare d’Austerlitz.
Luego de tantas provocaciones y tensiones, los enfrentamientos estallan. Gases y granadas de dispersión de un lado, piedras del otro.
Las y los manifestantes resisten y les devuelven los gases a los policías, quienes no parecen apreciar el gesto.
La calma vuelve a reinar, al menos eso parece. Todos los policías se relajan... salvo uno.
Su tiro de gas lacrimógeno tenía como blanco... varios fotógrafos sentados en el piso. Un poco más lejos un pequeño grupo de gendarmes no la pasa muy bien.
Los manifestantes usaban todo lo que tenían a su alcance para evitar las cargas policiales.
Del otro lado del puente, la policía consigue dividir en dos a la manifestación.
Tiran gases hacia un lado.
Y hacia el otro.
Las y los manifestantes se ven obligados a pasar por una nube de gas.
Algunos cientos de metros más tarde vuelve la calma. Por supuesto algunos centros estratégicos están fuertemente custodiados.
La manifestación es vigilada desde el cielo hasta su punto de llegada: La plaza de la Nación.
Las primeras columnas empiezan a relajarse en la plaza, hasta que la Brigada Anti Criminal decide entrar para realizar algunos arrestos.
La incursión es riesgosa y deben partir más rápido que previsto. Pero aprovechan para refrescar a los manifestantes que tanto lo necesitaban, luego de una larga manifestación. Un verdadero servicio público.
La represión sigue su curso.
Al igual que la resistencia.
Cuando la situación se calma de nuevo, la Brigada Anti Criminal se pasea tranquilamente.
Hasta que los manifestantes los invitan a retirarse.
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