Hace una semana exactamente Isela Constantini, presidenta de Aerolíneas Argentinas, enviaba su última carta, una forma de comunicación de la gestión macrista hacia los casi 12 mil empleados de la línea de bandera, anunciando que el Gobierno les había reducido significativamente el nivel de subsidios para este año (a 260 millones), en criollo, se viene el ajuste.
A diferencia de las cartas anteriores donde preanunciaba la “bondad” de Constantini en busca de subsidios millonarios para sostener Aerolíneas, y en un ida y vuelta mediático con supuestas internas entre los secretarios de Transporte, LAN e Isela, volvemos a foja cero: el Gobierno de Macri no quiere sostener con subsidios Aerolíneas y plantea un ajuste, que con los números dados, sería brutal. Cualquiera que viniese siguiendo la situación sabe que esto era de esperar. Por un lado con las “cartitas de Isela” se ponía paños fríos a los empleados, se apostaba al “trabajo en equipo” y se tiraban datos de lo bien que funcionaba todo, pidiendo también ahorrar gastos en los distintos sectores. Pero por otro lado se favorecían líneas aéreas extranjeras, se le dieron rutas a LAN que antes hacía Aerolíneas, se le entregó en bandeja la empresa Mac Air del grupo Macri a Avianca empresa colombiana, y se están haciendo tratativas con otras empresas Low Cost para abrirles las puertas de nuestro cielo (¿ya abierto?). ¿Quien podría confiar en esta nueva gestión cuando de movida se supo las intenciones y el plan que estos tenían en mente? Por eso llama la atención la pasividad de todas las cúpulas sindicales aeronáuticas hasta ahora. Sin duda hacen falta asambleas en todos los sectores para votar un plan de lucha unificado en todos los gremios aeronáuticos para frenar el desguace presupuestario de Aerolíneas.
La primer jugada de la gestión Macri/Constantini fue dejar en la calle a casi 300 familias de la empresa SOL líneas aéreas, que tenía un convenio con Aerolíneas Argentinas y hasta utilizaba mismas insignias y colores. Dejaron caer el acuerdo, y hoy los trabajadores continuan, después de más de 4 meses de acampe en Aeroparque, sin ninguna solución de fondo. Ahora lo dicen abiertamente, no hay plata, no hay subsidios. Lo que está en riesgo son los puestos de trabajo, ya que en ninguna carta, ni en esta última que es más reveladora, dice que los puestos de trabajo están asegurados para los 12 mil trabajadores de la línea de bandera (14 mil contando los tercerizados). Es sin duda el camino a una reprivatización o llevar a una Aerolíneas mucho más pequeña y reducirla a su mínima expresión.
Ni zonzo ni perezoso, Mariano Recalde, ex presidente de Aerolíneas, y excandidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por el FpV, le escribe una carta de preocupación a los trabajadores de Aerolíneas. Busca así aparecer como el salvador de la línea de bandera y apoyándose en el miedo de los trabajadores por perder sus fuentes de trabajo, intenta canalizar políticamente hacia la “resistencia”. Mariano Recalde debería recordar que pese al discurso contra el trabajo precario no solo no hicieron nada para terminar con esto en Aerolíneas Argentinas, sino que se profundizó y las condiciones en algunos sectores empeoraron. Despidieron trabajadores en forma persecutoria, no cumpliendo fallos de reinstalación, las condiciones de trabajo en el sector de rampa no mejoraron, y es moneda corriente los problemas de espalda que tienen casi todos los maleteros de Aerohandling e Intercargo. Hay unos 3000 tercerizados aproximadamente, trabajando en Aerolíneas Argentinas en distintos sectores que nunca tuvieron una respuesta ni de la anterior gestión ni tampoco de esta. Ese negociado de las tercerizadas generó un déficit y lo sigue generando hoy en día. La carta que desde la Comisión Interna de Falcon AEP le enviamos a Isela Constantini a pocos días de haber asumido, daba en la tecla, donde planteaba que una de las formas de ahorrar en Aerolíneas era pasando a planta permanente a todos los tercerizados. Las empresas tercerizadas, meros intermediarios, llegan a cobrar el doble por cada trabajador y al trabajador solo le llega la mitad, esto sería un ahorro de cientos de millones por año.
Por más cartas de un lado y del otro, carta de Isela preocupada, o Mariano "indignado", los trabajadores tenemos que confiar en nuestras propias fuerzas. Los gerentes y directores vienen a cumplir una función, un rol, que no es social de ninguna manera, o ¿cuantos proyectos hay o hubo para que sectores realmente populares puedan viajar en avión, o en asientos vacíos que hay en muchos vuelos, o tarifas realmente populares para que la mayor parte de la población pueda acceder? Lo que hay que entender, que los planes que tienen estas gestiones siempre relegan al trabajador, en condiciones o en puestos de trabajo, pero siempre nos están pidiendo que “colaboremos” con ellos. La lucha que dimos desde los tercerizados de Aerolíneas Argentinas de asistencia y control, desde HAS hasta Falcon y GPS, buscó siempre mejorar nuestras condiciones pero también poder mostrarle a la gigante Aerolíneas Argentinas que se puede, que se puede organizarse, discutir en asambleas, que se puede luchar y avanzar.
Se vienen momentos turbulentos, todos lo dicen, la carta de Isela es un comunicado oficial de que preparan en ajuste, un gigante puede despertar y son los trabajadores de Aerolíneas Argentinas. Con la más amplia unidad y junto con los gremios como herramientas para esta batalla, no hay que perder tiempo y marcarles la cancha ahora, tomando como ejemplo la gran lucha de Aerolíneas Argentinas del 2001 y el “Todos Somos Aerolíneas” que nos muestra el camino. |