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La Izquierda Diario
11 de octubre de 2014 Twitter Faceboock

Europa amenaza desestabilizar la economía mundial
Paula Bach

Alemania sufrió en el mes de agosto su peor caída combinada de exportaciones, pedidos industriales y producción, desde el año 2009. Esta retracción aceleró los temores de que la pérdida de impulso de la economía alemana, arrastre a toda Europa a los brazos de una tercera recesión.

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Tras el conocimiento de estos datos, el FMI recortó una vez más la proyección del crecimiento mundial para este año, resaltando las debilidades de la Eurozona y Japón. La primera reacción fue la peor caída de Wall Street en seis meses un día después de haber vivido su mejor jornada del año. El interrogante de si Europa puede actuar como fuerza desestabilizadora mundial, junto a los posibles efectos de un incremento de las tasas de interés en Estados Unidos, domina el panorama económico global.

Problemas que no son sólo europeos

En una referencia al modo de funcionamiento de la economía durante los últimos años, el columnista de Financial Times, Martin Wolf, define que las grandes expansiones del crédito seguidas por crisis y los intentos de gestionar sus consecuencias, se convirtieron en una característica permanente de la economía mundial. Sin un auge de crédito en alguna parte –que luego se vuelve insostenible-, la economía mundial parece incapaz de generar un crecimiento de la demanda suficiente como para absorber la oferta potencial. Parece que se tratara de una ley de conservación de los auges de crédito.

Si se pasa revista al pasado cuarto de siglo, se tiene por ejemplo el boom de crédito en Japón que colapsó después de 1990, el boom de crédito en las economías emergentes de Asia que colapsó después de 1997 o el auge del crédito en las economías del Atlántico Norte que se derrumbaron después de 2007. Cada uno de estos auges fue recibido como una nueva era de prosperidad hasta colapsar en crisis y el malestar posterior a la crisis. También señala Wolf, que estos auges de crédito no salieron de la nada sino que surgieron de las políticas adoptadas para sustentar la demanda en la forma de burbujas previas que se derrumbaron en otros lugares de la economía mundial. Agrega que las tendencias anteriores a la crisis –enormes desequilibrios mundiales en cuenta corriente, aumento de la desigualdad y la débil propensión a invertir- ya habían creado la débil demanda subyacente en los países de altos ingresos.

La respuesta de facto de los políticos fue la tolerancia, si no la promoción de los auges de crédito. Cuando las burbujas se derrumbaron, resultó necesaria la flexibilización de la política monetaria tanto para sustituir el impulso de la demanda perdida por las burbujas de crédito como para compensar el arrastre de la demanda de sobreendeudamiento, principalmente en el sector privado: demasiadas personas habían pedido prestado demasiado.

“Depresión administrada”

También según Wolf, tras las políticas monetarias expansivas, la mejor descripción que le cabe a la situación actual es la de una depresión administrada. Esto significa que las políticas monetarias agresivas resultaron suficientes para detener la aceleración de un proceso deflacionario, pero insuficientes como para producir una expansión fuerte. Esto resulta particularmente cierto en la Eurozona, donde la demanda real doméstica en el segundo trimestre de este año fue 5% más baja que en el primer trimestre de 2008.

En Estados Unidos por el contrario, la demanda real fue 6% más alta. Aunque esto último representa una recuperación extraordinariamente débil, la performance de la Eurozona es claramente más grave. En este contexto la conclusión de Wolf es que mientras Estados Unidos y Gran Bretaña, podrían estar escapando de la crisis que las golpeó hace siete años, la Eurozona está sumergida en un estancamiento post crisis. Mientras se puede ser optimista en Estados Unidos y el Reino Unido, uno de los grandes problemas se centra en la Eurozona y Japón. La Eurozona en particular, dice Wolf, debería adoptar un giro radical en sus políticas según las recientes sugerencias de Draghi. Sin embargo los poderes fácticos de la Eurozona –especialmente el gobierno alemán- no estarían dispuestos a implementar una política de este tipo.

Una mirada particularmente anglosajona

Las definiciones de Wolf en cuanto a la característica del crecimiento capitalista de los últimos años extremadamente dependiente de crédito, coincidente con la caracterización del ex Secretario del Tesoro Norteamericano, Larry Summers, parecen acertadas. También acierta Wolf en su referencia a un escaso proceso de desapalancamiento que muestra una conversión de deuda privada en deuda pública cuyo resultado en el balance general implica un casi nulo desendeudamiento a escala global. Del mismo modo los problemas de demanda de consumo asociados a la caída del sistema de hipotecas subprime, resultan un elemento contundente de la realidad. Sin embargo en la visión de Wolf, se descubre un sesgo particularmente anglosajón. Su análisis, aunque crítico, parece demasiado optimista con respecto a las perspectivas norteamericanas y británicas.

Pero no es sólo la debilidad europea sino la combinación del carácter relativo -y subrayamos el término relativo- de la recuperación norteamericana y la debilidad de Europa, el combo que amenaza a la economía mundial. Es la probabilidad de conjunción de una tercera recesión en Europa con un declive de Estados Unidos -si la Fed decide finalmente aumentar las tasas-, la situación que amenaza con igualar hacia abajo las condiciones generales de la economía mundial. Y la debilidad estructural norteamericana está también asociada a su dependencia de la burbuja generada por los estímulos monetarios y las tasas de interés cercanas a cero. La necesidad de comprender la economía mundial como un todo se manifiesta también en la debilidad del euro y la fortaleza del dólar. Mientras un dólar alto es síntoma de la fortaleza relativa de Estados Unidos, actúa como un lastre para su recuperación económica.

La debilidad del euro por su parte, es un síntoma de la impotencia de Europa y actúa como un lastre para las pretensiones “imperiales” alemanas. Si durante la primera mitad del año las tendencias a la recuperación europea, aunque débiles, impulsaron un regreso de capitales que fortaleció el euro, la salida de capitales se estaría transformando ahora en norma. A su vez, como se señaló en el capital alemán gana posiciones en Estados Unidos, se estaría produciendo un cambio de tendencia avanzando el capital alemán en la adquisición de empresas norteamericanas. Sucede que detrás de la crisis o junto con ella, se dirimen relaciones de fuerza entre las grandes potencias imperialistas.

 
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